La persuasión
En Grecia había una diosa llamada Peitho que encarnaba la persuasión y la seducción, y que alcanzó gran predicamento entre los poderosos, quienes buscaban sus favores para influir sobre los súbditos y lograr sus objetivos, no del todo confesables.
En la actualidad la persuasión no es una diosa, pero se le parece bastante. Es una palabra que viene del latin persuadere, unión de per– (acción perfectiva y completa), y el verbo suadere (aconsejar, exhortar a una postura o convencimiento), y es usada por muchos y de muy variadas maneras, para influir sobre nosotros y así lograr que cambiemos de actitudes, comportamientos o creencias, con lo cual ellos logran sus fines y nosotros no sentimos merma alguna en nuestra percepción subjetiva de autonomía y autogobierno. En dos palabras, ellos deciden, pero nosotros creemos que lo hacemos.
El fenómeno psicológico que se esconde tras la “peitho” es intrigante y curioso, se han propuesto varios mecanismos para explicarlo.
Uno es modelo llamado heurístico-sistemático, que sugiere que hay dos tipos de personas, unas que hacen un procesamiento sistemático, analítico y riguroso de la información antes de aceptar los argumentos que tratan de modificar sus actitudes, y otras que hacen un examen superficial, sintético o heurístico, y aceptan o rechazan las propuestas en función de razones simples, prácticas, emocionales. Estas serían más vulnerables a las influencia de la diosa persuasiva.
Otro modelo es el de la probabilidad de la elaboración, que distingue las rutas psicológicas por las cuales se produce la persuasión. Una sería la “ruta central”, que consigue el cambio por medio de razonamientos basados en la información contrastable y rigurosa, y otra sería la “ruta periférica”, que lo consigue por factores emocionales, sugestivos o superficiales. Es lo mismo, pero visto de otra manera.
Teorías aparte, lo que a los receptores de los mensajes nos debería interesar es conocer en cada momento los mecanismos o rutas por los que estamos siendo influidos por otras personas, figuras de autoridad moral, de relevancia social, líderes políticos, publicistas habilidosos, religiosos y chamanes, etc. Deberíamos estar alerta, para que cuando seamos persuadidos al menos sea para nuestro bien y no para bien del que nos persuade.
De esa manera seríamos convencidos pero no vencidos, persuadidos pero no seducidos, partícipes pero no cómplices. Es decir, deberíamos tener siempre activadas las claves para discernir entre las rutas centrales y periféricas, entre el análisis y la aceptación, entre el contenido y la forma de los mensajes.
Sin embargo eso no siempre es fácil, pues los políticos, periodistas, publicistas o chamanes de todo tipo, son expertos en explotar las vías periféricas y heurísticas de la persuasión, y no dudan en hacer lo que sea para poner a la diosa Peitho de su lado, y lograr sus fines, independientemente de que éstos sean acordes con los nuestros.
La seducción
Hay un asteroide llamado Peitho, en honor de la diosa, al que no vemos ni sentimos, pero que influye en la estabilidad del círculo de asteroides, y a su vez este es fundamental para la estabilidad gravitatoria del sistema planetario en el que vivimos. Dichas energías son sutiles, pero determinantes.
Pues bien, la segunda encarnación de la oceánide Peitho, especialmente notoria en la mitología romana, donde recibía el nombre de Suadela, era la seducción, que es esa especie de flujo sutil que tanto nos influye en materia de amoríos y romances, una atracción que, como la gravedad, no vemos pero sentimos, una dominación de la que apenas nos percatamos pero que nos influye potentemente y nos cambia, nos altera o nos trastorna.
La palabra seducir viene del latín seducere, formada por el prefijo separativo se, y el verbo ducere (guiar, dirigir y conducir). Así entendemos que seducir es guiar para conducir a uno por el camino que al otro le conviene. Analicemos pues esta gran potencia, ya que es la más esquiva, engañosa y peligrosa de las facultades de la diosa.
Hay muchas teorías y prácticas sobre la naturaleza y el ejercicio de la seducción, pero no es este el lugar para exponerlas. Aquí simplemente constatar que con frecuencia somos seducidos por personas, situaciones, mensajes sin que sepamos bien ni cómo ni por qué lo hemos sido. Y muchas veces incluso sin que nos percatemos de que lo hemos sido. Los publicistas lo saben y manejan sabiamente, para bien y para mal, según los casos. Pero por definición la seducción no es mala ni buena, de hecho nos encanta ser seducidos por aquello que nos seduce, y aceptamos encantados sus cualidades o engaños sin criticarlos.
