Un centímetro cúbico

Casi todos los días, casi todas las personas besamos, pero casi nunca pensamos en por qué lo hacemos y qué consecuencias tendrá. Posiblemente porque al ser algo tan común no hace falta hacerlo, aunque, en el fondo, besar es algo tan sencillo como misterioso, o tan complejo como fácil. Podemos indagar sobre muchas cosas sobre esta curiosa y frecuente conducta humana: ¿Qué son los besos?, ¿por qué besamos?, ¿para qué besamos?, ¿por qué nos gusta besar?, ¿por qué hay tantas maneras de besar?, ¿sólo besamos los seres humanos?, ¿por qué hay tantas diferencias entre personas y culturas?… y también ¿a dónde van los besos que damos?, ¿y los qué no damos?, aunque esta última es una estupidez retórica.

Y es que, en la vida humana casi todo, casi siempre, empieza por los labios, esos maravillosos instrumentos multiusos que tenemos en la puerta de la vida. A ellos les confiamos buena parte de nuestra nutrición, relaciones, afectos y conductas reproductivas.

Y en parte se debe a que los humanos somos los animales más pelados del Planeta y los labios son la parte de piel más pelada de nuestro cuerpo, por eso el beso es tan sutil, sensible, excitante y peligroso. Se dirá que los otros “labios” también son finos, pelados y sensibles, pero sólo los tienen la mitad de las personas.

Los besos casi siempre empiezan por la pequeña parte de piel fina y sensible de los labios. Tan sólo unos pocos centímetros cuadrados de piel especial y especializada, bajo los cuales hay miles de receptores, decenas de músculos, una tupida red de tejido conectivo, cientos de terminaciones vasculares y docenas de glándulas… Y además hay color, sabor, tacto, belleza, sentido y sensación.

Desde esa pequeña parte del cuerpo humano iniciamos este viaje al “planeta de los besos”.

El decálogo de los besos.

1. ¿Qué es besar?

Besar es algo más que juntar labios, bocas, caras o narices… Besar es tocarse, mezclarse, sentirse, aceptarse, rechazarse… por eso es apasionante, adelgazante, adolescente, oneroso, ostentoso, generoso, peligroso, asombroso… Es regresar a la ternura del pecho maternal, pero también es reconocer y aceptar a alguien a quien nos acercamos, olemos y saboreamos.

Por eso besar es tan íntimo y tan compartido, es como un viaje misterioso acompañado de la persona que más deseas, o como el ejercicio del más elevado dominio del comportamiento humano: el simbólico.

Buena parte de nuestra felicidad depende de la cantidad de besos que damos o nos dan. En materia de sensualidad nada hay más gozoso que los besos, no hay mejor caricia que el beso. Pero además los besos son la puerta de entrada a sexualidad: ese minúsculo centímetro cúbico de piel sexualizada es el mejor anuncio de otras zonas más específicamente sexuales, pero no más sensuales.

2. ¿Para qué besamos?

“En el principio fue el beso”… luego vinieron las palabras, y la cultura, y la sociedad, y… el Planeta de la humanidad. He aquí un buen lema que de por si bastaría para justificar todos los besos. Antes de saber hablar con palabras, ya sabíamos hablar con besos, como hacen muchos animales y nuestros primos primates. El primer lenguaje humano significativo, de la saga del koisan, en África, se estructuró con sonidos labiales, sonidos de besos.

Pero lo que originó el beso es inseparable de otra pregunta: ¿se puede vivir sin besar? Se puede, obviamente, pero es menos vida. Los seres humanos no sólo vivimos, sino que coexistimos, cohabitamos, convivimos y copulamos, y el beso sirve para todo eso y más.

Los habitantes del “Planeta de los besos” nos movemos por gestos e impulsos, nos conducimos por señales y símbolos, nos arropamos con consignas y lemas. Bajo esas capas nos encontramos seguros. Los besos son esas tres cosas: gestos, símbolos y consignas. Los besos son un lenguaje planetario que tiene muchos dialectos, con una gramática complicada y una semántica plural.

En resumen, y a lo llano, besamos para ejercer las tres cosas que crean y sostienen la vida: Nutrición, relación y reproducción. ¿Hay algo mejor?

3. ¿Por que besamos?

Los besos tienen un origen filogénico y ontogénico rastreable en la evolución de las estructuras neurales hasta el momento en que se desarrolló el actual cerebro emocional humano – sistema límbico, hipotálamo, etc. – lo cual sucedió en las aves y los primeros mamíferos.

