Eileen Gray y la casa de Cap Martin, 1926

Hay un lejano artículo de Luís Marín de Terán, publicado en Arquitectura Bis [1] de 1976, denominado de forma oblicua ‘La visita de la vieja dama: Eileen Gray que trataba de revisar algunas cuestiones de una casa de los años veinte, poco conocida entonces. Donde daba cuenta del descubrimiento de los números del año 1929, de la revista ‘Architecture vivante’, donde aparecía la casa levantada junto al mar de la Costa Azul, en Roquebrune, Cap Martin, para Jean Badovici, quien además era el director de la revista citada, y que para algunos autores, fue también el influyente mentor de Eileen Gray. Aunque cueste aceptar las influencias posibles de un joven arquitecto rumano, sobre una diseñadora irlandesa que le superaba en 15 años de edad.

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En ese texto, concluye Marín de Terán con una doble afirmación, rara y precavida. “Resulta sintomático que tras la construcción del apartamento [de la rue Bonaparte] Eileen Gray retorne al diseño de mobiliario. Que tras la ‘Maison de verre’ los siguientes trabajos de Chareau deriven hacia posiciones más convencionales y pierdan tensión e interés. Ambos hechos parecen indicar que la sociedad de aquellos años no estaba dispuesta a admitir el empleo de esta ‘poesía técnica’ aplicada a la vivienda. En el caso de Miss Gray, una vez realizado el apartamento le debió de resultar imposible el retroceso a soluciones de compromiso: si la evolución era imposible, su trabajo en el campo de las construcción había terminado“. Yo le oí decir a Marín, en sus clases de Sevilla, de esos primeros años setenta agitados y grises, que “Tras hacer un edificio como la casa de Cap Martin, uno puede retirarse como arquitecto. Porque todo está ya hecho“. Y no sería tanto lo hecho, por la escala del proyecto o por su carácter monumental y emblemático, cuanto por el aire de totalidad en el diseño desplegado y por el aspecto de cuerpo cerrado en sí mismo. Por eso digo, que era una afirmación precavida.”Si no me retiro, es porque todavía no he ejecutado esa obra redonda y soñada“. Y conviene esperar.

Es decir, en esa afirmación precavida, Marín de Terán establecía un vínculo de Eileen Gray con Pierre Chareau, obviando la fundamental influencia que en las obras citadas ( Casa en Cap Martin y Maison de verre’) pudieran haber tenido, los citados Jean Badovici y Bernard Bijvoet. Nuevamente la trayectoria previa de Gray, como ocurriera con Pierre Chareau, estaba más señalada con el diseño, el interiorismo y la decoración que con la arquitectura misma. Por lo que esta obra, como ocurriera con Chareau, no sólo es primeriza, sino que es excepcional. Aunque, obviamente, Badovici además de editor y bon-vivant, no era Bijvoet, nacidos con sólo cuatro años de diferencia. Mayor diferencia de edad, es la sostenida entre  Badovici y Gray. De forma que cuando se conocen en Paris, él tiene 28 años y ella 43. El caso de la ‘Maison de verre’ ya se ha abordado en estas páginas[2], por lo que nos interesa ahora es centrar la mirada en una vivienda ‘A bord de mer’, que acepta diversas denominaciones, Cap-Martin y Casa E-1027, y plena de matices y sugerencias. En una estética cruzada entre el preciosismo ‘Art  déco’ y el industrialismo que retoman los hallazgos del mundo ‘Wagon lit’. Entre las practicas del elementaristas del ‘Purismo‘, y el Higienismo del ‘Plein-air’; entre la pasión por la Naútica y la vida natural soleada. Una estética que se encabalga en una década brillante y aparentemente superficial, la que transcurre entre 1919 y 1929, con valores visibles en el mundo fotográfico de Jacques Henri Lartigue: el desnudo, el deporte y el sol crucial del Sur. Una estética que capta conjuntamente, la ‘joie de vivre’ de la ‘Poesía técnica’ de los años veinte, con el peso de la ‘Poesía fúnebre‘ de la ‘Malinconía‘ de muchas Vanguardias, relatada por Jean Clair en su libro homónimo.

