La lógica de lo simple

Uno de los mayores descubrimientos que las ciencias de la computación nos han dado para iluminar nuestro siempre precario y diletante conocimiento del mundo es, como todo gran descubrimiento, algo tan simple que cuando terminamos de entenderlo decimos: ¡Vaya estupidez! ¡Eso podría haberlo pensado yo!

Frente al abismo

Miro a estribor. Millones y millones de litros de aguas negras que se pierden en un horizonte brumoso e infinito. Contemplo la inmensidad en la que tantos hombres han creído ver a Dios. Pero, lejos de ser el dios amable, íntimo y personal que pregona el Cristianismo, yo no veo rastro de sentimiento humano. Sólo contemplo una grandiosidad informe y desalmada, un universo exorbitante y hostil que me recuerda mi pequeñez, mi insignificante finitud.

La central de noticias dentro de la navaja suiza

¿Existe un módulo maestro? ¿Existe un área del cerebro en la que toda la información se integre para darnos una representación mental consciente, coherente e integrada de lo percibido, sentido o pensado? Según Jerry Fodor, uno de los máximos impulsores de la teoría modular, debería existir. Sin embargo, la evidencia empírica nos dice lo contrario. Por mucho que se ha buscado, parece que no hay un “módulo del yo”, una región que gestione y controle todas las demás.