Refugios de montaña: Obelandhütte, Rifugio quintino sella, Tschiervahütte

La exposición Hoch hinaus! que la DAV (Deutscher Alpenverein), en trabajo conjunto con la ÖAV (Österreichischer Alpenverein) y la AVS (Alpenverein Südtirol), inauguró recientemente en Múnich, muestra algunas curiosas historias y particularidades de la infraestructura de caminos y refugios alpinos. Desde hace 150 años, se construyen en los Alpes alemanes, austríacos e italianos diferentes arquitecturas que intentan facilitar el acceso a un creciente público de amantes de la montaña; porque, como dice el título de la exposición, el objetivo es llegar a la cima, ¡hasta lo más alto!

La dependencia de los sistemas tecnológicos en los edificios es cada vez mayor, así como las exigencias legales en lo referente a la seguridad contra incendios. Aunque se encuentren perdidos en la montaña, los refugios alpinos también tienen que cumplir una determinada normativa. Éstas son algunas de las razones por las que muchos de ellos requieren ser “actualizados”.

El Oberlandhütte (1040 m), situado en la región de Kitzbühel de los Alpes austríacos, es ejemplo de esto mismo. Desde el año 2008 hasta el 2016, el arquitecto Rainer Schmid ha trabajado en la coordinación del proyecto, que conlleva desde la renovación de los sistemas eléctricos o de acondicionamiento térmico, hasta un nuevo plan de seguridad contra incendios o la construcción de una terraza en la que disfrutar de los días de sol. La sobria apariencia del Oberlandhütte no hace imaginar que gestiona en sus 66 plazas unas 6200 reservas al año.

 

Oberlandhütte

La restauración de este refugio es, sin duda, una discreta simbiosis de elementos del pasado y del presente. Todo luce más limpio y, si no fuera por la señalética de las salidas de emergencia, cualquiera pensaría que nada ha pasado entre sus cuatro paredes. Es también un bonito ejercicio de arquitectura lograr estos efectos.

 

Oberlandhütte

Existen, sin embargo, otros casos en los que una renovación o ampliación aporta un carácter muy diferente a un edificio. El refugio Quintino de Sella (3585 m), en la región de Aosta, en Italia, puede ser un ejemplo. El histórico refugio data del año 1885. Estaba totalmente construido en madera y podía albergar a quince personas. Debido a las duras condiciones climatológicas, sería, de nuevo, en 1904 y, posteriormente, en el 1924, ampliado. Pero la historia no termina aquí. En 1936 el edificio fue arrasado por un alud y hubo de buscarse una ubicación más segura. Finalmente, en 1945 se erigió el refugio Quintino de Sella en la que es su ubicación actual y donde se pudo cimentar sobre un bloque de piedra. Aunque la apariencia actual hace una cierta referencia al pasado –edificios exentos, cubiertas inclinadas…- el efecto óptico es solamente el de una moderna arquitectura.

 

 

Justo en el extremo estilístico opuesto encajaría la ampliación del Tschierva Hütte (2583 m), situado en el sur de Suiza, a pocos kilómetros de la frontera italiana. El arquitecto Hans-Jörg Ruch fue el ganador del concurso para ejecutar este proyecto. Dado que se trata de un refugio de alta montaña situado en un glaciar, el edificio original es de piedra, con cubierta a dos aguas, gruesos muros y pequeñas ventanas. No falta la consabida terraza en dirección oeste, en la que disfrutar del atardecer en los días de verano. Fue precisamente esta fascinación por la vista, por la perspectiva del glaciar, lo que llevó al arquitecto a realizar un prisma de largas ventanas panorámicas. El contraste con el resto, es total. Su forma geométrica es muy dominante y, al estar ejecutado en madera, funciona visualmente como un cuerpo autónomo.

 

Tschiervahuette

Para construir la ampliación de este refugio, se tuvo que ampliar el zócalo que constituye la existente terraza. Esta acción permitió encontrar espacio para modernas instalaciones sanitarias, almacenes, así como un Winterraum –la “habitación de invierno”, en la que refugiarse en los meses que el edificio principal permanece cerrado-.

Aunque el interior del cuerpo ampliado es, como en los antiguos refugios, también de madera, las habitaciones no llegan a resultar tan acogedoras como en un tradicional Gaststätte (casa de huéspedes). Falta quizás que los materiales se oscurezcan y se cuelguen en las paredes cuadros de punto de cruz o cornamentas de ciervos. Sin embargo, lo que esta nueva arquitectura alpina brinda, es la posibilidad de ensimismarse en los paisajes, casi como si los edificios no estuvieran ahí o fueran solamente una ventana abierta al espectáculo cambiante de la naturaleza.

 

Tschiervahütte
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