En la política es como en las matemáticas: todo lo que no es totalmente correcto, está mal.
JFK
El Mundo Real debe ser un lugar inusitadamente prestigioso, dado que a nadie parece gustarnos y, sin embargo, lo defendemos a la mínima que nos provoquen. Alertamos, por ejemplo, a los adolescentes de los peligros y penurias del Mundo Real, pero les preparamos gustosos para enfrentarse a él. Con el estallido político/mediático de Pablo Iglesias ocurre una cosa parecida: pocos -me refiero a la gente más o menos seria, no a los histriones o a los propagandistas- dudan de que es sincero, directo, honesto y que hasta sus intenciones se dirían limpias, más no obstante nos da un miedo terrible, no vaya a ser que el Mundo Real nos castigue por creérnoslo, como si sólo por depositar en la urna una papeleta con su rostro fueran las Autoridades o los mismísimos Mercados a llamar a nuestra puerta para propinarnos unos merecidos azotes. El look crístico de Pablo, lo mismo que invita al elector del país más católico del mundo a proyectar sobre él un cierto acto de fe, le hace temer también que termine crucificado en el Calvario y sus adeptos dispersos por el globo como mártires de la Utopía del Bienestar Generalizado. Kennedy, que, con todos sus profundos defectos sigue siendo para mucha gente como la identidad secreta de Batman (o sea: el millonario que hace justicia en favor de las personas corrientes), pronunció la frase que doy en epígrafe y que llama sutilmente al escándalo. Pues, ¿cómo va a funcionar la convivencia si no permitimos una determinada cuota de soborno hacia el Poder, es decir, si no alentamos que, a cambio de vivir relativamente tranquilos, los intereses económicos se peguen el festín a nuestra costa -y, cada vez más, a costa del planeta? Esta parece ser la lógica que rige en las cabezas del votante español, amedrentado por décadas de sumisión seguida de decepciones flagrantes…
Pablo Iglesias ha utilizado la televisión como Caballo de Troya de su ideología y la de sus amigos, es cierto. Cierto es también que no siempre los intelectuales, por serlo, resultan gente muy de fiar: el siglo XX ha estado lleno de estadistas intelectuales, el propio Mao era un fino poeta y un analista muy competente de la situación del campesinado chino antes de convertirse en líder del PCCh y asesinar a millones de personas (es, en parte, por eso que los norteamericanos prefieren a los mandatarios gárrulos, confiando en que, en última instancia, estarán en su mansión viendo un partido de béisbol con unas cervezas antes que andar enredando). Y, por último, es cierto que la izquierda radical exige habitualmente de la ciudadanía un sobreesfuerzo de entrega a la política que una desmesurada infantilización de la cultura nos impide siquiera empezar a tomarnos medianamente en serio. Pero es que contra Pablo se escuchan cosas tan ridículas ya como que se ríe poco, o como que compra su ropa en Alcampo. Pronto se dirá que por qué no se arregla los dientes, hombre, que con esa piñata no se puede gobernar un país. Una vez hecha explícita por él mismo la conexión con Jaume Roures, más que eso no van a poder sacar. De manera que el problema parece ser que, siendo el mejor candidato con el que se podría soñar, nos mata la idea de que nuestros sueños puedan llegar a cumplirse en el maldito pero inexorable Mundo Real. Estamos, sin duda, mucho más seguros de la existencia del Infierno que de la del Cielo.
