Feliz año (hyperbólico) 2016

Es cierto, existen hechos, nos ocurren cosas, pero no conforman una sola dimensión de la realidad, no existe una única manera de percibirlos, de recordarlos, de interpretarlos o de vivir a partir de su experiencia. Pendemos siempre del hilo frágil de la comunicación, con los otros, con nosotros mismos, abriendo y cerrando ventanas para mirar a la calle y crear relatos que nos resulten emocionalmente sólidos por un tiempo. Siempre sólo por un tiempo, lo que quizá no está mal del todo.

 

Foto Paolo Ventura

 

El mundo existe pero también lo creamos nosotros cada día, percibiéndolo desde lo que sospechamos conocer, lo que añoramos o lo que presumimos que nos espera en el futuro. Precisamos claves y refugios, referencias, músicas, bares, palabras,  buena conversación.

Precisamos saber que existen interlocutores que puedan hacer emerger los desconocidos que nos habitan, los que no hemos sido todavía pero que palpitan en algún sitio, en forma de deseo, inquietud o incluso desesperación.

 

Foto Paolo Ventura

 

Ahora abrir una pantalla hace muy fácil algunas cosas muy gozosas. Pero, como siempre, habrá que conquistar algo que es fácil que se escape. Una brújula que permita orientarse, el loro de Flaubert, que permita ampliar la vida que se vive o soñar otra vida posible.

Hyperbole quiere ser, sobre todo, un lugar para conversar con muchos interlocutores que, a su vez, remiten a otras voces y que permiten ese estado intermedio, donde es grato ir de un sitio a otro, establecer conexiones, disfrutar de la complejidad sin anegarse en ella o quedarse atrapados en castillos oscuros donde no penetra la alegría ni la verdad.

Ha sido un placer conversar otro año con vosotros.

 

¡Feliz año hyperbolico 2016!

 

 

(…) Antonio Machado tiene un poema misterioso en que sucede algo parecido: “Te cantaré mi canción, / se canta lo que se pierde, / con un papagayo verde / que la diga en tu balcón”. No sé cómo interpretan los estudiosos de la obra de Machado la presencia de ese papagayo cantor. Decir que se canta lo que se pierde ya es suficientemente hermoso, ¿por qué entonces debe ser un papagayo verde quien lo diga? Creo recordar que esa coplilla fue escrita en la época en que Machado vivía su pasión prohibida por Guiomar, y bien podemos pensar entonces que el papagayo es un símbolo del deseo. Habla de ese mundo poliformo del deseo, de toda la locura y belleza que hay en las selvas tropicales donde viven estas aves. Como si el poeta le dijera a su amada: en esto me he convertido por ti. “Cualquier camino lleva / al arsenal de cosas no vividas”, escribió Rilke. ¿Cualquier camino? No lo tengo tan claro. Hace falta un papagayo en el balcón, un loro como el de Flaubert.

 

Foto Paolo Ventura

 

El loro aparece en el lugar de la herida y Félicité al quedarse con él pasa a formar parte de esa legión silenciosa de seres a los que algo les es asignado por un motivo misterioso, como pasa en La leyenda del santo bebedor, la enigmática novela de Joseph Roth. Cumplir con ese encargo supone una restauración de los vínculos con los demás. Arrancarle inesperadamente a la vida, como quería Magris, territorios de persuasión. El loro es mucho más que la imagen paródica de la impotencia del escritor. Gracias a él la sensible crónica de una abnegada criada se transforma en manos de Flaubert en una de las fábulas más hermosas de la literatura universal. Una fábula sobre el sentido del arte, sobre el arte como visión. Porque el arte no habla de lo que tenemos sino de lo que nos falta, quiere ofrecernos una segunda vida. Eso representa para Félicité el loro: todo lo que no ha tenido ni tal vez podrá tener jamás. La promesa de una transfiguración.

 

GUSTAVO MARTIN GARZO. “El papagayo verde

Leer “Un corazón simple” de Gustave Flaubert”

 

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2 Comentarios

  1. says: Óscar S.

    Bueno, lo del loro de Flaubert fue muy glosado por Julian Barnes en el libro homónimo de los ´80… ¿Era el loro apariencia, realidad, o sólo simulacro? A los lectores no nos quedó muy claro, pero esa era la gracia…

    Feliz 2016, en todo caso.

  2. says: JOSÉ RIVERO

    Bien cierto es el enigma del poema machadiano: “se canta lo que se pierde”. Casi tanto enigma como la naturaleza de loro ya comentada. Pero en todo caso Buen Año.

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