En ocasiones veo a Willis …

Bruce Willis en Pulp Fiction

Para Mercedes Samajón, que le tiene afición…

Cybil Shepherd se encaprichó con él en un casting pero tardó varias temporadas en llevárselo al catre, al menos en la ficción (y eso que él la tildaba de “zorra” en el primer episodio, nada más enterarse de que era su jefa). Por entonces, un amigo mío que tenía su mismo diseño craneal empezó a vestir americanas azules como David Addison, lo que pasa es que mi amigo se llamaba Peláez. Kim Bassinger le advirtió de que le sucedía como a los gremlins, que no debía beber después de medianoche, pero él estaba tan prendado que no lo creyó. Como era un tipo tan simpático, aunque tal vez un poco creído, a nadie se le había ocurrido hacer de él un héroe de acción, excepto al gran Alan Rickman, que en gloria esté. Una vez que se puso la camiseta de ropa interior de Marlon Brando, rasgada por aquí y con salsa de tomate por allá, ascendió incuestionablemente al estrellato de los actores mejor pagados y sin duda más queridos del público. Para ser un hombre de acción, no creo que haya pisado un gimnasio en su vida, pero cuando Damon Wayans se le decía en El último Boy Scout (una obra maestra del cine del entretenimiento y del guion noir) que tenía buen cuerpo, Bruce replicaba que si era marica. En la tercera de La jungla de cristal bordaba un trío actoral exclusivamente masculino con Samuel L. Jackson y Jeremy Irons, y el resultado podría yo verlo cada viernes del resto de mi vida sin cansarme demasiado. Y es que hay mucho en Bruce Willis del cine de antes, del cine que yo llamaría de la “norteamérica sucia”: Clint Eastwood, Gene Hackman, Jack Nicholson (los tres siguen vivos…), etc., ese tipo de actores que no sólo eran fotogénicos a más no poder, es que debían poseer algún encanto. No hay, por ejemplo, encanto alguno en Stallone, Schwarzenegger, Statham, Seagal o The Rock, que sin embargo son de la hornada de Bruce Willis. Estos son más bien hijos de Steve McQueen y de Charles Bronson, mutatis mutandi, mientras que Bruce Willis es más bien hijo de Dean Martin y Paul Newman, con quien, por cierto, se midió a satisfacción de ambos en Ni un pelo de tonto, algo que al principio parecía arriesgado…

Hace como diez años que llevo en mi buzón de voz la frase que le oí a él en Persecución mortal, para irritación inextinguible de mi padre. En Pulp Fiction demostró que no a todo el mundo le es posible comerse su orgullo, incluso aunque para ello tenga que enfrentarse al mismísimo Marcellus Wallace. El nombre que Bruce Willis lleva en esa película tenía que haber sido el que caracterizarse toda su carrera, “Butch”, y no tanto Johns y Joes, porque al fin al cabo en inglés Butch no significa una puta mierda. En Doce monos tuvo que ser serio allí donde Brad Pitt se permitía ser Jim Carrey, y pasó la prueba, pero por poco. No lo consiguió, sin embargo, en El último hombre, donde había que ser un cara de piedra todo el metraje, como en el magnífico Cosecha roja de Dashiell Hammett, al que se quiso solapadamente “homenajear” (por cierto que esa es una novela trepidante que los adolescentes toleran bien). Pero la consagración total de Willis no vino dada de la mano de El sexto sentido, en la que hacía de persona normal vestida de calle, sino una vez más de otra de acción brutal, Armageddon, que seguirá siendo vista los domingos por la noche con el alma en vilo cuando hasta la primera haya sido olvidada. Hay un largo trecho desde Luz de luna, seductor y vestido de Gucci, hasta Armageddon, mondo y lirondo pero sacrificándose por la perduración de la humanidad. Hubiese sido un buen final, una buena muerte, para la carrera de Bruce Willis, pero nos habríamos perdido cosas como Sin city, 16 calles o Chacal, la única en la que ha hecho de malo y que para colmo es anterior. Puede que hoy por hoy Bruce Willis represente Vieja Masculinidad o Masculinidad Tóxica, pero si no llega a ser porque al fin la edad se ha cebado con su cerebro, que no aún con su físico, todavía seguiría llenando salas. Hay una escena al inicio de una de las suyas, creo que la ya mencionada Jungla de cristal III, que caracteriza plenamente el tipo de personaje típicamente USA que a Willis le ha tocado encarnar para regocijo de nosotros sus fans. Está él, que es un policía, viendo en su casa de solterón desarrapao dibujos animados cuando le llega la llamada telefónica que pone en marcha la trama. No te puedes fiar de los informativos, los políticos son despreciables, la mayoría de la gente es pasiva y lerda… sólo los valores de los niños, de los poco instruidos, de las personas honradas y de los dibujos animados siguen en pie. Vale, sí, es un poco de votante de Donald Trump, pero sin la arrogancia, el dinero y los cero escrúpulos de Trump…

Despidamos al gran Bruce Willis, ahora afásico, con un gran “¡¡¡Yippee Ki Yay Hijo De Puta!!!”

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2 Comentarios

  1. says: Oscar S.

    La vi en su momento en el cine y me gustó, pero no era el Bruce Willis habitual que pone cara de verle el chiste a todo…

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