Así, nuestra objeción más fuerte, pero también más inconsciente, para descartar a Pablo Iglesias no es la estructura de mando de Podemos, ni el funcionamiento de los Círculos, ni la afinidad venezolana, ni nada semejante, sino que el chico no puede ser tan perfecto, que no puede ser verdad tanta suerte, que tarde o temprano saltará el truco por alguna parte y veremos por fin que es “casta”, otra casta tal vez con menos caspa ibérica encima pero casta al fin y al cabo. El niño bonito de la universidad, con ese cerro de sobresalientes y matrículas de honor que todos querríamos para nosotros mismos, buen comunicador… tiene que estar diseñado por ordenador por el cripto-comunismo internacional para embaucar a las masas, no hay otra respuesta, esta vez nos han dado bien en plena fibra sensible. Tal punto de vista cuenta con el hecho universal del descrédito de la clase política y parte de él sin complejos: no podemos decir que sin razón, pues, ciertamente, los políticos son la escoria de la Tierra o los agentes mediadores de la escoria de la Tierra, igual nos da. Precisamente por eso jugar al lampedusismo es doblemente peligroso en este caso en particular, porque… ¿Y si, al revés que en el cuento del niño y el lobo, el que viene finalmente no es el lobo pero era verdad que antes siempre venía y ya todo nos aterroriza? ¿Y si no todo el monte es escoria y resulta que alguien a quien la vida no ha tratado mal no halla motivos para desear más que lo que pueda ahora alcanzar? En las sociedades del riesgo, como las llaman desde hace un tiempo, o en las físicas del caos, que se estilan ahora, una posibilidad de orden entre millares de entropía no es enteramente rechazable lógicamente hablando. Vivimos en un mundo complejo que requiere soluciones complejas, “sistémicas” dicen, de acuerdo, pero en el que no está escrito que se hayan cancelado las oportunidades que dependen de los individuos, los cuales a su vez se nos han vuelto complejos. Y no me refiero únicamente al propio Pablo Iglesias, sino a los millones que, según las encuestas, han aprendido últimamente a fiarse sin demasiada base de un tipo recién llegado que dice verdades como templos por la asquerosa televisión. ¿Debemos convertirles al desengaño urgentemente? ¿Ganaríamos algo confirmándoles en lo peor?
Pero el Mundo Real está alerta, susurrando que siempre son mejores los trajeados de toda la vida, puesto que esos conocen al Diablo de cerca y saben cómo mantenerlo distraído a cambio de sus almas y en pro de las nuestras, como en aquel escalofriante relato de Dostoiveski, El Gran Inquisidor… Que el futuro nos coja, en cualquier caso, confesados, pero con el voto en la mano.
*Entrevista de Jordi Évole a Pablo Iglesias en ‘Salvados’.
*Entrevista de Risto Mejide a Pablo Iglesias en ‘Viajando con Chester’.
No ignoro que este comentario está demasiado centrado en la figura pública, o mediática, de Pablo Iglesias, cuando es todo el entramado de Podemos lo que supone una novedad democrática casi inaudita. Pero Pablo Iglesias es lo que ve la gente común, y, en este sentido, se entiende su pretensión, en la reciente asamblea, de capitalizar la portavocía. No obstante, también se entiende la propuesta de un triunvirato, se entiende casi mejor dadas ciertas circunstancias. En fin, a veces da la sensación de que Pablo no tenga interés alguno en hacer partido e introducirse en las instituciones: sólo gobernar ya o se acabo. Out Pablo out nihil, dirán algunos. Yo pienso, por ahora, que sencillamente no cree en jugar al juego parlamentario lentamente, con adversarios fogueados hasta la médula en la marrullería y el engaño. Este escepticismo, si efectivamente lo tiene, tiene también su arista peligrosa…
Por cierto, y aparte, qué gran cretino es Risto Mejide…
Me hago las mismas preguntas. Y digo lo mismo. Tendremos el voto en la mano, en cualquier caso, y que asuman las consecuencias.
El infierno de los vivos no es algo por venir; hay uno, el que ya existe aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de dejar de verlo. La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacer que dure, y dejarle espacio.
Italo Calvino, Las ciudades invisibles.
Esa cita que yo conocí a través de Harold Bloom cuando habla de Italo Calvino en su libro “Genios” es magnífica, pero quizá puede tener algunos problemas cuando se saca de lo literario, de los espacios interpersonales, donde las palabras pueden ser flexibles y las emociones o las conductas revocables, y se lleva al espacio público y se trata de hacer operativa políticamente conformando una ideología que pretenda conquistar el poder. .
Porque en ese caso cualquiera, grupo o persona, se puede sentir el narrador omnisciente y decidir que tiene el conocimiento y todo lo que hay que tener para etiquetar de manera neta e irrevocable qué es el cielo y qué es el infierno y, sobre todo, quien forma parte de los buenos que merecen ser salvados (y siempre justificados) y quien pertenece a los demonios que, a ser posible, convendría eliminar o al menos neutralizar de todas las maneras posibles.
Lo que nos mete en una nueva “ideología totalitaria de la sospecha”, cada vez más pura, de las que ya conocemos bastantes en el terrible siglo XX. Es la superioridad moral, el creer que se actúa en nombre de una “patria o de un “pueblo”, el pensar que los que se oponen son demonios que merecen la destrucción porque son culpables de todos los males del mundo, lo que llevó a lo que llevó, y no habría que olvidarlo.