Por ejemplo, en el amor la seducción es necesaria para que se establezcan vínculos de atracción sobre los que luego se conforma la pareja. Distinto es en ámbitos como la política, la economía o la ciencia. Pongamos que tenemos que informar de algún avance científico, o formar en alguna cualidad o habilidad a personas que buscan conocimientos, orientaciones y seguridades frente a las incertidumbres de la vida. Lo que necesitan son informaciones rigurosas, objetivas y seguras que les permitan mejorar o aprender habilidades para adaptarse a las adversidades. En ese caso el mensajero está en posición de superioridad y debería ser cuidadoso con los contenidos y cualidades de su mensaje. Debería emitirlo por una ruta central, tratando de dar argumentos racionales que sirvan a las personas que necesitan sus conocimientos y habilidades. Obviamente es bueno cuidar los detalles periféricos, los aspectos formales de la comunicación, ya que de lo contrario el mensajero aburre, agota y su mensaje no llega a nadie. Ser amenos y sencillos ayuda a crear un estado de ánimo positivo que incrementa el interés y la curiosidad por saber. Ahora bien, si la parte formal predomina o suplanta al fondo, entonces la persuasión se convierte en seducción, la información en manipulación, y la formación en adoctrinamiento.
Eso hacen los charlatanes dogmáticos y falsarios, nos engañan para conseguir sus fines, no los nuestros. Convierten a la bondadosa Peitho en una diosa satánica. Algunos de ellos son culpables de la gran crisis, y lo malo es que muchos de esos culpables siguen estando ahí, y siguen usando sus dotes de seducción para volver a seducirnos a nada que nos descuidamos.
Luego ojo, que estamos en una época peligrosa para dejarnos influir por la diosa Peitho, pues aunque ella no sea mala, y sus atributos nos encanten y emocionen, sus compinches pueden no ser tan buenos, de hecho es fácil que sean perversos, lo que significa retorcidos, es decir que sus principios no son tan buenos y honrados como sus fines, y no dudan en anteponer sus objetivos a nuestros intereses. Adoremos pues a la diosa, pero cuidémonos de sus acólitos.
¿Y qué será una “información rigurosa, objetiva y segura”? Si tal cosa existiera, como se busca denodadamente desde Platón, entonces tendríamos al fin un criterio firme para expulsar a la persuasión y la seducción de la ciudad, como quería el filósofo. Puesto que esto no ocurre, puesto que la democracia es un régimen político de enfrentamiento legítimo de razones, será porque hemos aceptado hace tiempo que tal cosa no existe, y que las mañas de la persuasión, como advertían los viejos sofistas, son más centrales que periféricas.
Me gustan vuestras reflexiones y la redacción suele ser impecable, pero me vais a permitir una licencia: siempre os movéis dentro de lo políticamente correcto sin aportar originalidad a lo que decis (que para cualquier persona medianamente razonable es bastante obvio). Reconozco haber aprendido muchas cosas interesantes en vuestros artículos que, por otro lado, ya han sido publicadas en numerosos libros. Compiláis, y eso es positivo porque sintetizáis y relacionáis ideas interesantes, pero… echo en falta esa espontaneidad del genio contenido por las convenciones sociales. A veces cuando leo la revista, tengo la impresión de encontrarme ante una reunión de amigos que le dan vueltas siempre a lo mismo y en el fondo esto es una excusa para relacionarse. No quisiera resultar antipático, me parece una buena iniciativa, pero ya he leído tantas veces esas citas… ¿dónde está el aire fresco de la generación de vuestros hijos? También tendrán algo que decir y manifestarán las inquietudes que vosotros habéis olvidado… Hay otras realidades más allá de los viejos clásicos, los clásicos que están por venir. Saludos y suerte con el proyecto
Gracias en lo que me toca por la crítica, pero, también en lo que me toca, el mayor de mis hijos tiene 7 años…
Peithós es una forma de influir de buena o mala manera sobre otras personas que buscan ser adoctrinados por el mismo instinto de querer se gobernados
Jajajaja Óscar, Dios habla por boca de los inocentes. Seguro que la lógica aplastante de tus hijos es más original que nuestros argumentos porque tienen menos condicionamientos por ahora… Entiendo a Javi
Siempre nos metemos con los políticos, pero hay mucho charlatán por todas partes, desde comerciantes hasta ONGs. La manipulación está a la orden del día, la sufrimos en el trabajo, la familia, los amigos lo mejor es que se ejerce sin remordimiento y con los ejemplos que nos ofrecen nuestros representantes solo se fomenta la sociopatia!!! Y el que venga detrás que arré
Hay más gente joven en la revista, hija o hijo de algún redactor por lo que he visto y escriben bastante bien.
¿Y por qué iba a ser un problema la edad de nadie? Sócrates tenía 70 años cuando murió dejando preñado a Platón, de veintipocos por entonces. Lo mismo podría decirse de Aristóteles respecto de Platón, y los ejemplos podrían multiplicarse. De hecho, Aristóteles decía que los jóvenes no están preparados para los asuntos realmente serios, y que sólo se caracterizan por su insolencia. La insolencia sólo es buena y fructífera para el rock´n´roll. En lo demás, incluso en las artes, la juventud es previsiblemente reacia a los matices, y la mayoría de los inmaduros sólo dan en imitamonos. Creo que hay mucho de mito nacido en las viejas vanguardias en lo que dices, y en cuanto a “los clásicos que están por venir”, que vengan, si tienen c…., pero que vengan filtrados por quien ha oído a Bach y leído a Stendhal, por ejemplo.
