Adolf Loos, Casa Tzara, París, 1926

Tristan Tzara, escritor francés de origen rumano cuyo verdadero nombre era Samuel Rosenstock, fue uno de los fundadores del movimiento Dada, conjuntamente con otros hombres como Hugo Ball, Hans Arp y André Breton. Un movimiento que nacido en 1916, tiene su plenitud hacia 1922 y muestra ademanes anti-académicos y anti-burgueses, en palabras propias de Tzara, en el prólogo del libro de Georges Hugnet La aventura dada. Una de las características más definitorias del movimiento Dada sería según Tristan Tzara, “la confusión de géneros. Cuadros-manifiestos o Poemas-dibujos de Picabia, fotomontajes de Heartfield, poemas de orquestación fonética simultánea, etc” son las partes visibles de su legado artístico y anti-artístico. Con todo lo cual cabría pensar ¿cómo sería la Casa Dada, o cómo debería de ser la casa mandada construir por Tzara? Quien encargó al arquitecto Adolf Loos el proyecto para construir una casa en París.

Y desde aquí podemos interrogarnos por la Casa Tzara y sus atributos formales. Sin saber la correspondencia que pudiera existir entre el pensamiento Dada y la trayectoria ya asentada de Loos y su arquitectura de control espacial. Si la hibridación campea en ese universo que desprecia lo Moderno, desde el relativismo de toda codificación dogmática, cabe entender las dificultades de dar salida a una Casa para Tzara o una Casa que asumiera sobre sus trazas el cuerpo y la sangre del Dadaísmo.

 

 

Adolf Loos nacido en Brno en 1870, cursó estudios en el Politécnico de Dresde entre 1890 y 1893, no sin antes haber desempeñado múltiples trabajos. Este último año, viaja a Chicago con motivo de la Exposición Universal, permaneciendo tres años en Estados Unidos; regresando a Viena en 1896 con una estancia previa en el París de fin de siglo. Todas estas circunstancias formativas y viajeras, marcaron las diferencias de Loos con los seguidores de la Wagnerschool vienesa. Frente a la Arquitectura ornamentada, tatuada incluso, practicada en el contexto de la Sezession y de los seguidores de Otto Wagner, Loos influido por el esquematismo constructivo y la simplicidad técnica, captados en su estancia americana, reivindica una Arquitectura desornamentada y aún desnuda. Idea que será coincidente con la exposición de Le Corbusier de 1925 en El arte decorativo de hoy, que viene a dejar constancia del hundimiento de las Artes aplicadas y decorativas frente a los objetos industriales que empezaban a proliferar. Estas fueron las visiones de sus primeras obras en Viena, el Café Museum (1899) y sobre todo, la casa Loos (1910) en la Michaeler Platz, frente al Hofburg. Entre ambos trabajos se produce la publicación, en 1908, de su manifiesto Ornamento y delito, que venía a ser por ello una de las primeras piedras en el ideario de la Arquitectura del Movimiento Moderno, adelantado en 17 años el texto citado anteriormente de Le Corbusier. Junto a la idea de la Arquitectura desornamentada y carente de atributos decorativos, Loos propone una renovación de la espacialidad interior, a través del concepto de Raumplan.

 

 

Loos, en 1923, había sido invitado a participar en el Salón de Otoño de París, y era un arquitecto sobradamente conocido y valorado en la Viena de su residencia. Y ello pese a haber abanderado posiciones contrarias a las de la Sezession, lo que acrecentó su popularidad dentro del mundo vanguardista parisino. En agosto de 1925 recibió el encargo de proyectar la casa Tzara anulando inmediatamente su empadronamiento en Viena y fijando residencia en la capital francesa donde permanecería hasta 1929.

La vivienda, en la Avenue Junot 15, de París, destaca en medio de los edificios que la rodean por su diseño depurado y por sus esquemáticas líneas. Loos recrea una arquitectura minimalista para un dadaísta; cuando la demanda de Tzara pudiera haber sido de otra naturaleza. Porque ¿cómo se articula una Casa-Programa o se rinde una Casa-Manifiesto? Un movimiento, el Dada, que se caracteriza por revelarse contra lo establecido y por cierta parodia o burla del arte burgués, recreándose en la Confusión y en el Antidogmatismo. Más aún, y en palabras de Tzara, “Dada ha proclamado siempre que no era Moderno”. Y ¿cómo conciliar todas esas derivas y proclamas con el rigorismo formal de Loos? Un rigorismo aplicando en sus proyectos el concepto de Raumplan, de manera sistemática. Y así, cada espacio interior posee unas dimensiones propias relacionadas con el carácter y el uso que se le dará, de forma que se crean unidades con alturas diferentes, pero conectadas entre sí, logrando cierta autonomía entre éstas, pero manteniendo relaciones visuales y funcionales. De ese modo, no hay una altura de techo constante y las pequeñas diferencias de nivel se salvan con escalones que comunican las zonas funcionalmente complementarias.

