La fórmula de la felicidad (Una receta personal y transferible)

Fotografía: Nino Migliori

 

Deudas

Este texto está en deuda con muchos maestros y unos pocos discípulos, pero sobre todo con algunas personas muy significadas, como M. Teresa Álvarez, Ramón G. Correales e Inés Praga, con quienes tantas palabras he tenido.

Lemas

 Las dos palabras más bonitas del español, son feliz y gratis. Si algo te hace feliz y además es gratis, es el colmo de la dicha.

Si centras tu vida en evitar el sufrimiento puede que vayas al cielo, si la centras en conseguir el placer ya estás en el cielo.

Dicen que el dinero no da la felicidad, pero la pobreza tampoco. Por eso mi primer objetivo en la vida no es ser rico y el segundo no es ser pobre.

El secreto de la vida feliz consiste en tener muchas pasiones pero ninguna dependencia.

Lo he pensado mejor, las dos palabras más bellas del español son amor y alegría. Si tienes cualquiera de ellas puedes ser feliz, si tienes ambas no puedes no serlo.

 

Fotografía: Nino Migliori


Pretextos

 

Para hablar de felicidad no hacen falta pretextos, todos tenemos razones y argumentos suficientes. Para escribir sobre felicidad tampoco, pero sí cierto atrevimiento y bastante esfuerzo. Aun así somos incontables los que, con más o menos autoridad, nos hemos puesto a ello, pues en el fondo la felicidad se parece mucho a la gastronomía, por una parte siempre está de moda, y, por otra, casi todos creemos llevar dentro un experto, aunque en realidad no pasemos de meros aficionados.

Lo que es evidente es que, en materia de felicidad, como en gastronomía, para llegar a algún resultado satisfactorio hay que disponer de los ingredientes básicos, poseer ciertas habilidades innatas o adquiridas, y aprender el método de preparación. Y luego practicar y practicar.

Estas premisas pueden ser aplicadas a cualquier persona, pero dado que, como diría Unamuno, soy el ser humano que tengo más cerca, me tomaré a mi mismo como espécimen de laboratorio.

 

Fotografía: Frank Horvat

 

Mis pretextos y argumentos son los siguientes:

Por ser el humano que soy, que ha alcanzado esa edad que linda entre la madurez y la senectud, y en mi calidad de teórico y práctico de la mente humana por profesión, y escribiente y versificador por vocación, he mantenido relaciones carnales y espirituales con la felicidad.

He convivido con personas naturalmente infelices y otras que lo fueron por sus circunstancias vitales. He conocido personas espontáneamente felices y con otras que solo lograban serlo mediante sofisticados artificios. De todas ellas he aprendido.

En mi actividad profesional con personas sufrientes la infelicidad ha precedido casi siempre a la felicidad. He procurado ayudarlas en su búsqueda de la felicidad con los métodos científicos contrastados y con los recursos humanos que a mí mismo me han sido útiles.

Dado lo anterior creo estar autorizado a analizarla, definirla y promoverla de acuerdo con mis propios saberes y criterios, aceptando, no obstante, las siguientes prevenciones:

  • Conseguirla puede ser sencillo, mantenerla mucho menos.
  • Sentirla es sencillo, conocerla es complejo.
  • Diseccionar sus componentes es factible, reunirlos en un estado global es imposible.
  • Obedecer a sus condiciones es opresivo, acomodarse a sus vacilaciones es extenuante.
  • Desentrañar sus misterios es ominoso, aprehender sus trucos es mágico.
  • Dar con una fórmula que resulte útil para uno mismo es difícil, pero que además lo sea para los demás es casi imposible.

Y aun así, como considero que el objetivo vale la pena, me atreveré a intentarlo. Vayamos por pasos.

 

Fotografía: Sergio Larrain

 

1º. El bien común

 

¿Quién no quiere ser feliz? No hay nadie que no aspire a conseguirlo. La felicidad es un estado del ser que todos y siempre hemos deseado, al menos desde que somos Homo sapiens, pero a medida que las sociedades se van sofisticando y las necesidades básicas se van satisfaciendo, es más ansiado y valorado.

Así pues, si al sustantivo felicidad le sumamos los adverbios todos y siempre el resultado es el bien común más universalmente perseguido, necesitado y estimado, aunque esto no siempre se haya expresado con tanta intensidad y vehemencia como en los tiempos modernos.

 

Fotografía: Frank Horvat

 

2º. La definición

 

La felicidad se parece al tiempo, todo el mundo sabe lo que es aunque nadie acierte a definirla. Eso se debe a que es un concepto muy complejo y muy cambiante. Hay tantas formas de sentir que se es o se está feliz que nadie puede compendiarlas en un único paradigma. En consonancia, puede haber tantas definiciones de felicidad como personas.