Por lo demás, aquí todos son actualísimos, menos yo, que no tengo ni móvil que se precie y visto casaca romántica.
Qué vengan si tienen c…? Filtrados? Creo que Javier habla de naturalidad, espontaneidad, originalidad… No creo que rechace ninguna idea. Toda generación anterior prepara lo mejor que puede y sabe a la que viene, pero tiene que dejar paso a sus hijos, de lo contrario arremeterán contra sus padres. Es normal… No es que lo diga yo, es que siempre ha sido así, es Historia. Si el problema es cuando los sacro-santos saurios de todo tipo se apoltronan en el poder (de cualquier campo) y no lo sueltan, y tenemos que seguir viviendo bajo viejos paradigmas, cuando los nuevos ya han aparecido pero están proscritos. Sin ir más lejos, el franquismo. No hagamos lo mismo, especialmente en las artes y el pensamiento.
Pues me mola que no uses móvil (no sabes de lo que te libras) y casaca romántica también tengo yo :). Cada cual tiene que marcar su estilo. Libre es quien quiera seguir las modas, yo prefiero identificarme en el espejo conmigo mismo. Y esto mismo que hacemos es algo muy antiguo (cínicos, p. ej.) y poco común en una sociedad tan gregaria y mediatizada 😀
Que prácticamente todo esté inventado, ya lo sé. Que sea interesante ver cómo cada generación expresa tal que lo mismo con su lenguaje, es normal. Pero siempre hay personas que “necesitan” desafiar los convencionalismos que los ahogan por alguna razón, y abren nuevos caminos, aún soportando que se les vapuleen en su época, es inevitable. Es cierto que a veces la edad no es obstáculo para ser creativo, pero yo quiero leer a más chavales (en vuestra revista y en otros medios), quiero conocer sus opiniones, las de la gente que viene (que la opinión de los que “ya estamos” más o menos la conozco). Simplemente. No estoy en contra de lo que hacéis, que quede claro. Si os sigo es por algo. Saludos
Pero, nos guste o no, el pensamiento es cosa de maduritos, cuando no de viejos, puesto que requiere de una larga preparación y no precisa de estar físicamente en buena forma. Por fortuna para ellos, y a menos que se vuelvan locos antes, eso hace que los intelectuales tiendan a ser longevos, tanto en tiempo de los cínicos como actualmente. Y en cuanto al móvil, siento decepcionarte, pero me llega uno moderno de esos (un chorra-phone…) esta misma tarde…
Te estoy midiendo Óscar S. Mmm… tú eres bastante joven, no sé a qué viene eso de “cosa de maduritos”… Te he leído varias veces… (como me mola ese punto canalla que tienes :), filósofo), lo que no entiendo es por qué precisamente tú te das por aludido de nada. De buena gana te hacía… un “face to face” o lo que hiciera falta…
Mediana edad, casado, hipoteca, tres hijos, no digo más…
En mis treinta, soltera y no quiero compromisos, alquilada (entiéndase bien plis), vivo con lo que puedo portar en una maleta y me muevo entre los cínicos, Spinoza y Wittgenstein (por ahora). Tú ponte borde, esquivo y peleón como el vino, saca todo tu… carácter, que ya te diré como me pones a mí… Por cierto, no soy celosa 🙂
Ahora en serio, la capacidad de razonar la tenemos todos, jóvenes o ancianos. He conocido analfabetos inteligentísimos, niños muy sutiles y eruditos con mucho título, mucho máster, mucha cultura que no eran más que un puñado de pedantes engreídos que sustentaban su valía en los datos que habían atesorado, pero los que nunca se molestaron en reflexionar, por eso pienso que “el pensamiento NO es sólo cosa de maduritos ni viejos” (descubrí la filosofía con 13 años y me enganchó, con palabras sencillas se puede explicar todo). Entiendo que para reafirmar vuestros argumentos citéis, pero no nos abruméis… a veces la cita es un apoyo y un acierto, otras es un lastre. “Mi reino (y mi maleta) por un texto “desnudo” y completamente propio”. Si lo que digo te resulta impertinente, Óscar (my lord), sólo puedo decir que la sociedad occidental es dinámica y ha podido sobrevivir gracias a las impertinentes críticas. Chico, nos ENCANTA lo que hacéis, pero no todo van a ser laureles… (Me estoy acordando de Schopenhauer y su “Arte de llevar siempre razón”) Pero tú dame duro que ya sabes que me gusta, nadie se hizo fuerte entre algodones y aplausos.
Odio a Schopenhauer y no me llega el chorra-phone…
Por qué será que no me extraña
Orgullo y prejuicio
XD!
No te rías filósofo, que te veo perfecto de Mr. Darcy… soberbio, sobraíto y borde… por joder, para llamar la atención y no sé si por timidez, aunque me encantaría creerlo xP qué no?