Escribió Cervantes en una de las páginas que comprenden el Licenciado Vidriera “Salamanca, que enhechiza la voluntad de volver a ella a todos los que de la apacibilidad de sus viviendas han gustado”. Y voluntad no me falta para cumplir el enhechizo, pero si otros factores para poder materializarlo físicamente. Aunque afortunadamente (a sabiendas de que no es lo mismo) para habitar en espíritu, la tecnología es una gran aliada y regreso con frecuencia a la ciudad del Tormes.
El viaje virtual arranca desde “Prensa histórica”, y tomando la dirección de la Universidad de Salamanca se puede disfrutar de gran parte de los números que compusieron los noticieros desde el último cuarto del siglo XIX. Ante semejante abanico tan grande de posibles lugares geográficos y temporales estableceremos como destino la estudiantil Calle de Libreros y las primeras décadas del siglo XX para el paseo de hoy.
Levantando la vista ante la fachada donde se adosa la placa con el nombre de la calle vemos que estamos equivocados, pero pronto recapacitamos, pues eso de cambiar el nombre de las calles es común en todas las épocas (guste mas o menos) resulta que estamos paseando por la Calle Conde de Romanones. Y pese a los cambios, la que no cambia de muerte es la rana. Ahí sigue apostada esperando ser encontrada por los nuevos estudiantes. Evidentemente, el edificio de la Universidad con su imponente fachada eclipsa al resto de la rúa, pero a buen seguro que la gente de este vecindario tiene avatares como en los de cualquier otra calle. Sin ir mas lejos, seguro que aún no se han recuperado del susto que les dio don Manuel (abogado y diputado provincial), quien al intentar apagar una lámpara de petróleo pendiente del techo, vertióse el depósito inflamado sobre las ropas del señor Salamanca, que le fue imposible verse libre de las llamas en que de improviso se vio envuelto. Apercibidos los vecinos por las voces y gritos de lo que ocurría acudieron inmediatamente. Entre las personas que acudieron a la casa del señor Salamanca figuran don Miguel de Unamuno y Don Calixto Escolar, el mas próximo vecino del señor Salamanca -El Castellano. Diario de Salamanca. Martes 24 de Julio de 1906-. (Y ahora diríamos, moraleja: iluminar la vivienda puede conllevar consecuencias dramáticas vivas en la época que vivas).
Resuelto el trance, una vez atendido el herido y sofocado las llamas los vecinos retornarían a sus casas no sin antes rememorar otro trágico suceso de igual naturaleza:
-Pues parece que tenemos otro verano marcado por las llamas amigo Rector.
-En efecto señor Escolar, si las cuentas no me fallan se cumplieron hace uno días seis años del incendio acaecido en la torre de la catedral que a todos nos tuvo en vilo. Deme un instante que recuerde…
D. Vicente Infante hallábase en la Universidad, presenciando las oposiciones a las plazas de médicos de Beneficencia, cuando oyeron (a eso de las siete de la tarde) las primeras campanadas anunciando el fuego. Y emprendió rápida carrera hasta el origen del humo. Subió a la torre, acompañado del barbero señor Silva y D. Leopoldo Acosta, estudiante de Medicina. Allí encontraron a los herreros de la Catedral Marcelino Escolar y Eduardo Macarro, que trabajaban ya en la extinción del fuego.
Los dos maestros herreros de la catedral fueron los primeros en luchar con las llamas bajo la campana “María de la O”, cortando el fuego y evitando quizá el mayor peligro del incendio, pues de haber caído aquella hermosa campana hubiera ocurrido alguna desgracia.
¡Bien por esos obreros! ¡Salamanca les tributa el aplauso sincero que se debe solamente a los hombres de corazón generoso! -El Lábaro. Diario independiente. 6/VII/1900-
-Mi padre y su compañero hicieron lo que hubiese hecho todo salmantino de bien, Don Miguel. Por cierto, mañana me entrevisto con su catedrático de Teoría de la Literatura y de las Artes con el fin de concertar visitas con sus alumnos a mi taller.
-Si, algo me comentó mi paisano. Y en verdad que celebro la iniciativa del señor de Apraiz y Buesa, como su disposición a que las nuevas generaciones tomen buen ejemplo de su disciplina artística.
-Se nos hace tarde Escolar, que usted descanse.
-Buenas noches Don Miguel.
La calle de Libreros, durante su etapa Conde de Romanones, además de sobresalientes monumentos tuvo un taller de cerrajería artística, repujado, cincelado y fundición de orfebrería de metales seminobles. De modo que los alumnos del catedrático Ángel de Apraiz no gastaron apenas suela para llegar a su clase práctica. Donde Calixto Escolar, con una gran amabilidad los esperaba para mostrarles la hermosa lámpara (…) para ser colocada en la capilla que el señor marqués de Castellanos tiene en la catedral. Es de estilo renacimiento, conteniendo diversos parajes históricos llenos de vigor y vida. También tuvieron ocasión de ver los visitantes, varias flores hechas en hierro, como claveles, rosas, pasionarias, etcétera; mereciendo especial mención, la primera de estas flores, por no faltarle el detalle mas insignificante característico de ellas.