 

 

La fachada está dividida en dos partes, la inferior acabada en piedra se extiende a dos niveles y la superior revocada en blanco a las restantes; seguramente influyeron en esta composición las particularidades del lugar, ya que la Avenue Junot, que lleva a la colina de Montmartre, cruza terrenos muy abruptos que obligaban a una importante contención del terreno y sólidos cimientos. Estos grandes muros que se curvan levemente hacia el interior, tienen ventanas relativamente pequeñas que le dan una presencia escultural. En las dos partes se alinean dos enormes entrantes, como excavados en la piedra, que ayudan a otorgar al proyecto un efecto casi monumental. La continuidad del muro de piedra que se convierte en la fachada del jardín consigue crear el efecto de continuidad.

 

Primer manifiesto Dada

En el interior de la casa Tzara, Loos continúa con su juego de espacios, que es el lugar donde realmente se concreta la fuerza de su pensamiento arquitectónico. Excava y ensambla ambientes de distintas alturas dentro de un volumen unitario y glacial. Observando la decoración original es fácil adivinar dónde termina la obra arquitectónica y donde comienza la decoración del dueño de casa, aunque este dueño sea Tristan Tzara. Lo cual cumple con los límites impuestos por Loos: al arquitecto corresponde “el muro y el mueble”. Quedando un vacío en la casa, que quien la habita y posee tiene el derecho y el deber de llenar con su privado “mal gusto”. Loos hace referencia indirecta a los gustos esotéricos y desviados de Tzara, quien colgó una máscara africana en el salón juntamente con diversos elementos exóticos y cuadros surrealistas de Hans Arp y Max Ernst.

 

 

La casa sorprende por su puesta en escena, a modo de un collage de materiales (tan caros a Dada) y de secuencia de espacios, de balcones y terrazas, de habitaciones simétricas y de anexos asimétricos. La zona de vivienda de Tristan Tzara empieza en el tercer piso y se extiende a lo largo de todo el edificio en un raro viaje vertical. Las dos puertas simétricamente ubicadas en la planta baja de la fachada llevan una al garaje y la otra a un hall de entrada, con una enorme ambigüedad de destinos. En este hall sólo se ubican dos puertas, una hacia el sótano y la sala de máquinas, y la otra hacia el garaje, y en ese vestíbulo nacen las escaleras que ascienden a los pisos superiores.

En la primera planta se encuentra el apartamento dedicado a alquiler, con un balcón sobre la avenida. El acceso se realiza a través de un patio techado que está ubicado en la fachada lateral del jardín, donde unas escaleras llevan hasta el departamento. La escalera principal no llega  al primer piso sino que accede directamente a la segunda planta; en el vestíbulo en el que nace la escalera dispone un vestidor y la bodega. Sobre un lateral de este segundo nivel se encuentran las cocinas de las dos viviendas.

 

 

La tercera planta corresponde en realidad a la primera de la vivienda de Tzara. Esta planta principal o la planta noble de la casa, acoge un salón-comedor en un nivel ligeramente superior al resto de la planta, con balcón a la Avenida Junot y chimenea, biblioteca, salón para las señoras y una antecocina, estos últimos ambientes en un nivel ligeramente inferior al del salón. En esta planta el juego de alturas hacen que las paredes adquieran un carácter tectónico especialmente marcado a través de los pilares, las pilastras y los entrantes murales. En el cuarto nivel se encuentran los dormitorios con una terraza. En el nivel quinto se proyectó otra gran planta habitable aunque nunca llegó a terminarse completamente.

De igual forma que nunca sabremos precisar el alcance del equilibrio/desequilibrio, entre Adolf Loos y Tristan Tzara en la casa de éste último. ¿Una casa Dada? No lo creo. Pero pese a todo y pese al declive del último Loos y del  Dada final, una casa memorable.

 

 

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