Jesús Hermida, una voz de aquellos tiempos

Hay gente que tiene suerte o algún tipo de talento muy depurado, o un carácter, que le permite sobrevivir a las épocas, navegar con éxito en mares muy distintos, ser popular y apreciado por todo un mundo de colores no demasiado compatibles, conseguir evitar esos dilemas que cuestan una carrera para siempre o afrontarlos de la forma justa para situarse en la cresta de una ola que otros perdieron para siempre, tener amigos hasta en los más profundos infiernos.

Jesús hermida 4

La inflexión de su voz, tan característica, aparecía en aquellos telediarios en blanco y negro, trayendo ecos de una modernidad que parecía tan lejana como la luna, cuya conquista retransmitió aquella madrugada con una épica de comentarista deportivo que trata de calentar entusiásticamente al auditorio. Antes se había fogueado en aquel “Pueblo” de Emilio Romero, otro maestro del arte camaleónico, que dio amparo a muchos jóvenes periodistas que luego serían claves en la época de la Transición.

MAS PERIODICO JESUS HERMIDA CON NIXON

Supo crearse una imagen muy reconocible, algo histriónica, que apetecía ver de vez en cuando, que funcionaba como una banda sonora que daba continuidad y acompañaba amablemente a lo largo de los años. Siempre era adulador, positivo, elegante, parecía estar siempre inaugurando algo muy importante, subrayándolo todo a la vez, hasta lo más contradictorio. Procurando llevarse bien con cualquier poder verdadero, quizá el secreto primordial que aprendió muy de joven para tratar de ocupar su lugar en el mundo.

Ayer murió, al parecer de repente, como los héroes afortunados a los que los dioses ahorran padecer la decrepitud de la vida. Jesús Hermida, un funámbulista que supo estar en muchos sitios a la vez y vivir una vida muy interesante. Un tipo entrañable para mucha gente de un tiempo de este país…

Jesús Hermida

Televisión Española, después de ‘Pueblo’, fue su casa, y Nueva York su destino. Podría decirse que jamás volvió de Nueva York, que bajo el puente de Brooklyn, donde le dio sentido a su acento (entre norteamericano y onubense), se hizo un periodista distinto al que en España veían con el morbo de los que no quieren que alguien se comporte con la libertad que envidian. Y fue él mismo, hasta el final; esa entrevista reverenciosa al rey no era tan solo un servicio a la Corona: era la reminiscencia institucional que anidaba en el espíritu de Jesús Hermida, capaz de la canalla de Pueblo y capaz también de subirse al trono como si allí hubiera estado toda la vida, como un cortesano que por dentro despreciaba el lujo con el que a veces lo revistió la vida. Cuando ocurrió ese famoso incidente de su entrevista con el rey Juan Carlos, le pregunté si quería decir algo sobre las críticas que le cayeron como huevos en un escenario. Me dijo que estaba de acuerdo con todos sus críticos, “pues no faltaba más”.

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