Grecia, las palabras, y la solución a la crisis económica

Las palabras forman frases u oraciones y cumplen distintas funciones. Sirven, básicamente, para nombrar, indicar acciones, cualidades y cantidades. Sin embargo, algo tan simple en su funcionamiento se vuelve complicado cuando intentamos verbalizar ciertas situaciones, especialmente si éstas nos resultan inexplicables.

Intentar poner palabras a la crisis económica actual, por ejemplo, es difícil. Por su complejidad, la sorpresa con la que llegó y la falta de soluciones hasta la fecha. Sin embargo, hay una palabra que resume perfectamente esta situación: aporía (dificultad lógica de índole especulativa). Incluso hay un economista, Yanis Varoufakis, que la utiliza para explicar cómo ésta situación se vuelve colectiva al constatar que, desde septiembre de 2008 hasta hoy, 40 millones de activos han desaparecido, 14 billones de dólares de riqueza doméstica y 700.000 empleos se han destruido -sólo en USA- y un número incontable de viviendas han sido embargadas en todo el mundo. ¿Cómo comprender algo tan destructivo en tan corto espacio de tiempo?. Es complicado pero, como dice Varoufakis, “nada nos humaniza tanto como la aporía, ese estado de intensa perplejidad en el que nos encontramos cuando nuestras certezas se hacen añicos”.

Siguiendo con las palabras, hablemos de la metáfora (figura retórica para denominar o calificar algo a través de su semejanza con otra cosa)  que este economista utiliza en su libro El Minotauro global para intentar clarificar  esta situación. El minotauro en este caso es presentado como un sistema global insostenible y descompensado, que sobrevivió desde los años setenta hasta hoy gracias a los inmensos flujos de capital (o tributos) enviados desde todo el mundo a EEUU y Wall Street. Ello convirtió al minotauro global en el motor que impulsó la economía mundial desde principios de los 80 hasta 2008. El debilitamiento del minotauro nos lleva a la época actual debido a las diferentes causas que se encuentran en dicho libro.

Claro que intentar que las palabras solucionen de alguna manera la situación que nos rodea tiene algo de mezquino. Excepto si reparamos en el poder que a veces encierran. Porque, ¿no es una ironía (figura literaria mediante la cual se da a entender lo contrario de lo que se dice) que el premio literario a la mejor novela inédita de ciencia ficción, fantasía y terror se llame Premio Minotauro?. ¿No es una novela fantástica lo relatado en el párrafo anterior?.  Pues casi, aunque la crisis económica sea real, a pesar de la metáfora ideada por Varoufakis. Queda entonces sustituir la ironía por la paradoja (proposición en apariencia verdadera que conlleva a una contradicción lógica) porque esto es lo que describe que el Premio Minotauro sea además el de mayor dotación económica del mundo en su género, cuando precisamente hablamos de economía y de crisis.

De cualquier manera nada de esto tendría sentido si no termináramos con un buen epílogo (parte final de un ensayo en la que se resumen los argumentos fundamentales) que en esta ocasión encontramos en una frase del ensayo “La espada de Damocles”  del novelista Petro Márkaris: “Se podría explicar así por qué la rabia de los alemanes hacia Grecia tiene algo de clásico. Quieren que bebamos cicuta, como Sócrates, porque hemos desafiado las leyes (…). Quien piense que la crisis de Europa es sólo financiera, se equivoca. También estamos viviendo una crisis de los valores europeos”.

Habría que añadir que quien piense que Grecia no tiene nada que decir a la solución de esta crisis también se equivoca: aporía, metáfora, paradoja, ironía y epílogo son palabras griegas. Varoufakis y Márkaris son griegos. También el mencionado Sócrates. Algún aguafiestas podría decir que también lo es la palabra crisis pero… ¿alguien dijo que esto tuviera fácil solución?

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