Stein, muerte en la banda

Lo último que Jock Stein hizo en su vida fue clasificar a la selección de Escocia para un Mundial.

La frase que encabeza este artículo no es del todo literal, falla en una de las dos partes del enunciado. Paradójicamente, y en contra de lo que se pueda pensar sin continuar leyendo estas letras, el error en la sentencia está en la clasificación de Escocia para el Mundial de fútbol de México 1986, ya que ésta era sólo virtual: los escoceses debían vencer en una eliminatoria directa a Australia, pero la diferencia de potencial entre el fútbol de ambos continentes hacía que el pase de los europeos fuera casi un hecho. Por eso, Escocia, formalmente, no estaba clasificada. Pero sí que fue lo último que Jock Stein hizo en su vida.

 

John ‘Jock’ Stein nació el 5 de octubre de 1922 en Cardiff, y antes de morir en la banda del Ninian Park de País de Gales había roto unas cuantas barreras en los banquillos. A una carrera como jugador que le llevó a jugar en equipos como el Albion Rovers o el Celtic, Stein sumó una exitosa trayectoria como técnico que colmó su caminar de laureles. Agarró en el pozo del descenso al Dumfermline y en seis semanas le salvó de la hoguera, llevándole en la temporada siguiente al título de copa escocés. Tres años después, en 1964, ganó la Copa de Verano con otro club, el Hibernian, y en marzo de 1965 rompió la primera barrera importante al convertirse en el primer entrenador no católico del Celtic en toda su historia. El desliz de sus creencias lo recompensó con creces desde la banda, ganando diez ligas (nueve seguidas) ocho copas escocesas, seis Copas de la Liga y otros trofeos. En 1967, dos años después de su llegada, nadie se acordaba de que Stein no era católico porque ya tenían otra forma de llamarle: era el nuevo campeón de Europa con el Celtic, un título que se les escurrió entre los dedos en otra final en 1970. Dejó el banquillo de los verdiblancos en 1978.

La Federación Escocesa puso en las manos de Stein a una selección que se había acostumbrado a estar en las grandes citas mundiales. Estuvo en la de 1978 y en la de 1982, y tenía en su mano la posibilidad de viajar a México para jugar su tercer Mundial de manera consecutiva. Para entonces, Stein ya había reclutado a su lado a un jovencito que pronto haría carrera en los banquillos y a quien ahora es imposible citar sin su título nobiliario delante: Sir Alex Ferguson. Escocia dependía de sí misma para clasificarse en su grupo europeo por detrás de España, que tenía en el horizonte a la débil Islandia como último peldaño hacia el mundial mexicano que encumbró a Diego Armando Maradona. Escocia jugaba a domicilio ante un rival siempre clavado en el corazón como una espina, Gales, y la moneda de Australia y el vuelo directo hacia el Estadio Azteca giraba en la noche del 10 de septiembre de 1985, en el estado de Ninian Park.

A Escocia le valía con no perder, algo que hacía a los diez minutos de encuentro. Hughes adelantó pronto a Gales con un disparo de zurda que mutó el gesto de Jock Stein, menos agitado que de costumbre en la banda. Junto a él estaba Alex Ferguson, que esperaba una reacción de su mentor que no se producía, algo que empezó a extrañar al luego exitoso técnico del Manchester United. Tan extraña era la actitud de Stein que ni siquiera cruzó palabra con su segundo, con el que solía comentar los partidos. Callado, hierático, tragaba saliva como podía mientras su corazón empezaba a trizarse en medio de un partido en el que su país se jugaba el pase al Mundial. Y allí siguió, junto al banquillo, mientras Gales disfrutaba de su victoria momentánea.

La extrañeza primera de Ferguson se tornó preocupación poco después del éxtasis. Cooper colocó el balón en el punto de penalti del área galesa en la segunda mitad y transformó un tanto que daba a Escocia la posibilidad de abusar de Australia para ir al Mundial. El banquillo saltó rodeado de una euforia que sólo rozó al técnico, Jock Stein, que en esos momentos se moría. Todos los jugadores suplentes saltaron al campo para celebrar el gol del empate y Ferguson corrió con ellos. Stein se quedó clavado en la banda con un dolor punzante creciendo en su pecho. Escocia descontaba minutos de partido, y su seleccionador apuraba los últimos sorbos de su vida.

Cuando el colegiado pitó el final, la alegría se extendió por toda Escocia, pero en el campo duró un suspiro. Los jugadores corrieron batiendo los brazos y saltaron por todos los rincones de Ninian Park, pero pronto volvieron la cabeza a la banda donde Stein, después de saludar levemente con la mano para mostrar su satisfacción, se desplomaba. El seleccionador fue recogido en volandas por dos policías y varios miembros del cuerpo médico y trasladado rápidamente al vestuario. Salió del campo minutos después de que el partido terminara, apenas una hora antes del final de su vida. Fue Alex Ferguson el encargado de entrar en el vestuario para dar la noticia a los jugadores, que vivieron la alegría más efímera de su vida: habían conseguido aquello por lo que llevaban luchando cuatro años, pero su técnico, Jock Stein, acababa de morir sin completar la proeza. Ferguson se hizo cargo del equipo en la eliminatoria ante Australia, pero luego dejó la selección. No quiso llevarse los laureles de un trabajo que inició su mentor, al que vio morir a su lado en la banda.

Lo último que Jock Stein hizo en su vida fue clasificar a Escocia para un Mundial.

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