Un título henchido de humorismo paradójico No estar complica el irse compila los poemas más recientes de Luis Felipe Comendador (Béjar, Salamanca, 1957), reconocidos el 10 de enero de 2025 con el IV Premio Nacional de Poesía Ciudad de Lucena Lara Cantizani, un certamen muy joven, convocado por el ayuntamiento cordobés, que sirve de homenaje y recuerdo al desaparecido profesor, poeta y gestor cultural Manuel Lara Cantizani.
El escritor bejarano impulsa un taller literario polivalente, cuya trashumancia expresiva aglutina aforismos, artículos de prensa, quehacer narrativo y un intenso recorrido poético que ha logrado abundantes premios, con títulos conocidos como Paraísos del suicida (2001), Con la muerte en los talones (2004), Mañana no será nunca (2017), o La alfombra vejada del gran Lebowski (2024). Son obras que ratifican una estética habitual que entrelaza reflexión existencial, dicción introspectiva y un fuerte sentido crítico de la peripecia vital y de las relaciones sociales hechas de corrección política y gregarismo, de conformidad y asimetrías. De ese mapa de signos personales también participa la salida No estar complica el irse, logro poético que conforma una relevante nómina del parnasillo particular del poeta.
El yo poético moldea la singularidad estética de presencias centrales de la biblioteca para construir un monólogo dramático que trasciende el perfil literario del protagonista y desnuda su sensibilidad humanista y sus claroscuros. De este modo, en el primer poema ”Pere Gimferrer se confiesa con el agente provocador en Barcelona” Luis Felipe Comendador dibuja al poeta novísimo como un ser frágil y cansado por el habitual lastre de decepciones y grietas que aloja el discurrir existencial. Un cuerpo roto, como un cristal opaco, tiznado por gotas de sombra. Otro novísimo, Antonio Martínez Sarrión confabula en su diario íntimo el hartazgo de la etiqueta y la decisión de buscar en la hondura de un bar esa conversación a solas con la finitud. Lo vivido es un patrimonio gravoso y hay que pactar la callada concordia del silencio en la experiencia biográfica. La hoguera del tiempo consume y deja como estela de su paso un manto de ceniza.
Comendador anima la ruptura de la monotonía argumental dando sitio también al poema apelativo, al que busca en el tú un interlocutor que escuche los deseos más íntimos. Así sucede con el estar de Ana Rossetti, cuyo libro Indicios vehementes es infusión estimulante para la química del deseo. El pulso carnal fragua turbación y cercanía, el pensamiento desvelado de quien duerme despierto.

Las presencias convocadas tienen un incansable registro cultural. Se dan cita en las composiciones, lejos de los ángulos abiertos de poetas amigos y compañeros generacionales, los habitantes de un prestigioso municipio literario en el que son vecinos Julio Cortázar, Severo Sarduy, Oliverio Girondo, Norah Lange, Paul Verlaine, Juan Gelman, Octavio Paz, César Vallejo… Un entorno germinal en el cada poema busca adaptarse a las peculiaridades literarias del protagonista, mientras aprende las costumbres de ser sombra ausente: los elegidos ya no están y en el hueco de su cuerpo solo las palabras permanecen. En este catálogo de nombres propios tan significativos, la mirada poética de Luis Felipe Comendador se hace espejo. Recupera secuencias de instantes significativos de la vida diaria. Desde esa recuperación retorna al trasluz del presente la poesía con rostro humano, el inspirado aliento de las palabras. Como escribe el poeta: “Son “pupilas” que utilizan las mías para verme y hacerme ver en ellas, para abrir en la densa espesura del bosque el necesario claro”. Buscar sitio en la interioridad del otro es romper la inmovilidad de ser con la prerrogativa indeclinable de colonizar al otro, de penetrar en sus voces y silencios.
Aunque predomina el poema en verso libre, el escritor explora otros moldes expresivos como el haiku, sin duda, un hermoso guiño al taller literario de Manuel Lara Cantizani. El poeta cordobés contribuyó, como pocos, a la aclimatación de la estrofa en el discurrir literario del presente, mediante talleres, ediciones de libros de gran belleza plástica y aciertos expresivos de primer nivel como la introducción en las aulas de Educación Secundaria del formato japonés. Otro poema que nos parece de gran interés es “Gabriel Ferrater se empeña en perecer”, donde se percibe una precisa poética personal: “Busco el desahogo de la discrepancia / la batalla hueca de la suficiencia, la precavida virtud de la edad, / el usufructo de mis hipotecas, / la arbitrariedad de equivocarme…” . Son enumeraciones yuxtapuestas que invitan a contemplar al escritor frente a sí mismo, en el confinamiento claustral de su taller de autor.
Los lectores de la entrega anterior de Luis Felipe Comendador, La alfombra vejada del gran Lebowski percibirán entre ambos libros una clara continuidad, ese empeño de transcender la propia identidad y su geografía de emociones y sentimientos para habitar otra conciencia, para rescatar en el silencio la palabra del otro. Pero el acierto literario de Luis Felipe Comendador es excelente. Fragua un libro que deambula entre el homenaje y la erudición, de quien construye puentes con otras identidades. Son presencias convocadas en el paisaje interior de cada poema, versos que despliegan su mapa comunicativo y convierten la tradición en sustrato germinal.
El poema se caracteriza por su condición atemporal, por localizar su espacio en una dimensión etérea en la que andan a trasmano las ausencias. De ahí que sea posible que las voces que resuenan recuerden su finitud y el carácter simbólico de cada uno de sus rincones. Desde su mirada plural, No estar complica el irse mantiene una distancia ambigua entre lo vivido y lo soñado, entre las palabras y el silencio, como si cada interlocutor alumbrara una existencia que se va moldeando entre mutaciones y cambios inadvertidos. Con una intensa disposición narrativa, los poemas conforman un árbol de luz, la claridad gozosa del encuentro con la literatura, esa propuesta de convertir las palabras en refugio, indagación y búsqueda.
“No estar complica el irse“. Luis Felipe Comendador
IV Premio Nacional de Poesía Ciudad de Lucena Lara Cantizani
Editorial Reino de Cordelia
Madrid, 2025