Forever Young

Tengo amigos que argumentan que el Rock and Roll hace tiempo que murió, habiendo sido sustituido por un simulacro comercial que ha copado todo el espectro sonoro del mundo contemporáneo. Lo que hoy llamamos escuchar música, y que se realiza sobre todo a través de unos auriculares, sería una especie de “pensamiento único” musical: unas tonadas mayormente positivas, que cantan las perplejidades del hombre occidental acomodado, un reflejo lejano del viejo pop que ya no rompe con nada, que no disiente con nada, y que se fabrica y enlata conforme a maquinitas e ingenieros que saben de éxitos musicales mucho más que los propios compositores de los grupos titulares. Tiene aspecto de ser bastante cierto, y encima recibimos ayer la noticia de la muerte a los 64 años de Malcom Young, guitarrista de AC/DC de toda la vida y hermano del líder virtual del grupo, Angus Young. AC/DC también es una banda de temas de espíritu más bien positivo, que ensalzan el sexo, la rebeldía o el propio Rock and Roll, pero qué diferencia. Lo que hacía, y todavía hace, la veterana banda australiana es proponer un estilo de vida alternativo, en el que en cierto modo llevas la misma clase de existencia que los demás, pero habiendo encomendado (no vendido, eso es más propio de Wall Street) secretamente la propia alma al Infierno. El Infierno, el Hell de los AC/DC, consiste en algo así como una hermandad de gente que ya no cree en los paraísos de papel que nos imponen desde arriba, y que por tanto busca la autopista hacia su propia tierra prometida, que desde el punto de vista del sistema sólo puede ser concebida como la alternativa interna absoluta, como el Infierno. Así que AC/DC es en bastantes aspectos un grupo para clase trabajadora -For those about to work…-, pese a su éxito prácticamente universal, y lo que nos dice en el fondo es que abandonemos toda esperanza, como rotulaba el Dante, en las promesas de futuro con las que publicitarios y políticos nos seducen y engañan, puesto que el verdadero goce está en otra parte, te lo buscas tú mismo con tus colegas y vive y suena en un presente de ritmos acelerados y alto voltaje…

 

 

Malcom Young ha muerto y eso va a dejar muy tocada a la superbanda australiana más grande de todos los tiempos. Todos esos remiendos que han estado poniendo últimamente para continuar pese a la edad y las bajas parece estar perdiendo sentido, pero cuentan todavía con dos grandes factores a su favor: el propio Angus Young, que es como un fanático infatigable de sí mismo y de su creación; y su público, que seguirá concurriendo a los conciertos aunque a este Infierno se le vayan acabando los demonios. Si AC/DC, como formación, se retirase, un gran hueco se abriría en el alma colectiva y ya no tendríamos Infierno al que huir, las Hells bells repicarían por última vez y el Rock and Roll químicamente puro estaría aún más cerca de convertirse en mero recuerdo. Por eso, espero que Brian Jones vuelva y que sigan todavía unos pocos años, aunque sea ya tiempo de descuento y renqueando. Honra, pues, inmortal a Malcom Young y una vez más, aunque sea de modo simbólico, Long Live Rock and Roll…

 

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