Finalmente, el señor Escolar enseñó unos baulitos imitando a arcones antiguos, muy curiosos, que revelan la paciencia y la constancia que ha empleado su autor.
El señor Apraiz obtuvo varias fotografías de todos los objetos, para la colección de la clase y felicitó cordialmente al señor Escolar, alentándole para que continúe realizando esta clase de trabajos que tanto lo enaltecen. -El Salmantino. 21/I/1918-
No fue caso ajeno recibir visitas para Calixto Escolar en su taller. Además de alumnos, profesores, amigos y clientes, los periodistas se dejaban caer con cierta asiduidad pues se encontraba un maestro rejero que había acomodado para su lenguaje el estilo del siglo XVI tan distintivo de la capital charra. Y quizá por eso había conectado con la selecta clientela aristocrática, eclesiástica y de la alta burguesía. Luego, el articulo periodístico estaba servido. Y como la fama lo iba precediendo (pese a la competencia que le había generado la Casa Lis que importaba un estilo al que Escolar no escondía su desagrado …conste que si en este pueblo hubiera refinamiento y gusto por los restos gloriosos del pasado, no habría casa ornamentada por los confites ingleses y las ñoñerías modernistas) si algún columnista despistado no sabía de su hacer, alguien le mostraba donde encontrarlo.
Nuestro querido amigo el médico Ignacio Iturriagagoitia nos depara la suerte de escribir estas cuartillas. Debes visitar su taller (me decía), divulgar por Salamanca la sensación artística producida por este ejemplar que borda sobre el hierro con el primor de un miniaturista del Renacimiento.
Calixto Escolar es un raro caso de intuición artística, refinada y sensitiva. Desconocido para la masa rebañiega que deja crujir sobre sus espaldas los látigos de los rabadanes políticos, su labor tiene un perfume flagrante de armonía, de portento y de agudeza intelectual.(…) Y sobre todo, que es de un sarcasmo aterrador que este humilde salmantino, que burila con una perfección inaudita los mas bellísimos diseños de nuestros restos sagrados, permanezca silenciado a las glorificaciones bullangueras, mientras una deleznable marioneta del politiqueo esté encumbrada en el capitolio de la fama por la banalidad bellaca de una multitud caquéxica y regoldante. (Como se puede apreciar el periodista no desaprovecha la ocasión para saludar a otro amigo)
Además de chascarrillos y anécdotas, la entrevista tiene valor sobresaliente cuando Escolar cuenta como descubre hasta donde puede llegar ampliando su formación y así cambiar la cerrajería por aquello que estudiamos como artes aplicadas.
–¿…?
–Si, señor. Soy salmantino de nacimiento y educado en este oficio por mi padre, el que realmente inició mis aptitudes para estas imitaciones del arte de repujar. Cumplimentado con el dibujo que aprendí en el instituto, porque el trabajo artístico en hierro requiere en primer lugar dibujo. Después la modelación, que me enseñó el anterior director de los Salesianos, estupendo tallista, a quien jamás pagaré con gratitud por mis enseñanzas.
Y todo empezó cuando era bien pequeño, apenas un aprendiz incipiente, cuando en la exposición salmantina celebrada el 1900, hice un trabajo que presentó mi padre consistente en un montante gótico, que obtuvo el primer premio en el ramo de herrería artística. No se que mérito pudo tener mi primera obra, pero es lo cierto que con ella se quedó entusiasmado un anticuario turco que me remuneró con pingüe soldada.
Aquella aventura inicial nos hizo descubrir un nuevo horizonte para nuestra industria, basada, como usted sabe, en rutinarias composturas de herraje, cerraduras e instrumentos toscos y sin ninguna inventiva. Y, en efecto, un día llegó mi padre y me dijo: he visto un hachero en un templo, que es una maravilla y que podíamos intentar su trabajo. Yo no me amilané y pusimos manos a la obra. Obtuvimos la mascarilla, modelamos el proyecto y se hizo el hachero con tan perfecta semejanza con el original, que lo vendimos en 3.100 pesetas a un anticuario francés mediante una indulgente pátina añeja. De aquí arranca mi profesión en estas labores. -El Adelanto: Diario político de Salamanca. 28-XI-1917-
Desde luego que situándolo en un nivel mucho mas modesto, no me resisto a mostrar a Marcelino y sobre todo a su hijo Calixto con las mismas capacidades que los ilustres Alceo Dossena, Otto Wacker, Han van Meegeren o David Stein entre otros muchos alarifes de técnicas pretéritas. Y para refrendarlo encontramos un ejemplo singular. Las rejas platerescas que protegen las ventanas de la Casa de las Conchas fueron restauradas por Marcelino Escolar y compuestas cual facsímil por Calixto para satisfacer el encargo del ministro Augusto González de Besada para su casa de Galicia.
Marcelino Escolar emprendió viaje al otro lado del charco, donde se puso al frente de unos talleres en Rosario (Argentina) y su hijo Calixto permaneció en Salamanca, aunque su mudó de la calle de Libreros a la calle Serrano donde continuó domesticando el metal, y transmitiendo el testigo a su hijo Segundo Rodrigo Escolar Frutos y este a su hijo Segundo Calixto Escolar Díez, de quien podemos visitar su obra en esta página web.