Llegó la primavera y Gusamari se subió a un manzano.
Era un áspero bichito de piel peluda y temperamento huraño, y el manzano le gritó: “Apartate de mis manzanas infecto gusano”; a lo cual él respondió: “No soy un gusano, soy ¡Dinamita!”, parafraseando al Nietzsche más violento. Y, sin dudarlo, se metió de lleno en la manzana sin ninguna intención que fuera buena.
Mientras taladraba la jugosa fruta y dejaba que le inundara la agridulce tentación, se topó con Newton, aquel que encontró en una manzana las leyes del cosmos, sin saber que algún día la cosmología se convertiría en cosmética.
Y así fue como, sazonado por esa repentina mutación de acidulado optimismo, al salir de la manzana, Gusamari se había convertido en una bella mariposa.
Moraleja:
Si, como dicen, a la sombra de un manzano, Buda descubrió que “somos lo que pensamos”; y si, debajo de otro, Epícteto enseñaba a sus discípulos “que lo que verdaderamente nos espanta no es lo que nos ocurre, sino lo que pensamos acerca de ello”; y si la sorprendente Anaïs Nin, amén de practicar de las suyas por sí misma, escribió que “las cosas no son como son, sino que son como somos”… Entonces, ¿a qué esperas? Planta en tu mente un manzano y verás cómo tus agusanados pensamientos se convierten en alivialadas ocurrencias.
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este cuento está dedicado a Ramón González Correales, verdadero “gusamary” inspirador de esta aventura… por tantos momentos fuidos y tantos porvenir.
Siempre recordaré cuando mi padre me pillo, siendo un chavaluco, leyendo DELTA DE VENUS de Anaïs Nin….¡¡ menuda bronca me cayó ¡¡
MENTEMORFOSIS