Dante Alighieri, a 700 años de altura

Dante y Beatriz de Henry Holiday
700 años de la muerte de Dante

Escribir libros es una cosa, hablar es otra, y si tuviera que explicarlo mejor diría que en la escritura literaria una lengua nacional se hace adulta, en el habla vuelve a ser niña (ambas experiencias por cierto fundamentales). 

 Una cierta idea de mundo, Alessandro Baricco

 

Si la literatura se representará como un mapa del mundo, la “Divina Comedia” de Dante sería el monte Everest, pontifica Cory Bell en Literatura a simple vista, año 2000, y lo razona por tres vías -dos menos, por tanto, que las pruebas para la existencia de Dios de Santo Tomas, que son anteriores a Dante. En primer lugar, por la suprema destreza versificadora del poeta, seguramente sin más parangón en la historia que el de su predecesor y cicerone en el Infierno, Publio Virgilio Marón[1]; en segundo lugar, porque incorpora de modo singular toda la experiencia moral, intelectual y emocional (también mundanal: Dante se despacha a gusto en el Infierno de la Comedia con todos sus adversarios políticos y literarios, citados por su nombre y apellido) de su tiempo en una arquitectura única; y, last but not least, porque, tomándonos ya con rigor el sentido figurado, Monte-Dante representa el pico más alto y cercano al cielo, la visión religiosa más coherente y comprehensiva de la Edad Media en forma poética[2] jamás concebida ni concebible. Pero vayamos por partes, como Jack el Destripador. a los nueve años, Dante Alighieri (1265-1321) divisa de refilón a Beatriz, la musa de su estro, y nueve años más tarde vuelve a verla pasar a su lado y escribe entonces esa extraña, inaudita alternancia de prosas y versos, clímax y reposos, visiones y teoría erótica que es La Vita Nouva. Es decir, que se inventa el amor en su versión occidental moderna, ese amor que justo después consolidará Petrarca y que hoy cierto feminismo parece querer arrastrar por el lodo, denominando, equivocadamente, “romántico” (la Donna Angelicata de Dante, en efecto, es mucho más susceptible de reproche feminista que la mujer vista desde el prisma decimonónico, época en que no sólo las mujeres pintaban o escribían, sino en la que los románticos y románticas defendieron el aborto, el poliamor, las relaciones extramatrimoniales y la custodia compartida, por así llamarla). 

Nel mezzo del cammin di nostra vita… En la mitad del camino de nuestra vida / yo me encontraba en una selva oscura / con la senda derecha ya perdida… ¿Y a quién no le ha ocurrido más o menos lo que rezan estos versos con los que se abre la Comedia? Más o menos a los treinta y cinco años, Dante, militante güelfo moderado (partidario, por tanto, de la política pontificia/burguesa frente al ala imperial/aristocrática representada por los gibelinos[3]), se decide a emprender con antelación el sueño, proyecto o melancolía del Monsieur Teste de Paul Valéry siglos después, ese viejo anhelo de edificarlo todo otra vez, pero a partir de materiales puros (…) sólo elementos definidos, sólo contactos y contornos nítidamente dibujados, sólo formas conquistadas penosamente, nada vago. Definidos y nítidamente trazados eran los elementos aportados por la Física, la Psicología y la Cosmología aristotélicas, recientemente recuperados para Europa después de un exilio milenario gracias a las traducciones árabes de Siria, Damasco, etc., y comentadas por grandes sabios como Avicena, Averroes  y otros[4]. Con ellos, y en unión con la simbología de la secta de los “fieles al amor” a la que pertenecía -estudiada por Luigi Valli-, Dante llevó a cabo su expreso propósito de encuadernar con amor en un volumen cuanto en el mundo se desencuaderna, y en honor de nuevo a Beatriz, compuso en el curso de catorce años la Comedia –ya se sabe que el apelativo de “Divina” le fue adherido a la obra dantesca después, por Giovanni Boccaccio, en reconocimiento de su grandeza-, de la cual se ha dicho todo y de todo por parte de todo el que fuera alguien en el universo literario, pero de cuya inextricable y descomunal maraña erudita y apologética voy a entresacar un sólo poema de un sonetista desconocido -desconocido como sonetista, quiero decir, pero escultor y pintor de renombre-, Miguel Ángel Buonarotti: 

Del cielo descendió, y en cuerpo, errante, 

el justo infierno vio y el compasivo, 

volviendo a contemplar a Dios, de vivo, 

para que aquella cierta luz nos cante. 

Luciente estrella, que alumbro radiante 

e injustamente mi lugar nativo, 

no le es premio este mundo tan nocivo; 

tú sí, que la creaste, lo eres, Dante. 

De él digo, pues sus obras no entendieron  

los de ese pueblo ingrato, cuyo auxilio 

sólo les niega a los que justos fueron. 

¡Poder ser Dante! Que a tal suerte dado,  

por sus virtudes, con su amargo exilio, 

diera del mundo el más feliz estado.                                                                              

  (Traducción de Joaquín Arce). 

