El frío, la calle
El primer frío siempre es el peor. No es el más doloroso ni tampoco el más penetrante, pero sí el más traicionero. Aguarda escondido…
(Socuéllamos, 1984). A pesar de mi inconstancia, conseguí, sin proponérmelo, lo que me proponía. Salí de la Universidad Complutense con una licenciatura bajo el brazo, pero el periodismo lo aprendí en la calle. Y en la calle sigo aprendiéndolo, a pesar de haber practicado en medios nacionales y ejercer desde hace años en el ámbito provincial. Cuando supe que en las redacciones ya no había bourbon en los cajones ni ceniceros llenos de colillas, empecé a escribir por las noches, y frase tras frase logré construir un primer libro del que me desentiendo ya en el título, 'Otros y no yo'. El segundo, como lo mejor, está por llegar.
El primer frío siempre es el peor. No es el más doloroso ni tampoco el más penetrante, pero sí el más traicionero. Aguarda escondido…
Zurdo y de baile torpón por sus pies planos, Óscar Natalio Bonavena le aguantó quince asaltos a Muhammad Alí en una noche colosal de…
Lo último que Jock Stein hizo en su vida fue clasificar a la selección de Escocia para un Mundial. La frase que encabeza este…
La veo bostezando. De todas las imágenes que guardé de ella ante la certeza de este periodo de ausencia, mi memoria siempre elige la…
Me llamo Romeo. No es un nombre que me guste, y para ser sincero tengo que reconocer que me he planteado la posibilidad de…
Llega un momento en la vida en el que el único tiempo que eres capaz de medir es el intervalo que duran los silencios….
Entre todos los folios en blanco que tenías para enamorar, viniste a acurrucarte aquí, entre las palabras que me sobran. Sí, lo sé, fui…
La vida tuvo color antes de fundirse a negro. Durante algunos años el amanecer era un episodio de luz y no sólo el…
La cosa debió ser más o menos así. El despacho del Benfica era entonces un lugar con olor a puro, con esa cortina de…
Todas las veces que la vida fue una moneda lanzada al aire, a Piermario Morosini le cayó por el lado de la cruz. Una…
El último poema que me aprendí tenía los ojos claros, el pelo negro y los labios rojos. Tenía la piel tan blanca que nadie…
Llevaba noches soñando con una piel que no conocía. Le sucedía a menudo que la memoria le traicionaba y mezclaba olores con sabores, el…