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Todos esos principios socioculturales unidos a cierta esencialidad formal del Movimiento Moderno, hacen formular a la casa E-1027 como un repertorio de interrogaciones. Interrogaciones, matices y alteraciones que, en palabras de Marín, “difieren de los principios de las villas racionalistas“. Diferencias anotadas por Carmen Espegel en su trabajo de tesis doctoral ‘Proyecto E-1027 de Gray Badovici. El drama de la Villa moderna en el Mediterráneo’[3], que la hacen ver su carácter heterodoxo, al aportar claves reflexivas sobre el debate ‘la Tradición y lo Vernacular’, con treinta años de anticipación, en las discusiones del Legado Moderno. Fundamentalmente, tanto en las características formales y volumétricas adoptadas; como en la asunción de la topografía y el paisaje, eludiendo la abstracción de una implantación geométrica ajena a la topografía del lugar. Esta decidida apuesta, sigue Marín diciendo, “la aparta tanto de la villa burguesa, como del ‘open planing‘”. Y consecuentemente, y no sin conflicto, la aparta de las líneas canónicas del primer Racionalismo y de la estela de Le Corbusier. Por lo que es posible aventurar en Gray una crítica velada a ciertas fórmulas abstractas de esa arquitectura. Por eso la afirmación sostenida por Gray: “La pobreza de la arquitectura moderna se debe a la atrofia de la sensualidad. Todo está dominado por la razón para crear asombro pero sin una adecuada investigación. Debemos desconfiar de los elementos pictóricos si no son asimilados por instinto. No es simplemente una cuestión de construir bellos conjuntos de líneas, sino sobre todo viviendas para la gente“.

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En estos enfrentamientos con la esencialidad geométrica y con la ‘planta libre’ predicada programáticamente por Le Corbusier en sus Cinco principios de la Nueva Arquitectura‘ radica la aparente heterodoxia de la Casa E-1027, como también fuera conocida, al jugar con las iniciales numeradas de ambos nombres: E por Eileen, 10 por J de Jean, 2 por B de Badovici y 7 por G de Gray. Badovici, desde 1923 era el responsable de la revista Architecture Vivante, editada por Albert Morancé y puesta bajo la advocación tutelar de Paul Valery y August Perret. Considerada en esos momentos como una de las más influyentes publicaciones de Europa en la difusión de la arquitectura del Movimiento Moderno. Dando información puntual de esa renovación que iba tanto del grupo holandés De Stijl, como de la Bauhaus, de Walter Gropius. Igualmente se reseñaron obras y publicaciones de Le Corbusier, de Frank Lloyd Wright, de Ludwig Mies Van der Rohe, de Bruno Taut, y de Adolf Loos.

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La influencia, por lo tanto, de todos los arquitectos citados y publicados en  ‘Architecture Vivante’ en el diseño de la Casa E-1027 es evidente, aunque muy matizada; en la medida en que la Casa E-1027 no es un collage, ni está concebida por partes. Por lo que la cuestión de señalar ¿hasta dónde llega la influencia de Badovici en el diseño?, no es una cuestión menor, aunque pueda ser una cuestión retórica. En contra de la posible influencia de Badovici y de su magisterio en la revista, se apunta la disparidad que pudiera observarse entre los ‘principios programáticos’ publicados en ‘Architecture Vivante’ y la posición de inflexión observable en muchas cuestiones desarrolladas por Eileen Gray. Distancia observable por otra parte en la ausencia de los principios tenido por canónicos como la ‘planta libre’, diferenciando estructura y cerramiento; la ‘planta sobre pilotis’, levantando la edificación del suelo; la ‘ventana longitudinal’, cuando Gray llega a diseñar hasta cinco tipos de ventanas diferentes; la ‘cubierta´-jardín’ y el ‘paseo arquitectónico’, a través del recorrido por rampas cuasi panorámicas.

