Futbología postmoderna: Mourinho y el logos

Empezó la Liga, y los medios y media se llenan de fútbol. El circo nuestro de cada día que nos inunda para que no pensemos. Eso dicen algunos, pero su análisis es demasiado superficial. Realmente, desde hace años, y sin duda en la actualidad, podríamos decir que el logos es a la sabiduría, lo que el fútbol a la emoción. Por eso triunfa el futbol y casi nadie sabe qué es el logos. Por eso, este observador sugiere que, ya que no podemos evitar la inundación, al menos extraigamos del fútbol alguna sabiduría.

Empecemos por aceptar que el fútbol no es un deporte, sino una eficaz combinación de deporte, espectáculo, negocio y emoción: un fenómeno social, posiblemente el nexo más potente y cohesionador de las sociedades posmodernas. El fútbol es al mundo, como “La Roja” a España. Su fortaleza se sustenta en la comunicación emocional. Vivimos en una sociedad hiperconectada, pero no siempre hipercomunicada. Para que una conexión sea comunicación, además de datos tiene que trasmitir emoción, y el futbol lo logra. Es informativo (todos sabemos lo que pasa) y persuasivo (muchos estamos concernidos). En Grecia la diosa Peitho encarnaba la persuasión y la seducción, y ambas eran la esencia de la comunicación eficaz, que informa, reúne, motiva y convence. Luego, pese a quien pese, el futbol es como un dios postmoderno que encarna la comunicación más cohesiva y motivadora de los seres humanos actuales. Por consiguiente, puede aceptarse que el futbol tiene su propio logos, su “futbología”.

Para ilustrarlo he elegido como modelo al personaje Mourinho no a la persona – D. José, al que no conozco, luego no juzgo – porque encarna como nadie el símbolo de la futbología. Su fuerza se basa en la potencia comunicacional. De él se dicen muchas cosas: que es autoritario, engreído, inteligente, soberbio, hábil, seductor, persuasor, odioso, intolerante, carismático, atractivo, insoportable, comprensivo, atento, comprometido, violento… Pero, ¿por qué se dicen tantas cosas?: Porque habla poco, pero comunica mucho. Porque en público adopta un modelo de comunicación, el agresivo, y en privado otro, el asertivo, y en ambos casos lo hace mezclando datos con emociones, así persuade y seduce, al tiempo que vence y convence, o infama y denostar. Por eso a unos les cae fatal y otros le admiran o aman. Los grandes comunicadores, los grandes líderes, son los que saben mezclar eficazmente agresividad, pasividad y asertividad en sus relaciones y comunicaciones. Los ingredientes de su personalidad son: fortaleza, templanza y seguridad en sí mismos. Y, según dicen los que le conocen, eso lo tiene y ejerce este personaje, por eso es el líder más carismático y discutido de esta futbología posmoderna que, igualmente, encarnan clubes como el Real Madrid o el Barcelona, posiblemente dos de los más simbólicos de la historia de este complejo fenómeno social.

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Las opiniones humanas cada vez me merecen menos respeto. Sí ha leído...
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