Por si fuera poco, sabemos que los modos y maneras, causas y condiciones de la felicidad dependen de circunstancias sociales, culturales, históricas… hasta del clima. Por eso ha habido tantos filósofos, sabios, psicólogos, médicos, moralistas, teólogos, líderes, consejeros, chamanes, terapeutas, charlatanes… que han intentado definirla y promoverla.

 

Fotografía: Frank Horvat

 

3º. Fórmulas secretas

 

Dada su universalidad y complejidad se comprende que hayan sido muchos los que han intentado encontrar su fórmula secreta, la receta mágica para conseguirla y mantenerla. De hecho podríamos decir que hay tantas recetas como personas y tantas fórmulas como estudiosos del tema.

Pero la felicidad es tan peculiar y esquiva que lo que para unos es útil para otros es inútil, lo que un experto recomienda otro lo proscribe, lo que para algunos es simple y sencillo, para otros es plural y abstracto. Hay personas que se sienten felices de forma natural y no se plantean más complicaciones. Hay otras que lo complican todo, se aventuran por vericuetos enmarañados intentando llegar a alguna forma de felicidad, y lo consiguen o no.

 

Fotografía: Frank Horvat

 

4º. Ingredientes y preparativos

 

Así pues, a tenor de las limitaciones esgrimidas, parto hacia la búsqueda del “grial” con un par de premisas en la mochila:

Primera:

Las palabras que configuran el diccionario de las grandes aspiraciones humanas no deberíamos usarlas nunca con mayúsculas y en singular, sino con minúsculas y en plural. Por ejemplo, por mucho que aspiremos a la Libertad, nunca la conseguiremos del todo, pero si podremos disponer de ciertas libertades, de hacer o no una cosa, de elegir o no otra, etc.

Así ocurre con la Felicidad, nunca llegaremos a encerrarla en una definición, a sintetizarla en una fórmula, a alcanzarla y mantenerla en un estado completo y permanente. A lo sumo podemos aspirar a conseguir felicidades parciales y cambiantes, a reconocer las cosas que nos hacen felices y disfrutar de ellas, a percibir las sensaciones y sentimientos placenteros que nos ayudan a gozar de la vida, a desarrollar conductas y pensamientos que nos provean de sensación de seguridad y serenidad.

Esas felicidades menudas sí son fáciles de detectar, conseguir y repetir, y si reunimos varias a un tiempo o sucesivamente podemos lograr un aceptable estado de bienestar global, cierto que sometido a vaivenes y quiebras, pero suficiente para vivir bien, con alegría, serenidad y complacencia. Eso es lo que solemos llamar “felicidad”.

 

Fotografía: Herber List

 

Segunda:

Para alcanzar esos estados felicitarios, conviene abandonar la idea de que felicidad e infelicidad son dos estados independientes y antagónicos, como el blanco y el negro. A efectos prácticos es mejor considerarlos como los extremos de una dimensión entre los cuales todos oscilamos.

Los seres humanos no nos clasificamos en felices o infelices, sino que nos movemos entre un extremo de totalmente infelices y el otro de totalmente felices, aceptando que son dos polos alejados a los que raramente llegaremos.

De esa manera podemos apreciar mejor las oscilaciones hacia uno u otro lado, y prever o promover las aptitudes y actitudes que nos mueven en una u otra dirección.

Ateniéndome a todo ello, y con tanta humildad como atrevimiento, expongo a continuación mi propia fórmula secreta, que, en consonancia con el hábito de mi profesión, intentaré resumir en una receta que pueda guardar en su billetera, o, ya puestos, en su tableta o smartphone.

 

Fotografía: Francesco Jodice

 

5º. Mi fórmula secreta

 

  • 1º. La proposición lógica: La felicidad (F) es un estado global resultante de la suma de varios factores parciales (f), que a su vez tienen varios componentes (c).
  • 2º. La definición: Felicidad es un estado bio-psico-social de la persona que se experimenta cuando consigue reunir en su vida fortaleza, fertilidad y fortuna.
  • 3º. La fórmula: F(å3f): fortaleza + fertilidad + fortuna
  • 4º. El desarrollo de la fórmula: Para ello se hará un breve análisis de los tres factores y sus componentes, y se añadirán breves apuntes sobre cómo conseguirlos y mantenerlos.

 

Fotografía: Frank Horvat

 

 

6º.- Desarrollo de la fórmula

 

1º Factor: Fortaleza

 

La fortaleza (f1) se configura con dos componentes, uno somático o físico (ff), equivalente a vigor corporal, salud, higiene, etc., y otro psicológico o mental (fm), expresable como valor, bravura o coraje.

