Antonio Gasset y los politoxicómanos insomnes

Bastaría saltear las perlas recogidas por Diego Galán (Las perlas de Gasset, El País, 28 diciembre 2007) en vísperas de la desaparición del programa Días de cine, para que Antonio Gasset Dubois (Madrid, 1946-Madrid 2021) tuviera un lugar en nuestra memoria.

Periodista, actor y director, fue además subdirector de Informe semanal, aunque su principal faceta y la más conocida por el público fue la de divulgador cinematográfico del repetido programa Días de cine. Un programa que, visto desde hoy –y la consecuente mediocridad audiovisual reinante– merece un recordatorio junto a los otros grandes formatos de Alfonso Sánchez y de José Luís Garci. Antonio Gasset Dubois, sobrino segundo del filósofo Ortega y Gasset, también dirigió cortos e incluso participó en cameos de algunas películas dirigidas por amigos, como Un, dos, tres…al escondite inglés (Zulueta, 1970); Arrebato, un clásico del cine español de Iván Zulueta (1979), o Gary Cooper que estás en los cielos (1980) de Pilar Miró. Dirigió Los hábitos del incendiario y actuó como ayudante de dirección de Ricardo Franco, Emilio Martínez Lázaro o Jaime Chavarri.

En 1994 se incorporó al programa Días de cine, un programa que bajo su dirección y presentación logró premios como el de la Academia de Televisión al mejor programa divulgativo en 2002, así como una mención especial de los Premios Ondas en 1997. No obstante, su valor y calidad, el programa viajó –cuestionado por los directivos del ente– por todos los horarios de la televisión –buscando acomodo imposible e impenitente–, lo que hizo que Gasset dijera, socarfronamente, a los espectadores en alguna ocasión: “Soy consciente de que a la hora de emisión de mi programa sólo puede ser visto por un puñado de politoxicómanos insomnes”. Todo ello como muestra de una irreverencia propia de algunos tímidos.

La reestructuración de RTVE (en 2007 en ente RTVE, se desprendió de 4.150 trabajadores) motivó la salida de un gran bloque de profesionales competentes, aquejados del mal de edad: contar con 52 años o más. Y así contaba Diego Galán: “De modo y manera que un montón de magníficos profesionales han tenido que abandonar sus tareas en TVE e irse a casita, con el mismo sueldo o casi, pero sin poder trabajar: oficialmente son viejos inservibles, aunque ni siquiera tengan 60. Antonio Gasset es uno de esos inútiles. Ha cumplido 61 años, así que fuera, fuera, a la calle, ‘de manera voluntaria’, eso sí, como eufemísticamente se proclama, pero a la calle, coño”.

Días de cine, que Antonio Gasset venía dirigiendo desde hace 13 años, tras el periodo inicial de Cesar Abeytua–al principio con la presentación de Aitana Sánchez Gijón–, ha tenido un éxito infrecuente para este tipo de programas, aunque su emisión –como ya hemos dicho antes– haya rotado arbitrariamente por todos los horarios y franjas. A veces se transformaba en una aventura averiguar cuándo y por dónde iba a aparecer. De esa fortuna irónica –resume Diego Galán, algunas de las perlas gassetianas–: “A qué presentador se le ocurriría hablar de “estrenos y otras depresiones”, o “pedir perdón porque vamos a hablar de cine español”, o prometer una “pausa publicitaria, que será tan corta como el sueldo del presentador”, o dar consejos para entretenerse durante los anuncios: “Llamar a la mujer de un amigo para pedirle sexo”, o “aprovechar el tiempo en perderlo, una de las mejores maneras de aprovecharlo, muy indicada contra el estrés y la ansiedad laboral”… Sus jefes le llamaron claro está– al orden. Por más que costara enmendar su rumbo de bicarbonato con diamantes. Por ello: “Los comentarios de Gasset han hecho historia. Hasta se le han adjudicado ocurrencias que él nunca pronunció. Ya se sabe: crea fama y échate a dormir: “Salvo el sexo, la lectura y las artes marciales no se me ocurre ninguna otra razón para no ver Días de cine”, decía. Y realmente era así. Gasset y su magnífico equipo han ofrecido puntual información cinematográfica junto a análisis sobre tendencias y autores, con ese puntito de humor añadido en las presentaciones que estimulaba a ver todo el programa. No hay precedentes en televisión, salvo el de aquel entrañable afónico, Alfonso Sánchez, y sus divertidas y agudas ironías. Sánchez fue un crítico ameno que supo no perder el tren, a pesar de las convulsiones que el cine vivía entonces. Murió en 1981 a los 70 años, eso sí, en plena actividad laboral. A nadie se le pasaba por la cabeza mandarlo a paseo para sanear las cuentas. Y quien dice Gasset, dice cientos… A todos, suerte. Y un fuerte aplauso”.

P.D. El texto de hoy de Vicente Molina Foix, Muertes novísimas (El País, 29 septiembre), tenía un fuerte halo cinematográfico: entre Martínez Sarrión y Terenci Moix, entre Gimferrer y El desencanto de los Panero y Chávarri. De haber demorado más su entrega VMF, el vaho mortuorio habría llegado también a la orilla apacible de Antonio Gasset Dubois, con quien Antonio Martínez Sarrión tuvo el trato habitual entre cinéfilos. Incluso en esa barca carontiana, podíamos haber embarcado al también ido recientemente, Mario Camus. Justamente el encuentro que tuve con Antonio Gasset fue en Barajas en 2002, a la vuelta de Venecia. Mi familia y yo de regreso de una estancia estival coincidente con la Bienal de Arquitectura y Antonio Gasset –junto a Ángel Fernández Santos– de regreso del Festival de Cine de Venecia

NB: Pueden verse todas las pildoras en Youtube. Un ejercicio realmente estimulante.

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1 Comment

  1. says: Oscar S.

    Ni son píldoras ni paridas, sino genialidades. Y hasta pronunciaba “Wilder” correctamente! Muy consciente, como su eximio pariente, de que el público no venía por la filosofía, ni por el cine, sino por verles a ellos…

    Tupenda rememoracion.

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