Hay quienes escriben como si tuvieran una enfermedad muy dolorosa que sólo pudiera ser curada escribiendo páginas siempre insuficientes que abrirían nuevas heridas, siempre más dolorosas, más incurables, hasta la destrucción final bañados en litros de alcohol, soledad y mala vida. Los que parece que tienen un motivo personal, que sólo pueden afrontar precisamente de esa manera.

Hay quienes escriben como si estuvieran llamados a una peregrinación por lugares oscuros, tanto más oscuros cuanto más presuntamente auténticos. Así que la escritura se convierte en algo parecido a meterse los dedos en la boca para vomitar impurezas y traumas o para justificarse un tipo de vida excéntrico que se supone apasionante, hasta que duele mucho la cabeza por las mañanas como suele ocurrirle a Hank Moody, ese mito de escritor ficticio que muchos admiran de verdad.

Hay quienes nunca ha salido de su casa pero parecen haberse enterado de muchas cosas esenciales y además saber escribirlo con más elocuencia que los que creen haberlo vivido todo o viajan mucho pero nunca escriben nada realmente bueno. Hay quienes comienzan muy pronto y quienes lo hacen cuando son muy viejos.

Hay quien es muy tranquilo y escribe novelas de acción y quien escribe una historia de amor sin haberse enamorado nunca. Hay quien tiene muchos estudios académicos o ha asistido a muchos cursos de escritura y el que no ha estudiado nada y todo lo ha aprendido por su cuenta. Hay quienes comenzaron triunfando muy pronto y terminaron olvidados y los que fueron reconocidos muy tarde pero fueron recordados para siempre. Hay quienes escriben por divertirse y los que lo hacen por olvidar. Hay quienes escriben con la facilidad que el agua mana de una fuente y los que caminan sobre cristales mientras escriben dos renglones al día donde se juegan literalmente la vida. Hay quien sólo ha escrito un libro en toda su vida y los que han escrito más de cien.

Hay muchos tipos de escritores, muchos caminos para llegar al mismo sitio, a poder decirse, en algún momento de su vida: “soy un escritor”. Luego, claro están los que triunfan, ganan dinero o pasan a la posteridad. Y entre esos también los hay de todos los tipos posibles. Pero eso ya es otra historia…

 

“(…) Nací para escribir. La palabra es mi dominio sobre el mundo. Tuve desde la infancia varias vocaciones que me llamaban ardientemente. Una de las vocaciones era escribir. Y no se por qué, fue ésta la que seguí. Tal vez porque para las otras vocaciones necesitaría un largo aprendizaje, mientras que para escribir el aprendizaje es la propia vida viviendose en nosotros y en nuestro alrededor. Es que no sé estudiar. Y, para escribir, el único estudio es justamente escribir. Me adiestré desde los siete años para tener un día la lengua en mi poder. Y no obstante, cada vez que voy a escribir es como la primera vez. Cada libro mío es un estreno penoso y feliz. Esa capacidad de renovarme toda, a medida que el tiempo pasa, es lo que yo llamo vivir y escribir.”

CLARICE LISPECTOR

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1 Comment

  1. says: Pilar

    Doctor, (soy paciente suya), un verdadero misterio ciertamente el que impulsa a verter tu alma en unas líneas… Muy acertado el análisis de las motivaciones, el cómo y el por qué de cada individuo… Para los que el lenguaje ejerce tan poderosa atracción, las palabras son un tesoro que conforman la realidad, el mundo. Tienen color, tacto, sabor, sonido, aroma…. Una palabra puede iluminar un día, una vida…..
    Gracias por ellas….

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