Es curioso. A veces la brisa riza el mar, muy levemente, al amanecer y parece persistir hasta la noche, transformándose, siendo la misma, cambiando la voz de las olas, quizá los recuerdos. Igual que aquella música tan lejana, sutil, como oyéndola desde otra estancia, puede transformarse en una voz de mujer que susurra y, de pronto, hace juego con el verano, frente al mar, sintiendo la brisa en el rostro y mirando a la luna reclinarse en el horizonte. Del Étude número 3 en Mi op 10 de Chopin a Jo Staford en 1950 o a una película de éxito donde la descubro, donde evoca una nostalgia que no siento congruente con la historia. Pero sí con el mar que ahora miro y que se riza…

No Other Love can warm my heart
Now that I’ve known the comfort of your arms
No other love.
Oh the sweet contentment that I find with you Every Time
Every Time.
No other lips could want you more For I was born to glory in your kiss.
Forever yours
I was blessed with love to love you Til the stars burn out above you
Til the moon is but a silver shell
No other love, Let no other love
 Know the wonder of your spell.

*La imagen es del fotógrafo Hugo González Granda.

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