La persona que dispone de ambos componentes puede decir que ostenta una buena felicidad psico-biológica, el conocido “mens sana in corpore sano”, es decir se siente bien mental y corporalmente, fuerte y saludable.

Ambos componentes, vigor y valor, son rasgos naturalmente humanos, que cualquiera puede ostentar de suyo, o bien alcanzar, incrementar y mantener si se lo propone con determinación y constancia.

La fortaleza física (muscular) y somática (corporal) se entrena y se promociona mediante la higiene y el ejercicio saludable. Así se previenen los males y se demoran los deterioros. Aun así, dado que somos seres enfermables acabaremos enfermando, pero podemos y debemos aprender a aceptarlo y compatibilizarlo con una vida razonablemente buena, salvo que los sufrimientos y limitaciones que genere sean incompatibles con una existencia digna, en cuyo caso pasaríamos a otro nivel de análisis que no es objeto de este texto. Así pues, incluso si la vida sana se encuentra comprometida, es posible alcanzar suficiente grado de felicidad, sobre todo si contamos con la ayuda objetiva de la ciencia y la subjetiva de las personas que nos quieren y acompañan.

El valor para algunas personas es algo natural, de serie, pero para otras también cabe aprenderlo y promocionarlo. Para ello hay que enfrentarse a los avatares y adversidades de la vida con las habilidades, instrumentos y apoyos adecuados, que nos faciliten tener éxito alguna vez. Si superamos una confrontación tendremos más probabilidades de conseguirlo en las siguientes. Hay que aprender de esas experiencias exitosas y aplicarlo en las siguientes ocasiones, y así, practicando y practicando, confiado en tus propias cualidades y en tus apoyos, se puede aprende a ser una persona más segura, más valerosa.

Quien lo consigue no anticipa medrosamente los avatares de la existencia, ni se amilana ante las adversidades de la vida. Puede comportarse de forma valiente, aunque no temeraria, sentirse serena y segura, ser exigente consigo misma, pero tolerante con los pequeños fracasos, y ser comprensiva y generosa con los demás.

Eso hacen los héroes, de ellos podemos aprender. Convencido como estoy de ello, cuando mi hijo se marchó de casa hacia su futuro incierto, le regalé una frase: En la vida y en los negocios, nunca seas temerario ni temeroso.  

 

 

Fotografía: Frank Horvat

 

2º Factor: Fertilidad

 

La fertilidad (f2) se nutre a su vez de otros dos componentes, la fertilidad genésica (fg), es decir tener familia y descendencia, y la fertilidad creativa (fc), equivalente a hacer cosas que denoten tu paso por el mundo, a dejar algo más y mejor de lo que encontraste.

Para apoyar la relevancia del primer componente, la fertilidad genésica, podemos esgrimir emotivos argumentos materno-filiales: madre no hay más que una, familia unida familia feliz, hogar dulce hogar… Pero su debilidad deriva de sus contrarios irónicos o sarcásticos. Así pues dejemos los lugares comunes y recurramos a algo tan sencillo como la etimología.

De acuerdo con los diccionarios etimológicos, feliz viene del latín felix, felices, que significa fértil y fecundo. El sufijo “-ix” sugiere que en un principio era una voz femenina derivada de la raíz indoeuropea “dhe”, que equivale a mamar, y que es compartida con femina (hembra) y felare (felación). La misma raíz la encontramos en fecundus, fecundidad, y en filiu, hijo, en cuya familia léxica se encuentran felicitar y felicitación. En griego dicha raíz derivó hacia thêlus, hembra, y thelázo, amamantar. ¿Se puede ser más elocuente? Familia y felicidad nacen, crecen y viven juntos.

 

Fotografía: Sergio Larrain

 

En segundo lugar está la fertilidad creativa, que equivale a dejar en el mundo algo más o algo mejor de lo que nos hemos encontrado.

De nuevo podemos alegar muchos argumentos a favor de la creatividad como generadora de felicidad. Por ejemplo: adquirimos habilidades, desarrollamos hábitos y fabricamos cosas para vivir mejor y sentirnos más valiosos; producimos arte y belleza para fantasear con nuestras ansias de eternidad; creamos cosas para que el mero transcurrir se convierta en trascender.

Pero para ser coherentes con el modelo elegido volvamos al diccionario. El verbo crear, viene del latín creare, que significa tener hijos, engendrar, nombrar, elegir, etc. Deriva de la raíz indoeuropea “ker”, de la que también proceden cereal y crecer. A diferencia de la capacidad absoluta de crear exclusiva de las divinidades, la creatividad humana adopta muchas formas. Crea quien inventa algo, quien cultiva el cereal y lo hace crecer, quien procrea y deja descendencia, quien recrea (renueva) lo existente. Pero la más gozosa de todas es la facultad recreativa de la creatividad, que implica diversión, placer y gozo por hacer algo nuevo y compartirlo. Una vez más la elocuencia de las palabras nos obliga a callar.