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La posible fricción se suscitaría más tarde, cuando Le Corbusier y su esposa  Yvonne Gallis, llegan a Cap Martin invitados por Badovici, en ausencia de Eileen Gray, a finales de los años veinte y conocen la obra levantada cara al mar azul. Y surgen dos temas cruciales, que interesarán posteriormente a Le Corbusier. La reflexión sobre la Casa Mediterránea; habida cuenta de que pese a todo la ‘Ville Savoye’[4] no era una representación de la casa mediterránea por antonomasia. Y en segundo lugar, el advertir que la casa de Cap Martin, cuestionaba cierto aspectos sostenidos por el maestro suizo, como esenciales e irrenunciables en la arquitectura que se promovía desde su estudio de la Rue de Sèvres.

Por ello, cuando Le Corbusier, pinta sus murales entre 1937 y  1939, produciendo una alteración del equilibrio preexistente, se suscitan nuevos conflictos añadidos a los fijados ya antes. Así, desde la afirmación sostenida por Gray de que ‘Una casa no es una máquina’; que daba réplica a la máxima de Le Corbusier ‘La casa es una  máquina de habitar‘; hasta la calificación posterior de los murales de Le Corbusier como “un acto de  vandalismo“.

Puede que todo ello exprese otros conflictos y celos entre ambos creadores. Entre Gray, nacida en 1878, y cercana originariamente a los valores del  llamado ‘Roaring Twenties’ y de la ‘Jazz Age Paris’, con el puritanismo helvético y relojero de Jeanneret y nueve años más joven que la irlandesa. Incluso la posterior elección de Le Corbusier de ‘El Cabannon’, que en ciertas imágenes panorámicas de la  Casa E-1027,se divisa superpuesto y por detrás. Como si la casa de playa de Le Corbusier, en situación similar respecto al terreno como la sostenida por Eillen Gray, quisiera advertir de una supremacía, confirman el carácter de las diferencias señaladas y sotenidas.

Por ello los trabajos de rehabilitación del complejo de Cap Martin, formado por la Casa E-1027, ‘Le Cabannon’ de Le Corbusier y el restaurante ‘L`etoile de mer’, con las pinturas de Le Corbusier, y que cuenta con la protección de la asociación ‘Cap Moderne’, se debate en qué  recuperación practicar en las obras, y cómo devolverles su pasado esplendor. La visibilidad, por otra parte, de la Casa E-1027, emerge más actualmente, con la película  ‘The Price of Desire, debida a la realizadora Mary McGuckian, con fotografías de Julian Lennon, y con la interpretación de  Shannyn Sossamon como Eileen Gray. ‘The Price of Desire‘ cuenta la controvertida historia de cómo la importante contribución de Gray a la arquitectura y al diseño, quedó eclipsada por completo por el ego de Le Corbusier. La relación sentimental de Gray con Jean Badovici, amigo e impulsor de Le Corbusier, condenó su legado arquitectónico a un siglo de abandono y de reconocimiento tardío.

La película tiene lugar dentro y en torno a la Casa E-1027, obra de Gray reconocida ahora como la primera vivienda del Movimiento Moderno construida. Y explora los detalles de cómo Le Corbusier se apropió literalmente de la villa. Una curiosa metáfora sobre la pérdida de los derechos de propiedad intelectual de Gray sobre su amada villa. La omisión por parte de los hombres que la rodeaban impidió que Gray fuese reconocida como autora de su obra, una historia no muy alejada de la de muchas mujeres aún hoy en día“.

Aunque tampoco podamos olvidar que “la casa es una máquina de la memoria”.

[1] Marín de Terán L. ‘La visita de la vieja dama: Eileen Gray’. Arquitectura Bis, nº 16. noviembre 1976. Páginas 7-18.

[2] Rivero Serrano J. ‘La maison de verre, Pierre Chareau y Bernard Bijvoet, 1928‘. Hypérbole 16 febrero 2016.

[3] Espegel C. ‘Proyecto E-1027 de Gray-Badovici. El drama de la Villa moderna en el Mediterráneo’. Arquitectos nº142, 198/4.

[4] Rivero Serrano J. ‘La Ville Savoye y su sombra blanca’. Hypérbole 22 de noviembre 2015

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