La suerte y las esferas

El bombo de la lotería es una majestuosa esfera llena de otras más pequeñas, unas bolitas inquietas sumamente atractivas. Ambas comparten un atributo, la esfericidad, que es la condición más bella y perfecta del universo, a la que todas las cosas tienden en busca del equilibrio cósmico.

 Cuando una esfera es perfecta, no tiene nada queenvidiar a nada. Ya sea canica o pelota, así sea burbuja o balón, su esfericidad siempre engalana la vida. Desde niños lo esférico nos admira, nos entretiene, ya sea pecho o culo, así sabroso melocotón o dulce bola de helado, lo orondo nos atrae con su lúdico candor. Las esferas nos alegran y redondean la vida.

Pero las esferas también ruedan, giran, van y vuelven libres y caprichosas. Entonan una polifonía de trayectos imprevisibles, tienden a un movimiento cuasi perpetuo que hasta los dioses envidian. No hay más que ver la Tierra y la Luna, nuestras dos esferas con mayúsculas. Y qué decir de los demás planetas de nuestro sistema solar, cómo giran, cómo se desplazan, con qué parsimoniosa elegancia se enseñorean al amanecer o al anochecer, iluminados por el brillo de su dorada estrella.

 Son planetas ellos, de suyo errantes por el orbe, y sinembargo sujetos a no sé qué ley universal, la única que ellos obedecen. El movimiento de las esferas es uno de los misterios más herméticos del Universo. Por muy científico que parezca siempre oculta ficciones insondables.

Un buen ejemplo de lo atractivo de la esfericidad es que todos los deportes de mayor audiencia se juegan con bolas, el tenis, el baloncesto, el golf. Pero, sobre todo, el fútbol, el más universal de los juegos, cuya grandeza radica en que, por mucho que los grandes equipos quieran controlarlo del todo, siempre cabe que el Leganés gane al Madrid,precisamente porque el balón es esférico, y gira, y bota, y rebota, y ¡gol!, quizá con suerte, pero válido para las quinielas.

 Lo mismo sucede con el bombo y las bolitas de la lotería.Por muchas leyes físicas que les apliquemos, siempre queda una pequeña porciónde azar, de capricho en sus movimientos que los convierte en objetos emocionantes, movidos por frívolos secretos, como si algo inescrutable los guiase. Por eso, para tratar de conocerlos y controlarlos, acudimos a todo tipode métodos y artilugios. Recurrimos a supersticiones o estadísticas, a diosas obruixas, a lo que sea, con tal de conseguir que la patrona del azar escuche nuestras súplicas y saque justo nuestra bolita. Por eso, desde el origen de los tiempos, los seres humanos hemos identificado la suerte con ruedas y esferas, con brujas y diosas.

Hace algún tiempo les hablé de la diosa Fortuna, muy romana ella, señora de la rueda de la suerte y efigie para monedas, adornada con un único mechón de cabello, para poder pillarla por los pelos cuando pasa cerca.  

 Pero hoy les voy a hablar de otra diosa más vieja. Se llamaba Tiqué y era más griega y más sofisticada. Era la personificación del destino y la fortuna, la que regía la prosperidad de la ciudad y decidía lasuerte de cualquier mortal. Para ello, no usaba la rueda, como su pariente Fortuna, sino unas pelotas, con las que jugaba con su ayudante Pluto, dios griego de la riqueza (¡ojo!,no confundir con Plutón), las cuales tiraban para arriba y caían para abajo moviéndose con la incertidumbre propia de su esfericidad.

Así, como si fueran el bombo y las bolitas, los giros y movimientos de las pelotas divinas de la buena y la mala suerte, acababan siendo azarosos e imprevisibles, beneficiando a unos y perjudicando a otros. Por eso nadie debe vanagloriarse de su fortuna momentánea, ni fiarse de sus riquezas efímeras, ni de poseer siempre salud, dinero y amor. Todos los seres humanos debemos agradecer a Tiqué y Fortuna que nos mantengan sanos y suficientes, aunque no nos toque la lotería, pues de no ser así, ellas hacen que el espíritu de la buena suerte (Agatos Daimon) se vaya con otros, y la diosa de las desgracias (Némesis) aproveche para desgarrar nuestras vidas.

 Y es que, como ya hemos visto, cuando los seres humanoshacemos que nuestra vida dependa de una ruleta o una pelota, poco podemos hacer para gobernarla, como no sea rogarle misericordia a la Diosa de las Bolas y agradecerle respetuosamente al dios Pluto sus mercedes.

Mientras tanto, les ofrezco mi lema para las loterías y juegos de azar, que dice así: “Si juegas, no te la juegues”


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