‘El hombre que nunca estuvo allí’: la modernidad, como ‘Big Show’ de la Verdad
El rechoncho peluquero cierra el periódico, levanta la mirada y, totalmente desconcertado, le pregunta a su cuñado y compañero de trabajo: ¿Qué clase de…
(Vic, 1987) Mi vida es un camino dentro de la filosofía en el que espero encontrarme a mí misma y librar una lucha política. Es un viaje que busca lo imposible porque su destino son esas palabras que dicen aquello de lo que no se puede hablar. ¿Voy allí dónde Ed nunca estuvo?. Soy una paradoja y por ello, estoy condenada a perder las vidas que consigo tener, todo aquello que ya puedo decir, para vivirme en otras, siempre saltando hacia lo imposible. Sin embargo, sé que si al final me quedo en la bruma de una verdad escondida, no tendré nada de lo que arrepentirme porque, a pesar de no haber encontrado nada, habré vivido de verdad. Ahora también soy distinta, escribiendo esto y yendo, otra vez, a la deriva.
El rechoncho peluquero cierra el periódico, levanta la mirada y, totalmente desconcertado, le pregunta a su cuñado y compañero de trabajo: ¿Qué clase de…
Hay películas de las que hay tanto que decir que uno sale del cine pasmado y sin saber cómo empezar a decir algo. Tuve esta experiencia con Shame, un largometraje que me transfirió secretamente tal desgarro que tuve que cargar con él en el silencio. Este texto que prosigue es pues, un intento posterior de articular ese malestar indigerido y por tanto, se puede entender como una lectura filosófica que libra una batalla contra lo indecible de esta película. Asimismo, para no perderme con las palabras disueltas en la frustración, he escogido tres elementos a la luz de los cuales exploraré la película, el aburrimiento, el sexo y la vergüenza que son, al fin y al cabo, tres dimensiones de nuestro protagonista: el individuo en la sociedad capitalista avanzada.