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Al inicio de la novela Amérika de Franz Kafka el protagonista viaja de emigrado a Nueva York, y cuando sube a cubierta ve en la lejanía la Estatua de la Libertad blandiendo una espada en vez de una antorcha. Los críticos nunca han terminado de decidir si Kafka se equivocó o introdujo ese elemento extraño aposta, al igual que sucede con la “k” del título. Pues bien: a partir de hoy la visión de Kafka puede empezar a ser literal. Una espada flamígera para expulsar a los inmigrantes sin papeles, una espada de 3000 kilómetros para disuadir a los que quieran entrar, y una espada de legalismos para aislar a EEUU de sus responsabilidades internacionales. Donald Trump es un energúmeno difícil de creer que acaba de ocupar legítimamente no el puesto del hombre más poderoso del mundo, que eso quién podría saberlo con absoluta certeza, sino, y esto sí es seguro, el cargo de mayor responsabilidad del mundo. Como la mayoría de los norteamericanos le han votado, no parece posible que vuelvan a incendiarse las calles como en tiempos de Nixon y la Guerra de Vietnam cada vez que Trump tome una decisión enloquecida. Cientos de millones de rednecks le han votado y esos terminan por asumirlo todo entre cerveza y cerveza, partido y partido. Ya lo escribí alguna vez, si se me permite autocitarme, aunque no recuerdo donde: en la vida real, nuestro querido Homer Simpson está muy lejos de ser tan entrañable y gracioso…

 

Pero hoy es un día de nerviosismo, veremos como amanece mañana. Trump es una especie de tumor que nos ha salido a todos, incluso a los de su propio partido, y está por analizar cuidadosamente si es benigno o maligno. Viviremos los primeros 100 días de su mandato en plena biopsia. Porque lo mismo Trump sólo quería ser importante, más importante aún, y una vez que ha visto su desbocada vanidad satisfecha olvida de todo el fuego de salva de sus estúpidas promesas electorales. En este caso nos saldría el tumor benigno, y ya decía Woody Allen que las dos palabras más bonitas de cualquier idioma no son “te quiero”, sino “es benigno”. Pero esa no parece ser la situación, y además, tan sólo con haber sido electo, ya de por sí ha hecho mucho daño. Si además de esto es un megalómano, aunque sea un megalómano de baja intensidad, el tumor será maligno, y estaremos jodidos. EEUU podría ser  a la larga la “tumba de Occidente”, como escribió en una ocasión Susan Sontag. No querría estar, hoy, en la piel de Hillary Clinton, por varios motivos. Ni tampoco demasiado en la mía, porque, echando la vista atrás, al menos George Bush era más pelele. Pero ya digo que hoy es un día de nerviosismo, veremos cómo amanece mañana…

 

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7 Comentarios

  1. says: ignostico_misantropo_nihilista_iconoclasta

    yo creo que la va a suceder al igual que en mi pais Uruguay le paso a Mujica, paso todo el periodo pensando que era el presidente y las decisiones las tomo “el poder de siempre”solo dejo frases e intenciones pero nada cambio,seguimos con mas de lo mismo

  2. says: ricardo pihen

    El mérito de Trump, es haber destapado la cloaca anticultural, cero educación, nada de sentidio común de un montón de millones de gringos obcuirantistas, q’ tienen el mismo tumor…

  3. says: Javier Ortega

    En la edición de las obras completas de Kafka publicada por Galaxia Gutenberg Jordi Llovet afirma que lo de la espada parece hecho aposta por Kafka: Karl Rossmann llega a una patria lejana expulsado por un acto de “justicia”, y encuentra una estatua tal vez inspirada en el ángel custodio del Edén, cuya espada es flamígera. Lo que quedaría por saber es por qué en lugar de encontrarlo en las puertas de la tierra de expulsión, Europa, esté en las de la tierra de promisión, América. Tal vez porque al protagonista no le resulta ser una tierra de promisión, sino de aventuras y desventuras, y porque la estatua representa un “resto” de lo que no cuenta la novela pero Kafka habría tenido en mente desde el comienzo: la falta cometida en Europa. De todos modos, no hay pruebas escritas por Kafka de ninguna de estas hipótesis. Y tampoco sabemos muy bien qué falta habremos cometido no sólo los europeos, sino todos los demás que no serán bienvenidos a la tierra de promisión por la espada de Trump.
    ¿Lo de la k en el título no se debe simplemente a que se escribe así en alemán?

  4. says: Óscar S.

    Yo creo que son equívocos adrede. Y consiguen dar la sensación, querida por el autor, de que no conocemos EEUU, de que es, efectivamente, un “país desconocido”, kafkiano, como escribía Paul Krugman hace dos días. Que nos engañan con la mayoría de las películas y de la música… (pero Los Simpsons menos).

  5. says: Óscar S.

    De Uruguay no tengo idea. En general la democracia empieza a parecer (ahí va una definición nueva, de mi cuño y letra… XD) aquel sistema político en que se ofrece la opción de votar progresista para que de todos modos termine por vencer la reacción…

    Pero pensar no en Mujica, sino en la pobre Hillary… (en lo de Sanders no me meto).

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