Sostres, Casa Moratiel, Barcelona, 1955

Nacido Sostres en la población leridana de Seo de Urgel, a los seis años pasó con su familia a Montblanc (Tarragona), donde, según su propio testimonio, se despertó su sensibilidad arquitectónica durante la visita al monasterio de Poblet. Poco después residió en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) y entró en contacto con el mundo modernista gracias a sus reiteradas visitas a la vecina Sitges (Barcelona). Al contacto con Mir y otros artistas, Josep María Sostres empezó a ejercitarse en la pintura, una práctica que le iba a acompañar a lo largo de casi toda su vida.

En 1933 se traslada a Madrid para ingresar en la Escuela de Ingenieros de Caminos; sin embargo, una inesperada enfermedad le obligó a regresar definitivamente al hogar familiar, sito ya en Barcelona. En la capital catalana inició los estudios de ciencias exactas con la intención de ingresar en la Escuela de Arquitectura, frecuentó los ambientes artísticos y se vincula a algunos grupos literarios. En 1935 realizó su primera exposición en el Salón de Artistas Universitarios de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Durante la Guerra Civil Sostres permaneció convaleciente y entabló amistad con el poeta Joan Vinyoli. A través de la revista AC mantuvo vivo su vínculo con la arquitectura, hasta que en 1941 inició oficialmente los estudios en la Escuela de Barcelona. A lo largo de esa etapa realizó algunos trabajos dignos de mención, como un anteproyecto para un teatro de arte dramático y el Estudio sobre la figura y obra de Otto Wagner, a quien Josep Maria Sostres admiraba profundamente.

Tras titularse en 1946, Joan Francesc Ràfols, uno de sus más reconocidos maestros, le ofreció un puesto de ayudante en la Escuela de Arquitectura de Barcelona. Vinculado durante toda su vida profesional a esta institución, a partir de 1957 fue profesor de Historia de las Artes Plásticas e Historia de la Arquitectura, cátedra a la que accedió en 1962, dejando una huella profunda entre sus alumnos y estudiantes. En 1946 viajó a Italia y estudió la obra de Giuseppe Terragni, una de las personalidades más interesantes e influyentes del racionalismo arquitectónico italiano. De vuelta a Barcelona abrió su propio estudio y fue contratado como arquitecto municipal interino en la población de Bellver de Cerdanya (Lleida).

A finales de la década de 1940 proyecta sus primeras construcciones, entre las que cabe mencionar las casas de campo del Camí de Talló, en Bellver. En 1949 consiguió, junto con otros cinco colegas, el primer premio en el Concurso de Ideas para la Solución del Problema de la Vivienda Económica, convocado por el Colegio de Arquitectos de Barcelona. En ese momento se vinculó a agrupaciones católicas relacionadas con el ámbito de la arquitectura y la vivienda, y entabló una intensa relación profesional con Antoni de Moragas y Ramon Tort.

En 1951 participó en la formación del Grup R, del que Josep Maria Sostres fue el principal animador cultural y teórico. Su relación epistolar con el historiador del arte Nikolaus Pevsner alimentó en él la firme voluntad de convertirse en erudito y teórico de la arquitectura, como demostraría en diferentes ocasiones. A partir de 1953, y en un espacio de tiempo de apenas un decenio, se erigieron la mayor parte de sus edificios, obras que ponían de manifiesto su independencia artística y su segura posición teórica. Entre ellas destacan la Casa Agustí de Sitges (Barcelona, 1953-1955), el hotel María Victoria de Puigcerdà (Girona, 1953-1957), el conjunto de viviendas vacacionales de Torredembarra (Tarragona, 1954-1957), las casas Moratiel e Iranzo de Ciudad Diagonal (Esplugues de Llobregat, Barcelona, 1956-1957) y el edificio de El Noticiero Universal (Barcelona, 1963-1965; Premio FAD en 1986).

Las distribuciones planimétricas de Sostres responden a una práctica y original sensibilidad en el aprovechamiento del espacio, ajena por completo a soluciones repetitivas. La asunción de la sencillez por encima de todo es paradigmática en edificios como los del hotel y el diario barcelonés mencionados. Paralelamente a estas obras se hizo cargo de pequeños encargos oficiales relacionados con obras, reformas, mejoras parciales de edificios, adiciones ornamentales y mobiliario urbano.

