La manía de explotar burbujas

¿Has disfrutado alguna vez de explotar esas burbujas de los plásticos de embalar? ¿Te encanta hacerlo habitualmente? Si es así, eres una persona “cariñosamente agresiva”, y seguramente te encanta achuchar, apretujar, besuquear a los niños, mascotas o seres queridos. Pues bien, según unas sesudas investigadoras de la Universidad de Yale (USA), eso se debe a una peculiar manera de ser, de percibir las cosas que nos parecen bellas y adorables. Se trata de personas que desean poseer, incorporar cosas y personas al yo, meterlas en su propio cuerpo, aunque para eso tengan que estrujarlas. Según parece, ésta es una forma de agresividad transformada en cariño que representa una necesidad de alivio de las tensiones, una válvula de escape para esos sentimientos intensos que a veces nos cuesta expresar y manejar. Esto le puede suceder a cualquiera, pero a algunas personas les ocurre especialmente. Tal vez por eso algunas madres cariñosas resultan demasiado “amantísimas”, y algun@s amantes “cariñosísim@s” resultan casi asfixiantes. Y lo peor es que cuando cometemos ese error, no lo percibimos. Y digo error, como podría decir acierto, pues lo contrario, la emoción fría, el cariño sin abrazos, puede parecer desafectado y falso, y, desde luego, es mucho menos gratificante.

Pero me dirá que porqué hablo de esto en una ventana de verano, con la que está cayendo en materia de violencia de género.

Es sencillo. Vivimos tiempos complejos, en los que la comunicación tiende a ser una variable fría, lejana, mecánica, a menudo más informativa que emotiva. Pero al tiempo, en cuanto acontece algún suceso pasional, alguna emoción exaltada,  triunfa vía “trending topic” a la velocidad del rayo. Aun más cuando en el ambiente circulan las emociones negativas, el miedo, la ansiedad, la penuria o el desvalimiento. Los cerebros de las personas necesitadas de alivio emocional son capaces de achuchar hasta la opresión, de oprimir hasta el ahogo, de sofocar hasta el agotamiento. Con esto no trato de explicar nada, ni de justificar ninguna desmesura humana. Si acaso comprender porque algunas personas pueden pasar de la tensión a la necesidad de dar cariño, y de éste al estrujamiento mortal de sus seres queridos. No olvidemos que amamos a nuestros hijos, parejas, no tanto para que nos quieran cuanto para que se dejen querer.

No obstante, no te preocupes demasiado, y si eres una de esas personas que le gusta reventar burbujas, no desaproveches ese impulso, trasládalo a tus seres queridos en forma de besos, abrazos, achuchones, caricias… pues casi siempre pecamos más por defecto que por exceso.

 

Para seguir disfrutando de Jesús de la Gándara
El secreto de los ligones
Regresa el verano a las ciudades, las sierras y los mares, y...
Leer más
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *