La sutil cualidad de los Qualia

No el agua, ahora color ul­tra­mar de tibia tem­pe­ra­tu­ra, sino el azul del mar del atar­de­cer de aquel agos­to, la se­gu­ri­dad y la ale­gría al con­tem­plar­lo desde el borde de la playa, con sabor a sal y a risa de mamá. No el exac­to color de la na­ran­ja, no su sabor agri­dul­ce per­ci­bi­do por las pa­pi­las de la len­gua sino aquel sabor de hace tan­tos años, en el patio em­pe­dra­do, donde el abue­lo comía me­lo­co­to­nes con vino blan­co todas las no­ches de aquellos veranos. No el per­fil de su pelo aque­lla sies­ta sino el re­cuer­do del re­cuer­do de un vo­lu­men que ahora, tan­tos años des­pués, hace llo­rar con una som­bra en la duer­me­ve­la. No la lon­gi­tud de onda de las notas mu­si­ca­les de una par­ti­tu­ra sino lo que sen­tía Glenn Gould mien­tras to­ca­ba la se­gun­da gra­ba­ción de las Va­ria­cio­nes Gol­berg. No la es­fe­ra de luz blan­ca man­cha­da de gris sus­pen­di­da en el cielo negro sino “la ca­la­ve­ra de ca­ba­llo en la man­za­na os­cu­ra” de aquel poeta en Nueva York.

El con­te­ni­do vi­ven­cial sub­je­ti­vo de la ex­pe­rien­cia men­tal. La cua­li­dad es­pe­cial de la vi­ven­cia cons­cien­te que trans­cien­de el con­te­ni­do in­for­ma­ti­vo de una im­pre­sión sen­si­ble. Las cua­li­da­des que dan un ca­rác­ter ex­tra­or­di­na­rio, único, propio, inefable, radicalmente privado a una ex­pe­rien­cia. La se­gun­da cara in­di­so­cia­ble de una per­cep­ción para el ce­re­bro hu­mano: los Qua­lia (de qua­lis, “como es”). Un con­cep­to quizá evanescente pero intuitivo en el co­ra­zón mismo del pro­ble­ma mente-cuerpo am­plia­men­te tra­ta­do en la fi­lo­so­fía y ac­tual­men­te en­ri­que­ci­do por las neu­ro­cien­cias.

Des­cu­brí la pa­la­bra en un ar­tícu­lo de Mente y ce­re­bro que re­la­taba la ex­pe­rien­cia de un grupo in­ter­dis­ci­pli­nar en Ale­ma­nia (fi­ló­so­fos, psi­có­lo­gos, lin­güis­tas, psi­quia­tras, his­to­ria­do­res del arte… !qué en­vi­dia!) que in­ves­ti­ga sobre el tema. Trato de com­pren­der la evo­lu­ción de la pers­pec­ti­va fi­lo­só­fi­ca en la en­ci­clo­pe­dia de fi­lo­so­fia de Star­ford y sigo a duras penas la ar­gu­men­ta­ción en con­tra de su exis­ten­cia de Da­niel Den­net .

Me in­tere­sa la po­si­ble fun­cio­na­li­dad de los qua­lia que probablemente in­ter­ven­gan in­te­gran­do e in­ter­pre­tan­do de ma­ne­ra ac­ti­va las im­pre­sio­nes sen­so­ria­les que ha­bi­tual­men­te se re­gis­tran de forma pa­si­va. Quizá las ex­pe­rien­cias se pro­ce­sen en el ce­re­bro ade­más de cómo uni­da­des de in­for­ma­ción sen­so­rial con una di­men­sión vi­ven­cial, va­lo­ra­ti­va, emo­cio­nal que ade­más puede ir ac­tua­li­zán­do­se en el tiem­po. Es la con­cre­ción neu­ro­bio­lo­gía de la in­ter­ac­ción or­ga­nis­mo cul­tu­ra. Tam­bién el lí­mi­te de la ob­je­ti­vi­dad.

La miro: es ella. Pero a ratos la ha­bi­tan re­cuer­dos an­ti­guos que la agi­tan o la hacen son­reir o la im­pe­len a la ac­ción. Con­tem­plo los cam­bios de la ex­pre­sión de su ros­tro. A veces está aquí, a veces está, sin duda, en otro sitio y lo re­fle­ja en su cara que cambia como un paisaje con las horas de los días. Trato de orien­tar­la, de man­dar­le cabos para arri­bar al pre­sen­te. Pien­so en los qua­lia, al­ma­ce­na­dos a lo largo de una vida, que quizá emer­jan como ne­nú­fa­res cuan­do ya fa­llan todos los me­ca­nis­mos de con­trol y procuren sensaciones muy nítidas, más allá del polvo del tiempo. Me re­fu­gio en pen­sar los “cómos” para so­por­tar la le­ve­dad del ser, mien­tras es­cu­cho a Glenn Gould y con­tem­plo apa­ci­ble­men­te el sol de in­vierno en el limonero que emerge sobre la pared blanca que hay fren­te a mi ven­ta­na.

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2 Comentarios

  1. says: jesus de la gandara

    R. Enhorabuena por traer aquí este tema. Me preocupa desde hace tiempo, pero no acabo de abordarlo por temor. De hecho estoy tramando mi próximo libro sobre componentes subjetivos de la consulta cotidiana a partir de vivencias contadas por pacientes. Obviamente lo no obvio, ciertamente lo incierto, indudablemente lo dudoso… mejor que lo que oimos, vemos, palpamos… ¿sabemos? Ya lo dijo alguien: Somos bruma pensativa. Estaría bien compartir este trasunto.

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