Instinto animal

Querido amigo de infancia,

sé que piensas que Diyala 

te mostró lo que es el mundo

con la mano de tu amigo en tu bolsillo.

Es la guerra, pelotudo:

—Una vez entras, es muy difícil salir.—

Que escribo cosas muy lindas

que ya no tienen sentido, me dices. 

Lo que tú escribes lo entiendo:

y no es lo único que tiene algún sentido.

Recogiste la mano de tu amigo,

jamás lograste unir lo que sobró de él,

y yo lo siento mucho, de verdad.

Crees que sólo es necesario 

animar el cuchillo, 

reconstruir el rifle,

pero el lagarto y el zorro

–la abeja–

salen todos los días a ver el sol en la mañana. 

Yo tengo 

tu corazón en mis manos

–te lo cuido—

hasta que pueda llevarlo de nuevo

a lo que sobra de ti.

Yo sé que sigues ahí.

Ese es mi instinto animal. 

También ese es necesario para sobrevivir.

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