Con toda la música que tenemos a nuestro alcance, a veces resulta difícil encontrar sonidos que realmente nos sorprendan y no nos recuerden a… Digerimos y clasificamos, intentando mantener viva nuestra extensa biblioteca musical de nombres, títulos y otras rarezas, al menos de nuestros grupos favoritos. Esta especie de red personal de conexiones en la música ayuda a relacionar estilos, pero, a veces, nos encontramos con ejemplos inclasificables, que necesitan de una categoría completamente nueva. Antònia Font es uno de ellos: desde que suena la primera pista, empieza el asombro.
Desgajar los elementos creativos de Antònia Font no es tarea fácil. Se trata de una banda con siete álbumes y un recopilatorio orquestal, que lleva trabajando desde 1999; eso sin contar con los discos en solitario de Joan Miquel Oliver (líder de la banda) y el tributo, Versions Halògenes, que otros artistas les rindieron, versionando sus canciones. Nunca han dejado de crecer y de expandirse, siempre lejos del hecho de ser encasillados en un género. Para familiarizarse con la música de estos mallorquines, hay que aparcar prejuicios y dejarse sorprender. Con las sucesivas escuchas, hay un momento en que el lenguaje, las imágenes y los registros de sonido, se nos vuelven cada vez más comprensibles y sugerentes. Personalmente, esta revelación no vino sólo del hecho musical, sino que se completó al leer la novela El misteri de l´amor de Joan Miquel Oliver. Ha sido precisamente el libro el que me ha animado a escribir estas líneas sobre un grupo que, más que un conjunto de intérpretes que tocan, es un completo Universo plagado de estrellas.
La lectura de El misteri de l´amor ha sido como una experiencia narrada de muchos de los ingredientes “musicales” que ya había escuchado con anterioridad. Los personajes de la novela son gente corriente, que ama y que odia, y que se ve conducida a situaciones inesperadas, en muchas ocasiones de tintes surrealistas. Pero, tras esas escenas cotidianas, se traslucen temas muy serios de la vida, adornados de una forma preciosa con las más originales metáforas.
De vegades me passa que te mir
i platges amb cocos que suren
i fons de corall i jardins.
De vegades me passa que t’estim
i veig un dia que comença
dins un camp de maduixes.
y playas con cocos que flotan
y fondos de coral y jardines.
A veces me pasa que te quiero
y veo un día que comienza
sobre un campo de fresas.
Camp de Maduixes (A Rússia, 2001)
En el caso de Antònia Font, las letras son tanto o más importantes que la música, como si fueran poemas con acompañamiento. Sobre todo en el último álbum, Vostè és aquí, las canciones han quedado reducidas a lo esencial; minimalismo en estado puro. Son mensajes cortos y certeros, un catálogo intercambiable de miniaturas con bailarinas en la playa, serpentinas rasgadas, estrellas, neutrinos, saltamontes, bolígrafos Bic sin estrenar. Objetos poco comunes, las coses modernes que ya aparecían en la segunda pista de Lamparetes, coinciden en los versos para crear una ambientación única; y es bonito ir descubriendo las palabras que Joan Miquel Oliver encadena, estableciendo entre ellas relaciones semánticas desconocidas. Sin duda, ésta es una cualidad absolutamente personal de las canciones de Antònia Font.
Cafeïna, droga dura, droga fina,
control, bumetres de colors,
pressions, nivells d’oli, benzina,
èter, combustible irascible.
Crema un sol diòxid dins un cel monòxid,
i no descanses astre incombustible?
Quema un solo dióxido dentro de un cielo monóxido,
¿y no descansas, astro incombustible?
Astronauta rimador (Taxi, 2004)
El pop de Antònia Font está plagado de canciones que hablan del amor, pero de una manera muy distinta a como estamos acostumbrados en este tipo de música. No hay situaciones, hay sensaciones que nos dicen si hacía sol, si él se sentía como un anfibio, cómo era su mirada…En las letras de Joan Miquel Oliver, el amor está acompañado de una serie de elementos temáticos que reaparecen aleatoriamente a lo largo de la discografía. Temas como el mar, el espacio, los mecanismos, los aviones o la verbena, engrandecen y llenan de color las canciones. Al final, se conforma todo un universo de juegos de palabras con las que uno está deseando fusionarse, dejarse empapar. Pero ¿cómo suenan estas historias? Es imposible encontrar una sola palabra para explicarlo. En los discos de Antònia Font el oyente recibe todo tipo de estímulos, desde los más introspectivos al escándalo de una fiesta. Las melodías son pegadizas, aunque están muy lejos de parecerse a las canciones de pop convencionales, de estribillo fácil. Y es que, decir t´estimo o t´enyoro, nunca debería ser un asunto baladí, ni siquiera en la música.
Batiscafo solitari
dus un ruting planetari.
Retxes de sol atravessen blaus marins,
ses algues tornen verdes i brillen ses estrelles,
que ja s’ha fet de nit i es plàncton s’il·lumina
i cantes ses balenes a 30.000 quilòmetres d’aquí.
Batiscafo solitario
en un “routing” planetario.
Rachas de sol atraviesan azules marinos
las algas se tornan verdes y brillan las estrellas,
que ya se ha hecho de noche y el plancton se ilumina
y cantan las ballenas a 30.000 kilómetros de aquí.
Batiscafo katiuskas (Batiscafo Katiuskas, 2006)
En definitiva, si hay un elemento diferenciador en Antònia Font, es el coqueteo con el diccionario. Dice la primera canción de Lamparetes, me sobren paraules. Sobran o faltan; hay palabras que no encontramos, otras que tenemos en la punta de la lengua, y Joan Miquel Oliver las busca incansablemente en ese planetario infinito que es su imaginación. Nombrar cada cosa con un nombre, jugar a las metáforas, enumerar, repetir incansablemente, describir un mecanismo, perderse en el laberinto de las palabras. En estas canciones, sucede un poco como en el habla de los niños, que se deleitan en la sonoridad y la extrañeza que causan los nombres de las cosas.
Jo cant sa rosa i es cactus
i moltes més coses també,
un llapis d’Ikea, un pistatxo,
wa yeah!
Yo canto a la rosa y al cactus
y muchas más cosas también
un lápiz de Ikea, un pistacho
wa yeah!
Wa yeah! (Batiscafo Katiuskas, 2006)
Sin duda tendremos la posibilidad de disfrutar de esta banda en directo a lo largo del 2013, debido a la reciente publicación de Vostè és aquí. Personalmente, tuve la oportunidad de escucharlos en el pasado Primavera Club en Madrid, aunque la sala no fue la más indicada para este tipo de actuación. Me atrevería a decir que la música de Antònia Font requiere de un espacio muy particular, que no es un teatro con butacas, ni una nave vacía. Su atmósfera necesita algo íntimo que nos permita, como oyentes, dejarnos atravesar por ese sentir, a veces melancólico, y en otras ocasiones festivo.