Por fin verano. Se disparan las alertas por calor, tormentas y fuego. También se activan las familias, cambian las rutinas, las vacaciones de los niños, los viajes, la operación biquini, los reencuentros familiares. Por último los mass media nos imponen la obligatoria necesidad de descansar, desconectar y ser felices en verano. Todo contribuye al desequilibrio ansioso, paradójicamente estresante, del mítico verano feliz.
Todo ello me sugiere que en verano se activan tres AES que concurren en los bomberos y recursos anti-incendios, en el estrés de la vida moderna, y en la imperiosa búsqueda de la felicidad. Parece complejo relacionar esos tres niveles conceptuales, pero ya verá como no lo es tanto.
Veamos, los bomberos se mantienen siempre en A de alerta, es decir, listos para intervenir, pero quietos, a lo sumo, haciendo ejercicio o prácticas para estar bien preparados. De vez en cuando suena la A de alarma, entonces han de salir pitando, moverse rápidos y coordinados, no embarullados, alarmados pero no agitados, activos pero todavía sin actuar. Así, llegan al lugar del incidente y entran en la A de acción, han de actuar prestos, ágiles y coordinados, con arrojo pero sin temeridad, y así apagan el fuego.
Pues bien esas tres aes son muy ilustrativas de lo que sucede cuando estamos estresados, nos sentimos en alerta, nerviosos, como si algo malo fuera a pasar, con inquietud y miedo, sufriendo sin necesidad. Deberíamos aprender de los bomberos a estar alertas pero tranquilos, aceptando que los conflictos y el estrés son consustanciales con la vida, preparándonos para ello. Ahora bien, cuando surge una circunstancia estresante concreta, debemos ponernos en alarma, listos para actuar, con la máxima activación posible pero sin descontrol, ágiles y activos, pero no ansiosos, sabiendo que contamos con nuestros propios recursos y con el apoyo de amigos, familia o sociedad. Y finalmente la acción. Cuando estamos estresados tendemos a vivenciar los problemas como calamidades o catástrofes, y actuamos con sobresalto y agitación, o sobrecogimiento y bloqueo. En ese punto los bomberos también nos enseñan a usar los recursos y métodos adecuados, con arrojo y valentía pero con comedimiento, sin temerosidad ni temeridad. Como ve las tres aes de los bomberos son muy útiles contra el fuego, pero también para la estresante vida moderna.
Y por último, las tres aes de la felicidad, el gozo, y el placer… o lo que prefiera. En este caso lo que quiero es hacerles un regalo sencillo. Tres aes más amables y gratas, que, según algunos expertos son suficientes para lograr la tan ansiada felicidad, o al menos esa felicidad estival superficial y efímera. Son la A de alimentos, tener los suficientes y buenos, la A de amistad, tener pocas o muchas pero verdaderas, y A la de alegría, cuanta más mejor. Espero que con ellas disfrute de su veraneo.