La seducción de las ninfas

Las ninfas eran deidades femeninas, menores pero no tan prescindibles porque se encargaban de iluminar el mundo danzando, bailando, amando. Moraban en los arroyos o en los árboles, en las grutas o en las cimas de las montañas. No envejecían ni enfermaban pero podían morir de alguna manera, aunque engendraban hijos de los dioses, quizá cautivados por su alegría, que podían vivir para siempre.

Leo sobre musas y ninfas. Veo el trailer de la película de Guerin,“La academia de las musas”, y casi me da miedo ir a verla para que no me defraude. Porque a veces hay textos que crean imágenes mucho más fascinantes que la realidad que reflejan, que poseen más virtualidad poética que el influjo que los ha propiciado.

El mundo del mito que sigue poblando el mundo para que no se desvanezca cada vez que comienza con cada nueva vida….

 

“Diana y sus ninfas sorprendidas por sátiros” Rubens, 1638-1640

 

La academia de las musas, la última película de José Luis Guerín comienza con un seminario en la universidad de Barcelona sobre la poesía de Dante. La película es una larga conversación entre el profesor de ese insólito seminario y las alumnas que le escuchan tan embelesadas como sorprendidas por lo que les pide: que ellas mismas se transformen en musas en un mundo que ha dejado de creer en la poesía y la belleza. Y una musa es alguien que hace hablar, pero también y, sobre todo, que habla, que descubre en sí misma un poder que no sabía que tenía: el poder de encantar a los demás con las palabras. Es Beatriz, pero también Eloísa; la joven siempre lejana, perdida en la distancia, que ofrece a Dante las palabras que crearán su poema; y aquella que arrebatada por la pasión le dice a su amante que él es su único Dios. La que inspira el amor del poeta y la que crea una nueva lengua para expresar lo que quiere; la que se entrega y la que toma lo que desea, porque las musas nunca tienen un solo corazón. Son Beatriz y Eloísa; son Eurídice, Eco y Dafne a la vez. La que hace cantar a Orfeo y le recuerda que debe escuchar a los muertos; aquella a quien la intensidad de su deseo priva del habla y la transforma en el eco del joven que ama; y la que al sufrir y rebelarse contra su destino de mujer violada se transforma en un laurel, lo que es lo mismo que decir que transforma su cuerpo en lenguaje. Porque ¿acaso el laurel no es el árbol cuyas hojas coronan a los poetas?

 

 

En una de las escenas de la película el profesor y una alumna viajan a Cerdeña a escuchar el canto milenario de unos pastores. Las musas se confunden con las ninfas de las fuentes y de los bosques. Ellas son las guardianas de la armonía del mundo e inspiran los distintos tipos de poesía, así como las artes y el amor. Y esos pastores las llaman con sus cantos misteriosos y las piden que abandonen el reino mudo de la naturaleza y regresen con ellos. Una ninfa que rompe a hablar, eso es una musa: un puente entre la naturaleza y la historia, entre el mundo de los vivos y el de los muertos, entre la realidad y el sueño. Y esta película nos dice que solo a través del amor, considerado como una de las bellas artes, se pueden conseguir cosas tan insensatas.”

GUSTAVO MARTÍN GARZO. “La vida imaginativa” (Seguir leyendo).

 

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“Ninfas y sátiros” Rubens, 1635

 

 

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