Lo inquietante es que ya parece asumido por mucha gente, en un contexto peligroso de crisis económica, que vivimos en “un infierno”, que estos años tras la transición han sido parte de un “régimen” donde no ha habido “autentica” libertad ni democracia, y que existe una “casta” (cuya etiquetación podrá modularse al antojo de quien controle el discurso) que son los culpables de todo frente al resto inocente de la “gente”. Y además tenemos a (san) “Pablo”. ese chico tan listo y con tan buenas intenciones (quiere conquistar el cielo) del que es casi pecado dudar o al que hay que proteger (y justificar) de todo en medio del infierno, que tanto le ataca injustamente..
En fin para los intelectuales la misma diatriba que el siglo pasado. Sartre, Aaron o Camus y todos los demás. Y pueden ensayarse las mismas justificaciones y dinámicas con muy parecidas ideas. Lo que no supone que no haya muchas cosas que mejorar y cambiar. Pero en mi opinión respetando los criterios de una “sociedad abierta”, siempre imperfecta, mejorable y que tan pocas oportunidades históricas ha tenido en un país como éste.
“(…) los líderes de Podemos, como Iglesias se encarga de recalcar, son políticos, no intelectuales. Por supuesto, han leído lo suficiente como para destilar una serie de ideas (que suenan livianas, a mero ejercicio literario en Monedero: la patria es como el barco que nos lleva desde la eternidad pasada a la eternidad futura, escribe) con el evidente propósito de trasmitirlas a la gente en todos los medios de comunicación posibles: la lucha por la hegemonía, de Gramsci; la razón y la mística del populismo, de Laclau; algo de Lenin y mucho de Carl Schmitt, por quien sienten ambos un gran respeto no exento de fascinación. Pero todo esto es puramente instrumental. Lo que importa, lo que les diferencia radicalmente del Ortega de “Vieja y nueva política” es que, además de denunciar al poder, trabajan por alcanzarlo y cuentan con la experiencia de haber servido como asesores a líderes poderosos sostenidos en movimientos populistas. Tal vez por eso, los correlatos negativos del voto y del capitalismo brillan por su ausencia. Del voto, porque no ven otra forma de llegar al poder; del capitalismo, porque el socialismo realmente existente, o sea el comunismo en la URSS, “no era bonito” o, peor aún, “era muy feo” y, más todavía, “era horrible”, como dice Iglesias en un alarde de elaboración teórica al servicio de la práctica.”
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/07/24/babelia/1406215148_985080.html
Ya me extrañaba tu tardanza, Ramón: me alegro.
Admites que “lo que no supone que no haya muchas cosas que mejorar y cambiar”. ¿Crees que las va a rozar siquiera el PSOE, ese partido que se ha convertido en chiste malo? ¿O que las va a teorizar para nosotros Santos Juliá, que ha vivido a su sombra? A mi lo que me preocupa de verdad es que Podemos sean los nuevos cátaros, o sea, los puros del s.XXI. Es decir, me preocupa que se pasen de largo, no de corto. De ahí mi “metáfora teológica”. Casi, por ello, me alegro de que Pablo Iglesias apunte maneras ambiciosillas, por aquello de que igual termina por suavizarse un tanto. En cuanto al infierno, como dice mi amigo Pelayo, pregúntale a los que no pueden ni llenar su nevera…
Sobre el anterior…:
http://books.google.es/books?id=yX_xo4TEjzQC&pg=PT184&lpg=PT184&dq=jos%C3%A9+ortega+y+gasset+pablo+iglesias+santo+laico&source=bl&ots=Wsv8hfpwwE&sig=OSnjZtwr7o9_j9WnUf3196WaiO8&hl=es&sa=X&ei=4x5fVLmgNaiM7AbJooDQAg&ved=0CC0Q6AEwAg#v=onepage&q=jos%C3%A9%20ortega%20y%20gasset%20pablo%20iglesias%20santo%20laico&f=false
“Es el mejor de los buenos
quien sabe que en esta vida
todo es cuestión de medida:
un poco más, algo menos…”
A. Machado
Aquello por dejar de lado el tema de los cielos y los infiernos y los buenos y los malos, fórmulas y figuras que tanto han servido como marketing político como, por eso mismo, puesto en bandeja la crítica y la ridiculización…. Porque tanto lío cuando al final quizas solo se trata de virar del radical neoliberalismo hacia el keynesianismo o reformismo económico, y en lo político, regeneracionismo, dicen algunos. Lo que pasa es que tal deriva suena por contraste revolucionaria y desde luego especialmente molesta para cegatos, empecinados y lucrados sectores que, evidentemente reaccionan virulentos. Pero mira tu que hasta la mismísima Ana Patricia la heredera, sin mencionarlo explícitamente, ha aludido respetuosamente a Podemos y dicho que gobierne quien gobierne a ella lo único que le importa es la economía.