Retrato de Dante Alighieri por Sandro Botticelli

Leer la Comedia, hoy, e incluso el breve y perfumado La Vita Nouva, no es tarea sencilla, pero tampoco lo era en su tiempo. Podríamos pensar que el lector coetáneo a Dante lo tenía más fácil, puesto que al menos conocía las referencias políticas, culturales y hasta personales del autor, pero en realidad no es del todo cierto. Es tal la investigación histórica sobre Dante que se ha realizado desde entonces, que en una tarde un estudioso o simple interesado actual podría aprender más que lo que un aficionado a la poesía del Quattrocento podría asimilar en media vida. Además, contamos con muchos más instrumentos ópticos, por así llamarlos, para adivinar aquellos años, ya que un habitante cualquiera de la Italia que sirve de bisagra entre el Medioevo y el Renacimiento no sabe nada de economía política, o geografía real del mundo, o ni siquiera posee la obra completa de Dante, porque buena parte del Paraíso se extravió –el episodio de su hallazgo se relata, por ejemplo, en Los versos perdidos, capítulo de Santiago Posteguillo en La sangre de los libros, 2014. Por no saber, un contemporáneo de Dante no sabría ni reconocer la cara de Dante, cuya aguileña nariz fue después completamente emblemática. De manera que el motivo por el que no se lee la Divina Comedia es porque ya no creemos en la cultura, porque somos lo que se podría llamar “negacionistas de la cultura”. Al igual que se puede negar la Shoah, o el Cambio Climático, o los crímenes de Stalin, o el golpe de estado franquista, se puede entender también que el pasado está muerto y que la cultura no es más que su sarcófago semienterrado. Eso que decía Hegel: lo primero que se ve al mirar al pasado son ruinas… Ahora eso es lo primero y lo último que vemos, y entre esa desafección, y que el futuro tampoco parece traer nada bueno, nos aferramos al presente como Inés Arrimadas a su cargo. Sin embargo, a mi me parece que la cosa opera al revés. Hay que investigar un poco en las ruinas, dado que lo que tenemos alrededor es filfa. Ter, la arquitecta youtuber, comenzó hablando mucho de Kim Kardashian, pero como eso era un tostón archivisto y hortera, que daba realmente poco de que hablar, tuvo que pasarse a la arquitectura, o sea, en cierto sentido a las ruinas…  

Dante en el exilio por Peterlin Domenico

Desde entonces Ter nos gusta mucho más, al menos a mi, y ella misma tiene mucho más carrete (Ter había sido una negacionista de la cultura, burlándose de García Márquez, pero el tema no daba de sí, Ter carecía de los elementos críticos mínimos hasta para armar un discurso medianamente coherente acerca del motivo por el que El amor en los tiempos del cólera le parecía “una mierda”). ¡Sorpresa!: la arquitectura del palacio de Cnosos en Creta o de un cementerio en Francia es mucho más entretenida y cool que toda esa banalidad repetitiva del culo de la Kardashian y familia. Sin embargo, a 700 años vista de la muerte de Dante, lo único que retenemos de él es lo que se contaba en la película Seven, de David Fincher, según la cual Dante fue un europeo esotérico, retorcido y oscurantista al que le encantaba la idea de cortar la cabeza de Gwyneth Paltrow. De modo parecido, todo que nos queda de William Blake se convierte en sangre y magia negra en una de la saga de Hannibal Lecter. La americanización de la cultura ha consistido justamente en eso: difamar la cultura europea transformándola en un thriller medieval a mayor gloria del héroe estadounidense con el fin de poner en su lugar su exigua y facilona historia y unas cuantas películas de Disney –antes, lo recordareis, se apropiaban del corpus romántico europeo, pero ahora, desde El mago de Oz, ya nos imponen el suyo, que a mi, particularmente, no me disgusta, incluso diría que me disgusta más la Paltrow: ¡que le corten la cabeza! Es lo que hay, como dice hoy la gente como expresión de resignación máxima. Pero si usted no se conforma con lo que hay en el terreno cultural, si piensa que la Beatriz de Dante constituye una teocracia tan fascinante como el trasero pitagórico de la Kardashian, tome nota de estas palabras sobre la Comedia, vertidas por Martín de Riquer y J. M. Valverde en su formidable Historia de la Literatura Universal, que todo el mundo debería tener a mano en su casa como se tienen las temporadas completas de Breaking Bad o una batidora Turmix:  

Esa maravillosa concepción alegórico-religiosa, múltiple y varia en sus numerosos detalles, abarcadora del universo, sistemática, simétrica, mantenida siempre en una estructura matemática, rebosante de metáforas y de símbolos, es un mar de poesía. Los versos, ora contundentes y rudos, ora delicados y suaves, siempre precisos y cargados de intención y matices, constituyen la más bella manifestación que ha logrado jamás la lengua italiana. (RBA ediciones)  


[1] Una auténtica gozada la biografía de Virgilio de Pierre Grimal publicada en Gredos, donde se leen cosas como estas: Si los epicúreos podían considerar que la vida se reducía a un juego de átomos y de moléculas, el poeta descubrirá, a la inversa, que la vida surge de la materia. Los dos lenguajes, el materialista y el vitalista, se revelan equivalentes, y la vida no pierde nada de su valor, de su belleza, ni de su carácter conmovedor porque se conoce lo que sucede debajo de las apariencias. Entonces uno descubrirá que la primavera es amor, que el crecimiento de las plantas jóvenes se hace en la alegría, que los árboles frutales tienen conciencia de su vigor (Georgicas, II); y una gozada, también, esta extraordinaria conferencia hallada en Youtube.