 

Fotografía: Frank Horvat

 

3º Factor: Fortuna

 

La fortuna (f3) se compone de otros dos elementos, la buena suerte, la dicha del azar (fa), y la serendipia (fs), algo así como la chiripa o casualidad favorecida por la preparación.

El Gordo de la lotería es la mejor representación de la felicidad derivada del azar. Es como sentir que la diosa Fortuna ha sacado del bombo justo tu bolita. Luego no es casualidad que para denotar el concepto de persona feliz en latín se utilizaran dos adjetivos, fortunatus (colmado de suerte o fortuna), y beatus (colmado de bienes o riqueza). Fijémonos en este. El adjetivo beato viene de un verbo latino muy inusual, beare, que significaba enriquecer y hacer feliz. En época clásica se generalizó el sentido de feliz gracias a los textos de Séneca, (De vita beata, Sobre la vida feliz), Horacio (Beatus ille qui procul negotiis…, feliz aquel que lejos de los afanes…), y Cicerón, que acuñó el término beatitudo, para referirse a esa especie de felicidad interior que denominamos beatitud, y que luego en latín cristiano tomó la acepción de bienaventurado. Se puede decir más, pero no mejor.

Pero hay una segunda representación de la diosa Fortuna que es la llamada Ocasión, la cual se representaba casi calva, con un solo mechón de cabello por el que era difícil atraparla, pues la fortuna de la ocasión es efímera y o la pillas o se esfuma. Enlazando con ese mito está la famosa frase de Heráclito: “Si no esperas lo inesperado, no lo reconocerás cuando llegue”, y siglos después, en una carta fechada en 1754, el escritor inglés Horace Walpole acuñó el término serendipity (serendipia), basándose en una fábula siria titulada “The Three Princes of Serendip”, que hacía referencia al hallazgo afortunado, el que se produce de manera aparentemente casual, pero solo si se está preparado para percibirlo. El descubrimiento por serendipia más famoso es el de la penicilina, un tipo de suerte que solo favorece al que está capacitado para ello. Ese es el segundo componente de la fortuna, la suerte condicionada o favorecida por la preparación. Unido al de la fortuna azarosa, configura el tercer factor esencial de la felicidad.

 

Fotografía: Frank Horvat

 

7º. Conclusión

 

Con todo lo dicho, la fórmula completa de la felicidad quedaría:

  • F(å3f): for(f+m) + fer (g+c) + fort(a+s)
  • La Felicidad es igual al sumatorio de tres factores, fortaleza (fisica+mental), fertilidad (genésica+creatividad) y fortuna (azar+serendipia).

Esta es mi fórmula privada y mi receta para los demás. A mí me sirve al menos para tenerla siempre presente, y tratar de aproximarme a ella cada día un poco más. Espero que también pueda servirte a ti. Soy consciente de que en su aparente sencillez encierra una gran complejidad, y que incluso cuando se consigue, está sujeta a las veleidades de la existencia. La felicidad es como una mariposa volátil, si dejas de perseguirla desaparece de tu vista. Por tanto nada de descuido, nada de desidia, nada de descontrol. Es más, si la fórmula te sirve, siquiera parcialmente, tienes la obligación de perfeccionarla y compartirla, cosa que este escribiente acogería con sumo aprecio si me hicieras partícipe de tus hallazgos.

Por último, como al cabo cualquier receta no es más que una trama de palabras, acabaré honrando a tantos profesionales de las palabras que me han ayudado a formularla repitiendo la frase que quizá mejor lo haya expresado en todos los tiempos. Es muy conocida, aunque el poema que la contiene y su autor no lo sean tanto.

 

Fotografía: Nino Migliori

 

Juvenal, Sátira X:

Se debe rogar que se nos conceda una mente sana en un cuerpo sano.
Pedid un alma fuerte que carezca de miedo a la muerte,
que considere el espacio de vida restante entre los regalos de la naturaleza, que pueda soportar cualquier clase de esfuerzos,
que no sepa de ira, y esté libre de ansias,
que crea que las adversidades y terribles trabajos de Hércules son mejores que las satisfacciones, la fastuosa cena y la cama de plumas de Sardanápalo.
Te muestro lo que tú mismo puedes darte con certeza,

que la virtud es la única senda para una vida tranquila.

 

frankhorvat5
Fotografía; Juan Harvat

 

 

 

 

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2 Comentarios

  1. says: elizabeth

    …giros y giros…encontrar palabras es bueno para mi, como aqui, expresion de esa busqueda para que, a veces, deje de girar y serenar…me encanta Serendipia!

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