Hilary Putnam murió ayer a la edad de 89 años, y ahora me doy cuenta de que apenas le conocía. En los estudios de Filosofía se habla ocasionalmente de él, y todos hemos leído algún libro o artículo suyo -sobre todo “Razón, verdad e historia“- , pero resulta que este hombre todoterreno también había introducido importantes avances en Matemáticas y Teoría Computacional, como puede leerse con alguna minucia en la estupenda entrada que le dedicaron en Wikipedia.
Lo que ocurre es que la enseñanza de la Filosofía en España sigue siendo muy -y obsesivamente, diría- “continental”, como lo llaman, y en exceso apegada a los grandes clásicos del pensamiento occidental más algún que otro vistoso francés reciente, y lo que nos llega, por ejemplo, como en este caso, del pensamiento de Estados Unidos es fragmentario y más bien reducido a aquellas aristas problemáticas de sus preocupaciones características que puedan tocarnos aquí de acuerdo con los parámetros de nuestra arrogante tradición. Esto me parece un gran error. Precisamente, el valor que pueda tener que otras tradiciones filosóficas más o menos independientes entren en debate con la nuestra reside en que permanezcan siendo lo más posible distintas, de manera que no sólo nos desafíen con nuevos puntos de vista acerca de lo nuestro, sino también con el planteamiento de nuevas temáticas y cuestiones que considerar.
Así, de Putnam lo que interesaba cuando yo era estudiante eran las consecuencias del abandono de la metafísica, el asunto del realismo “interno” o “externo”, algunos aspectos epistemológicos, y, sobre todo, para mí particularmente, la revitalización del pragmatismo americano, que es la filosofía nativa (junto con el “Trancesdentalismo”) del joven y poderoso país norteamericano. No mucho más, aunque esto no sea en absoluto poco. Otros, sin embargo, como compruebo en el blog de Santiago Sánchez-Migallón, estaban más enterados y han abordado más campos de estudio del finado, como las especulaciones de Putnam acerca del funcionalismo como interpretación de los estados mentales.
Y es que una vida tan larga, tan inquieta, y que ha contado además como contaba con los medios que pueden proporcionar esas ricas instituciones que son las universidades más prestigiosas de los EE.UU., sólo podía producir en una inteligencia despierta como la de Putnam ideas innovadoras, y en gran cantidad. Putman parecía ser ese tipo de intelectual mundano, práctico y poco pedante que abunda en el mundo americano y que ya nos gustaría reproducir más a menudo por aquí. No es casualidad que en la última etapa de su pensamiento se interesara más por el pragmatismo filosófico (que no tiene nada que ver con un pragmatismo meramente vital y “aprovechado”), pero también por escribir sobre cuestiones políticas y sociales. Porque el ejemplo de cabezas privilegiadas como la de Hilary Putnam debería llamarnos la atención sobre el hecho de que no puede ser verdad que existan aptitudes para las humanidades y aptitudes para las ciencias, claramente contrapuestas como si pertenecieran a mundos extraños y distintos, ni tampoco, como se dice últimamente, cerebros en los que predomina el hemisferio izquierdo y cerebros donde el que prevalece es el derecho. Cuando un cerebro está verdaderamente vivo y activo, por el contrario, nada humano o extrahumano le es del todo ajeno. Y tarde o temprano termina por preguntarse por la verdadera utilidad de lo que piensa y acaba metiéndose de un modo u otro en la arena práctica.
Hilary Putnam, además, sabía expresarlo todo de un modo sencillo y convincente, mediante experimentos mentales amenos y divertidos, y hacía, como muchos otros filósofos norteamericanos, del pensamiento una experiencia estimulante y no angustiosa. Que Sea, en fin, recordado para bendición, que es lo que parece que dicen los fieles a la religión judía en estos trances…
Incomprensiblemente (o no) ningún medio digital (televisivos o en papel no sé, pero me imagino que igual) se ha hecho hasta el momento eco de la noticia.
Yo, ya sabéis, hace años que no leo intensamente a ningún filósofo europeo. Desde entonces duermo mejor y hasta he dejado de roncar. Lo siento, pero creo que mi salud es muy importante.
Y es que Putnam fue una gran medicina: originalidad, lenguaje claro y argumentación precisa, sin más, como el Dios de la epistemología manda. Todo tan lejos del adorno y la grandilocuencia germano-francesa… Descanse en paz uno de los grandes de la segunda mitad del siglo pasado. Mucho, mucho más importante que otros que pasan por mucho más guays.
El lado germano últimamente es más cívico y menos grave que en tiempos de Heidegger, pero es el lado francés del tándem que estableces el que me quitaba a mí el sueño. No obstante, supongo que habrá que conocer también al enemigo, pero no antes de explorar primero la Travesía del Atlántico…. Estamos de acuerdo, parece, en que son gente mucho más agradable y simpática que no practican ya un heroísmo del pensamiento que, precisamente después de Heidegger, empieza a oler a afectación a kilómetros…