Por eso hay animales que besan, que saben besar, aunque no sepan que saben. Nosotros en cambio somos “profesionales” del beso. Ellos besan para coexistir, para relacionarse, para reconocerse, para cuidarse, para tranquilizarse, para protegerse, para tranquilizarse. Nosotros también, pero además hablamos de ello.

Uno de los orígenes evolutivos del beso es la alimentación “boca a boca”. El otro origen evolutivo es el contacto nasal, el reconocimiento olfativo, cuyos fines son la ligazón y la procreación. Ambos orígenes se desgranan en las numerosas formas y significados de los besos.

Las feromonas son sustancias misteriosas implicadas en el beso. Se transmiten entre animales y seres humanos en los contactos cercanos, y aunque no se reconozcan conscientemente, intervienen fuertemente en la selección de pareja y los comportamientos sexuales, copulatorios y amatorios.

Una anécdota: Acaban de aterrizar en este mundo dos niñas preciosas, Paula y Natalia, que apenas tienen una semana de vida. Su madre disfruta de su candor de cachorrillas, las colma de besos y duermen plácidamente, hasta que ella les roza suavemente en los labios con sus pezones lechosos, y sus boquitas se proyectan automáticamente dispuestas para no perder ni una gota. Cuando crezcan y dejen de mamar, pasarán adormecidas los años del destete, hasta que algún día, cuando “adolezcan”, venga un príncipe encantado y las despierte de nuevo con un beso mágico.

4. ¿Desde cuando besamos?

Nuestra especie es “Homo osculator”. Todos los seres humanos, de todos los tiempos, lugares, culturas, razas y linajes han besado, besan y besarán. La historia de los pueblos, sus mitos, ritos, códigos, leyendas, artes, encuentros y enfrentamientos se pueden sazonar con múltiples modelos de besos. La historia es una urdimbre de besos con trama de tiempo y geografía.

Vivimos en el “planeta de los besos”: Besos para todos y todos para el beso. El beso es un elemento simbólico de cohesión. La reunión de los seres humanos, la supervivencia de nuestra especie, se basa en la cooperación emocional e inteligente, el beso es el símbolo más eficaz de esa “pax” fecunda.

Pero los besos también tienen sus riesgos. Por ellos se han cometido tantas hazañas como fechorías. Los besos han causado muchos males y miserias, alimentado muchas pasiones y arrebatos, imprudencias y estupideces, celos, recelos, luchas y guerras. Las tumbas de los grandes besadores de la historia están llenas de saliva y sangre, de misterios y atrocidades. Aun así nunca hemos dejado de besarnos. Los besos son evolutivamente rentables.

5. ¿Cómo besamos?

Hay muchas maneras de besar. Retahílas, repertorios, catálogos, relaciones y diccionarios de besos. En la variedad está el gusto, aunque a menudo las variaciones sean escasamente originales. Los seres humanos somos los únicos animales que usamos y abusamos del beso hasta la desmesura. Besar por besar, eso hacemos, y conseguimos que el beso se pervierta y desaliñe. Y es que los labios son un instrumento multiuso, sumamente versátil. Y el beso es su utilidad más suculenta y divertida.

El beso pertenece a la categoría de los lenguajes gestuales, morfemas simples o gestos informales que permiten la comunicación y la comprensión. Son como los sonidos elementales que cimientan las categorías y relaciones gramaticales de la comunicación primigenia. Ya lo dijo Alfred de Musset: “el único idioma universal es el beso”.

6. ¿Todos besamos igual?

Para cada persona, en cada circunstancia, los besos pueden tener diferentes usos y significados. ¿Cada cual besa según es, o es según besa? ¿Dime como besas y te diré como eres, o es al revés? La relación entre el besar y el modo de ser de las personas es compleja. Hay personas que padecen carencia de besos y por eso ostentan conductas neuróticas o inadaptadas. La carencia infantil de besos produce una especie de raquitismo emocional que afecta a la formación de la personalidad y se manifiesta en comportamientos ansiosos, glotones, egoístas o perversos.

Obviamente son teorías difícilmente verificables, pero lo que es evidente es que los besos son una vitamina esencial para el desarrollo del cerebro de niños y niñas, y personas de todas las edades. En la hiper-vida moderna, la ancianidad padece carencia de besos, y sin embargo nunca los necesitaron tanto. La mejor medicina contra la pérdida senil de memoria y ganas de vivir es una mezcla de besos, abrazos y palabras, que no tiene contraindicaciones ni efectos secundarios.

7. ¿Los besos son sexo?