Así es que hay que reconocer y agradecer que se ha impuesto un asentimiento casi generalizado en cierto diagnóstico de los excesos, y esto en parte se lo ha currado sobre todo Podemos, con y sin Pablo, pero con el también. La formulación y difusión de esta crítica, como la asunción de los métodos adecuados para elaborar una trasformación ha tenido lugar en el contexto y con las herramientas de que se disponía, por muy desacertadas o ridículas que nos parezcan algunas retóricas, o muy traidoras e incomprensibles (o incoherentes)las concesiones a la política institucional. Son aquellos lacayos de la forma y contenido de la convención institucional podrida los grandes hombres de la opinión autorizada, a los cruje el cerebro con una elaboración distinta del discurso político. Que pataleen, que se burlen, y que, por favor, piensen ¿para qué patalear? ¿Para qué burlarse? ¿Tienes para ofrecer algo mejor? ¿Mejor para quién?
El tema de que Podemos no sea solo un keynesianismo sino algo más y distinto, también está ahí como inquietud para unos y como esperanza para otros. Pero por algún sitio habrá que empezar a hacer menos de esto, y empezar a hacer más de aquello otro “un poco más, algo menos…”, cosa difícil, porque es una situación económica compleja para poner en marcha el keynesianismo, suerte que el Podemos hay buenos economistas que saben de eso. Por mi parte sí que creo que hay un cuestionamiento del modelo mismo, del modelo económico, incluso de ciertos aspectos del modelo político.
Así que si a Ana Patricia no le da miedo Podemos por el momento, es porque, por el momento, no van a hacer nada super radical por el momento, o no lo van hacer bruscamente, pero se engaña –ay, esperemos, “¡virgencita, virgencita!”- si se piensa que va a ser el nuevo PSOE.
Por otro lado, dentro de Podemos, si creo que esta vez Pablo se ha pasado cortando cabezas. No era necesario y ni siquiera “eficaz” a mi entender, tanta purga, tanto despejar el camino parapetándose en sus reclutados directos. Y en esto, tiene razón Oscar cuando dice que aparenta Pablo no querer entrar en el tedioso juego de la negociación deliberativa, ya no solo en parlamentos y demás -como se refería- sino incluso dentro de su partido o lo que sea que es, que en el fondo es eso. Veremos cómo se le cabrean los anticapitalistas y ciertos militantes procedentes del 15M, y a ver qué resulta de todo, porque hay que hacer cuadros para todas las autonomías y no sé si por casting van a encontrar a tantos convencidos adecuados. Tener votantes no es tener militantes, ni estos valen todos para asumir decisiones, tareas técnicas y responsabilidades si se diera el caso.
Pues ojalá sea eso. Keynes, pese a tener que aguantar al pesado de Wittgenstein, ha sido el hombre cuyas recetas teóricas más bien han hecho a la humanidad en un plazo inmediato. Acertaba en todo, producía riqueza, y es normal que gente como Tony Judt (te gustaría si no lo conoces, Ramón) lo hayan reivindicado recientemente. Pero, claro, Keynes se aplicó en un escenario internacional, empezando por el EEUU de Roosevelt, y ahora Pablo Iglesias está solo, máxime si va descabezando militantes… Toda la situación es ambigua, ambivalente, o sea, excitantemente real y todavía no programada desde arriba. En ello estarán.
Precisamente leer el “Peso de la responsabilidad” de Judt, donde analiza los perfiles políticos de Blum, Camus y Aaron y los debates de los intelectuales sobre política de aquellos años es lo que creo que debería hacer no reproducir un cierto estilo de planteamientos ahora, cuando ya sabemos lo que dieron de sí, y lo que ocurrió después. Me parece un libro de lectura fundamental en estos momentos.
