Carmilla
Dicen por ahí que es el libro quien encuentra al lector, lo que ocurrió en mi caso hace un año cuando me regalaron…
(Madrid, 1971). Aunque nací en la gran urbe, casi toda mi vida ha transcurrido entre La Solana y Ciudad Real, donde me dedico a la docencia. No concibo la vida sin el arte, en cualquiera de sus manifestaciones, entendido en términos esteticistas y escapistas. Oscar Wilde lo dijo mejor que yo, “Beauty is a form of Genius, is higher, indeed, than Genius, as it needs no explanation.” No sé tampoco qué nació en mí primero, si el gusto por el cine o la fascinación por la música y la pintura; sin embargo, es el lenguaje literario el que más se adaptó a mi vocación artística innata y a menudo fluye en pequeñas fantasías. Me gustan los relatos que traza Hopper sobre sus lienzos, las historias de amor turbulento que cantan las divas del jazz, las escenas pintadas en las grandes novelas victorianas. Todo lo que puede contar una pantalla de cine, con mayúsculas. En fin, cualquier expresión que despierte los sentidos a la vez. Sin explicaciones.
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