En 1956 comisarió la Exposición Gaudí y fue nombrado miembro del comité de honor encargado de la conmemoración del nacimiento del arquitecto renacentista ferrarés Biaggio Rossetti. Un par de años después, el arquitecto e influyente teórico italiano Bruno Zevi le comunicó su deseo de divulgar su obra y sus ideas en Italia. Desde 1959 y hasta 1969 fue miembro del jurado que concede el Premio FAD. En 1964 consiguió implantar la materia Jardinería y Paisaje como asignatura oficial de la Escuela de Arquitectura.

Josep Maria Sostres

A partir de esos años la figura de Josep María Sostres se vio parcialmente eclipsada por las nuevas políticas estéticas llegadas a la Escuela y por las luchas e intereses políticos habidos en el ámbito de la arquitectura barcelonesa. Aunque continuó con sus estudios teóricos y no dejó de ser reclamado como consejero estético y miembro de diversas comisiones arquitectónicas, sus proyectos se redujeron prácticamente a un complejo industrial en Rubí (Barcelona, 1969) y a dos casas unifamiliares en Ventola (Ribes de Freser, Girona, 1971).

Casi un decenio después (1980) firmó su última obra junto con Daniel Gelabert: el mercado de La Salut de Badalona (Barcelona). En 1983 el Colegio de Aparejadores de Murcia publicó una parte importante de sus escritos bajo el título Opiniones sobre arquitectura. Dos meses antes de su muerte estuvo internado en un hospital psiquiátrico a causa de una grave crisis nerviosa.

Lo problemático de la Casa Moratiel de Josep María Sostres, es que no parece lo que es. Y es, pese a todo, una casa construida en España en 1955, como un aviso de las transformaciones culturales en marcha que cristalizarían en esa década. El imaginario que despliega la hace incompatible con los estándares propios de la burguesía catalana y española, ávida de representaciones apacibles y reputadas como las que en esos años propone la revista Cortijos y  Rascacielos dirigida por Fernández Shaw. Sus características formales y el despliegue de los recurso técnicos utilizados, la emparentan más y mejor con otras disposiciones y experiencias ajena y lejanas, ya alemanas, ya francesas, ya estadounidenses.  En cualquier caso la Casa Moratiel no deja de ser una síntesis afortunada entre la tradición mediterránea de la casa patio y la experiencia aportada por Le Corbusier en sus Cinco puntos sobre la nueva arquitectura.

Estado actual del estudio. Fotografías Manuel Moratiel

La planta baja resuelve un programa familiar convencional sobre la estructura de un cuadrado perfecto, que deja en su centro el patio  ajardinado, al cual vuelcan algunas de las piezas vivideras, pero no las integrantes del bloque de servicio. La planta de cubierta hace el juego de solárium y de jardín elevado– al proyectar la caja acristalada del jardín inferior hacia arriba–, a la cual se accede tanto desde la escalera recta exterior–en alusión a tantas soluciones de los años veinte y treinta–, como desde la secundaria del interior en caracol, fijando la dualidad de ese espacio superior como cubrición y como estancia al aire libre. Esa idea de caja acristalada emergente, en contraste con los cuerpos ciegos inferiores, como toda referencia exterior de la casa, otorga una ligereza al cuerpo que es percibido casi como un santuario elevado, como señalara a propósito Juan José Lahuerta. Un santuario laico, capaz de invertir las reglas de la habitación moderna en la España de los años cincuenta. También un faro iluminado por la noche, que proyecta al exterior las luces internas.

Casa Moratiel en 2012 (rehabilitada por Joan Roig). Escalera de acceso al estudio

Recursos los desplegados por Sostres que sólo se comprenden desde la elevada información que sobre la arquitectura del momento internacional mantiene el autor. Como expone su anticipatorio trabajo para la enciclopedia Espasa Calpe, suplemento del bienio 1955-1956, Arquitectura y urbanismo, que ya es una monografía específica que se anticipa a los clásicos trabajos de Carlos Flores de 1962; donde Sostres formula la expansión del Modern Style como un nuevo Manierismo, al tiempo que capta las polémicas del Organicismo y del Nuevo Regionalismo. Sus referencias son inequívocamente  modernas, como ocurre con Mies van der Rohe, F Rank Lloyd Wright, Arne Jacobsen, Alvar Aalto y Le Corbusier; referencias que en la España de 1955 y 1956 no dejaban de ser propuestas producidas a contracorriente. En 1975 la desaparecida revista barcelonesa 2C Construcción de la ciudad, dedicó su número 4 a Sostres, número imprescindible para situar al hombre y a su obra, que se cierra con una antología de escritos y con una breve bibliografía.

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