El cuerpo de la mujer es un junco que se arquea voluptuoso en la cadera y languidece en el muslo bellísimo. Debajo no es difícil adivinar una piel blanca que las manos de él recorrieron mil veces hasta poblar su vientre. Las tres cabezas se apiñan con dulzura mientras ella susurra con boca carnosa secretos que el bebé parece conocer. El varón, mientras tanto, sonríe risueño entre sus dos mujeres.
¿Es la niña la que le guía con los ojos hacia los pechos de la joven madre, sabedora- como él- del gusto de sus mieles? ¿Promete otros placeres la mujer mientras rodea con los brazos a su pequeña cómplice?
La fotografía destila y despierta TERNURA, que es uno de los nombres y prodigios del amor .