En http://www.elboomeran.com/upload/ficheros/obras/primeraspaginaspensarsigloxx.pdf puede leerse el prólogo de Timothy Snyder a “Pensar el siglo XX” que tiene mucho que ver con este debate.
Por otro lado estoy leyendo “Keynes vs Hayek” de Nicholas Wapshott que aporta muchos datos y matices sobre el debate que tuvieron estos dos, en muchos casos epistolar y durante mucho tiempo. Así como lo que ha ido produciendo a lo largo de los años y cómo y de qué manera se fueron utilizando y poniendo en marcha algunas de esas ideas o influyendo en otros. Un libro muy recomendable para enterarse de muchas cosas que, al menos yo, no sabía.
Óscar. Me alegro (jajajaja, una pequeña venganza) que reivindiques a Keynes o a Junt y a lo que representan como defensores de la socialdemocracia dentro de una democracia liberal. No estoy tan seguro que lo hagan los de Podemos, por mucho que los mires con buenos ojos, al menos en los escritos teóricos de sus líderes, en los libros que se venden por ahí, o en lo que dicen en muchos sitios. Cualquiera que sepa algo de política y se haya movido en entornos de izquierda sabe muy bien de qué hablan y de donde vienen sus argumentos e ideas. Que por cierto manejan de forma muy inteligente para conseguir sus objetivos aprovechando los efectos de la crisis económica y el clima de corrupción y desprestigio de los políticos españoles, que con sus conductas, falta de lucidez y honestidad, se lo están poniendo bastante fácil.
Y por cierto, aunque Santos Julia se defiende muy bien él solo, entre otras cosas porque tiene libros bastante buenos que sustentan cual ha sido su trayectoria intelectual, creo no llevas razón en tu manera de descalificarlo (con argumentos de ese tipo se puede descalificar a todo el mundo) ni en no considerar algunas de las cosas que dice.
No tan solo. Si acaba de venir de una gira por latinoamerica es por algo… Ecuador, Venezuela (que tiene Petróleo!), Argentina, Bolivia, Brasil..no son poco cosa y pueden ser buenos aliados. Y luego en Europa está Grecia, pero es tan pequeñita…y el Banco Central Europeo tan grande!
Bueno, esto sólo era una humilde pieza de retórica apologética. Quedamos a la espera de acontecimientos…
Creo que ya hay un Pablo Iglesias gobernando, se trata de José Mújica, el presidente uruguayo, un hombre que soportó las torturas más horribles que uno pueda imaginar y que carece de cualquier ambición material. Pues bien, José Mújica ha dicho bien claro que los gobiernos cada vez mandan menos, que el poder se les ha escapado de las manos. En otras palabras, el margen de maniobra de un presidente es reducido. Asumiendo este hecho, existe una necesidad de acabar con los 30 años de bipartidismo y avaricia. Hay un resentimiento profundo hacia el PPSOE. Hay una sensación de estafa. Es bueno que haya una limpieza. No está claro si los sustitutos lo van a hacer mejor y nos van a sacar de las crisis, pero dudo que lo vayan a hacer peor y, al menos en principio, parecen tener como estandarte la honradez. Un giro ético ya sería un paso: habida cuenta de que la corrupción está arraigada en la sociedad española (y en todas las latinas), el hecho de que millones de personas voten una opción de honradez puede traer un impulso ético a la sociedad. Asimismo, un Pablo Iglesias aislado poco podría hacer, si queremos que el mundo cambie sus relaciones con el verdadero poder, que sean se igual a igual, el caso español debería ser una llamada para otros países.
Si es que el problema del Mundo Real es que la ética es casi peor. Quiero decir que los cátaros terminan muertos o corrompidos, corrompidos por algo más nefasto todavía que el dinero: la frustración. Y se vuelven autoritarios. Robespierre era la Virtud, y, por ello mismo, el Terror. Pero estoy de acuerdo en que no estamos para sutilezas. Si vamos a equivocarnos, si el propio Pablo va a equivocarse, será porque nos vimos arrastrados por las circunstancias, circunstancias puestas por los propios estafadores. Que no terminen por convencernos de que su evidente mal es siempre preferible por ser un mal menor…
http://cultura.elpais.com/cultura/2015/01/29/babelia/1422543552_235497.html