Cómo convertir una clase de Literatura en una performance de Dadaísmo

Coja un aula.

Coja un conjunto de adolescentes.

Equípelos con sendos libros de texto.

Asegúrese de que en la cubierta dice “Literatura”.

Escoja en el libro de texto una lección que quiera transferir a sus mentes; por ejemplo, una dedicada pomposamente a las Vanguardias.

Proyecte a l@s adolescentes el consabido Powerpoint.

Antes de que se hayan dormido por completo, léales un poema de Tristan Tzara.

Ese que dice:

 

Coja un periódico.

Coja unas tijeras.

Escoja en el periódico un artículo de la longitud que cuenta darle a su poema.

Recorte el artículo.

Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa.

Agítela suavemente.

Ahora saque cada recorte uno tras otro.

Copie concienzudamente      

en el orden en que hayan salido de la bolsa.

El poema se parecerá a usted.

Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque incomprendida del vulgo.

 

Para asegurarse de que han comprendido la idea, haga un ensayo inmediatamente.

Proponga a l@s adolescentes que cada uno recorte una palabra de un periódico llevado al aula al efecto.

Proceda según las normas de Tristan Tzara.

Contenga su enfado cuando compruebe que entre las palabras recortadas se repiten las referidas al Real Madrid.

Muestre satisfecho a l@s adolescentes el resultado, titulándolo “Poema dadaísta número 1”.

 

 

JUICIO AL MADRID

El Real Madrid

es un sinvergüenza

supremo.

Guarda silencio libertad.

Una sonrisa.

JUICIO AL MADRID OTRA PERSPECTIVA

Miedo al Madrid: Alien

Respeto Amar es para siempre

Madrid es cine

Mucha más libertad Madrid. 

 

Invítelos a repetir el proceso en sus respectivos domicilios.

Señáleles que ignorar el requerimiento podría constituir un obstáculo en su carrera académica.

Deje reposar la cuestión durante un fin de semana.

Llegado el lunes, recoja las tareas que aporten los estudiantes.

Recoja satisfecho los poemas dadaístas números 2, 3 y siguientes en la serie de los números naturales.

 

Observe con regocijo la variedad y multiplicidad de tipografías y conceptos en todos los poemas recopilados.

 

 

En todos salvo en uno.

Ese que se titula La televisión.

 

 

Repare en que todas sus palabras coinciden en una anodina familia Frutiger del diminuto cuerpo 9.

Empiece a atar cabos en menos tiempo del que el joven dadaísta dedica a leer en voz alta su poema.

Mientras lo lee con desgana, aproveche que el rapaz está junto al pizarrón para sustraer de su pupitre el libro de texto.

Ese en cuya cubierta reza “Literatura”.

Hojee sus páginas y localice una con nueve perforaciones rectangulares.

 

Escuche las risotadas de la grey juvenil mezclándose con las carcajadas de Tristan Tzara desde la ultratumba.

Dude entre suspender al aprendiz de dadaísta u otorgarle la máxima calificación.

Después de todo, nunca habrá estado tan cerca de la escena de ‘El Club de los Poetas Muertos’ en que el profesor Keating-Williams manda arrancar una página absurda del libro de texto.

 

 

 

 

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