La intimidad sexual de la boca es de tal magnitud que puede decirse que la distancia más corta entre dos personas es el beso. En efecto, la distancia emocional más corta no es la línea recta de la mirada, es la curva ondulada de los labios. El beso convoca, une, reúne y unifica. Más que el coito, más que el abrazo, más que la palabra. El beso se da y se recibe al tiempo, se comparte y co-protagoniza. Se puede violar sexualmente a alguien, pero no se puede besar a alguien que no participa. Un beso no es un beso hasta que no se divide en dos, dice un dicho gitano.

Los seres humanos sabemos mentir y engañar en casi todo, pero no se puede besar y mentir, engañar y besar al tiempo. Eso no es beso, y se nota enseguida. Los labios nunca mienten, aunque a veces traten de mentir. Los otros labios, los de ellas, pueden mentir y engañar a la otra mitad de la humanidad. Y no es infrecuente que lo hagan.

8. ¿Es peligroso besar?

Los peligros y bondades de besar son dos de sus aspectos más intrigantes. Y es que los besos siempre tienen efectos primarios y secundarios, beneficiosos y adversos.

Por ejemplo, dicen los poetas que los besos crean adicción, y es cierto. La neurobiología lo explica muy bien. Una gran parte de nuestro cerebro lo tenemos dedicado a los labios y la boca. Por eso los besos se sienten tanto. Desencadenan una tormenta bioquímica en el cerebro a una velocidad altísima. Van directos al cogollo del cerebro, y activan sustancias implicadas en el placer y la recompensa: feniletilamina, catecolaminas, oxitocina, dopamina, endorfinas… Por eso los besos crean adicción, y también por eso son tranquilizadores y euforizantes, puede que incluso sean antidepresivos. ¡Bendita droga!

Las otras enfermedades del beso son más taimadas y traidoras, como los virus, bacterias y hongos que se comparten al besar. La “enfermedad del beso” es la mononucleosis infecciosa, que suele ser bastante molesta, pero poco grave.

Y es que el beso de los enamorados es una potente aspirina que todo lo cura. Los besos mortales sólo existen en las leyendas. Puestos en la balanza, los beneficios saludables del beso superan ampliamente a los riesgos. Besemos pues sin miedo ni aprensiones.

9. ¿Besar es un arte?

El arte de besar donde mejor se observa es en las bellas artes. Sea en línea o color, en nota o mármol, en plancha o electrón, todas las materias artísticas han tratado con los besos. Acaso sea la musa más bulliciosa, el motivo más impulsor de la creatividad artística. Cada uno podría elegir su beso preferido en pintura, poesía, música, escultura, fotografía o cine.

Pero es éste sin duda el que mejor lo ha captado, trasmitido, creado y recreado. Tanto que podríamos decir que el cine nos ha enseñado a besar, que ha creado una nueva cultura del beso. En la “fila de los mancos” los labios van al beso, encuentran otros labios sin necesidad de luz ni topografía. Las neuronas de los labios saben encontrar otros labios sin que nadie las enseñe. Los expertos aseguran que basta con ver a Burt Lancaster y Deborah Kerr en “De aquí a la eternidad”, dándose el que dicen es el mejor beso del cine, para que los cerebros de los que lo contemplan se activen y segreguen sustancias placenteras. No hay censura que los pare. ¡Benditos besos de cine!

 

Teoría unificada de la conducta de besar:

Sobre todo lo anterior podríamos elevar a “Teoría unificada” de la conducta humana de besar, basada en una idea triangular: “El beso siempre es cosa de tres”. Veamos:

Los orígenes del beso son tres: Olfatorio, alimenticio y sexual.

Los usos del beso son tres: Saludo, cariño y placer.

Los implicados en el beso son tres:
Tres órganos: Labios, boca, nariz.
Tres funciones: Sensación, percepción, movimiento.
Tres sensorios: Tacto, olfato, sabor.
Tres sistemas neuroquímicos: Feromonas, neurotransmisores y hormonas.
Tres afectos: Deseo, apego, apaciguamiento.
Tres rituales: Saludo, respeto, devoción.
Tres semánticas: Gestos, símbolos, consignas.
Tres principios esenciales de la vida: nutrición, reproducción y relación.

Y para acabar elevemos el beso a lema simbólico de esta pequeña esfera azul a la que algunos se empeñan en amargarle la piel:

“Besos sin fronteras para la paz del Planeta”.

* Referencias:

El Planeta de los Besos. Ed. Eduromédice, 2008.

Versión on-line: “El lenguaje de los besos”. Psiquiatría.com.

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