[2]Aunque no puede omitirse aquí la contribución norte-europea o alemana contemporánea a la definición del misticismo cristiano: Jacob Böehme, Angelus Silesius y Meister Eckhart fueron grandes poetas de la brevedad y místicos desusados, profundamente originales y heterodoxos. Lo malo es que todo misticismo ha sido siempre para la Iglesia Católica (a diferencia, por ejemplo, de las religiones orientales) sedicioso y heterodoxo, y como sospechosos de estar saltando por encima de las bardas de la omnímoda institución fueron tratados, dos siglos después, y pese a su posterior canonización, personajes tan formidables y escritores tan sublimes como Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz. 

[3] En el opúsculo De vulgari eloquentia, de 1307, Dante defiende la unificación de los dialectos italianos y encuadra al latín como lengua artificial; demanda, pues, una lengua vulgar común, más no obstante “ilustre”, cuya urdimbre será forjada lentamente por los poetas. A eso se refiere el epígrafe de Baricco, y recuerdo a este respecto haber leído un artículo de Terenci Moix con 13 o 14 años en que el escritor afirmaba haber aprendido toscano renacentista para leer la Comedia. En cuanto a cuestiones políticas, “Dante utiliza el dialecto toscano, que él mismo perfecciona, para identificar a la nación cultural italiana, pero propone una Monarquía universal -en De Monarchia– para asegurar la paz general. Es decir, desconecta por completo la esfera de la cultura, que debe formar nacionalidades lingüísticas, y la esfera de la política, que debe formar un sólo Estado universal”, según refiere A. Garcia-Trevijano en El discurso de la República, Temas de Hoy, Madrid, 1994. La diplomacia moderna y sus ejes, los embajadores permanentes, han nacido precisamente de esa pluralidad de estados italianos fastidiosa para Dante -el Estado pontificio, el feudal de Nápoles, la tiranía de Milán, el municipio libre de Florencia, el imperio comercial de Venecia…-, pero esa fue también la visión directriz de Nicolás Maquiavelo en 1513. 

[4] Nunca se redirá el suficiente tributo debido a la tarea de este puñado, realmente ilustre, de doctores musulmanes que devolvieron a Occidente la gran filosofía griega –retocada, traspasada de sus propios usos teológicos, naturalmente-, realizando así a la inversa, a la manera católica (puesto que para el musulmán el verdadero milagro es éste) el prodigio del Profeta: cuando la montaña no va a Mahoma, es Mahoma quién debe ir a la montaña. En este caso fue la montaña la que alcanzó Europa, gracias principalmente al respeto por los clásicos y a la sabiduría personal de Ibn Rusd -latinizado “Averroes”-, del cual puede leerse una prolija biografía a cargo de Dominique Urvoy en Alianza H 4163. Después de aquel florecimiento, la filosofía desapareció totalmente del Islam, engullida por las consideraciones religiosas, hasta hoy. 

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6 Comentarios

  1. says: José Rivero Serrano

    El asesino siempre vuelve al lugar del crimen. Con ruinas o sin ellas, con Hichtcock o con el padre Apeles, con Kardashian o sin Kardashian. Muy a pesar de Dante o de Ángel Crespo, uno de sus traductores conspicuos. La idea del salto pitagórico del high cult al low cult, parece una técnica discursiva generacional muy extendida, como he advertido leyendo La España de las piscinas del vitoreado Jorge Dioni López. Y así se puede pasar de Proust a Boris Izaguirre, de Inés Arrimadas a Nuncio Ordine sin cambiar la postura y la compostura.

  2. says: Oscar S.

    Así es, y así va a seguir siendo. La Comedia que leí fue precisamente la traducción de Crespo, pero no descartes -como hiciera Rene- un audiolibro del infame padre Apeles… Tampoco sería. por otra parte, tan nueva la cosa. El mismo Becquer que renovaba la lírica española de la mano de Heine producía libelos pornograficos en ofensa de la reina (Arrimadas queda mucho más abajo, por ahora) con la complicidad de su hermano, y cuentan que el divino Platón tenía de lectura de mesilla de noche al grosero Aristofanes… (no me salen ciertas tildes).

  3. says: Oscar S.

    Tomándolo de aquel otro francés anterior que nada tenía que ver con Marx… Althusser, eso sí que fue degradación de la Alta Cultura y filosofía pop!

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