Erik Gunnar Asplund nació en Estocolmo el 22 de septiembre de 1885. Hijo de Luisa y Franz-Otto Asplund, funcionario de Hacienda, se graduó como arquitecto en el Real Instituto de Tecnología en 1909 y completó su educación con dos años de estancia en la Klara Skola, una academia independiente, donde fue discípulo de Ostberg, Westman, Tengbom y Bergsten. Una beca del Instituto para estudiar el hormigón como material de revestimiento, le permitió poner remate a sus estudios con un viaje a Bélgica y Alemania.
En 1912 comenzó a trabajar como asistente en el Real Instituto de Tecnología y tuvo numerosos encargos privados. Asplund demostró capacidad y sensibilidad primero al tomar ideas y formas de sus maestros de la Klara Skola, con sus construcciones que, dentro del estilo romántico sueco, constituyen el primer período de su obra; y después por iniciar una apertura hacia corrientes centroeuropeas. El primer premio en el concurso para la ampliación del Ayuntamiento de Goteborg, fue su trabajo más trascendente del período, convirtiéndose en uno de los temas que se prolongaría durante casi toda su vida.
En 1914 emprendió un viaje al sur de Italia y Túnez que sería fundamental para su arquitectura. Recogió en dibujos, escritos y fotografías la arquitectura y todo lo que veía durante su viaje. La luz, los colores y el libre uso de la norma, marcaron su trabajo posterior. A su regreso a Estocolmo comienza un segundo período que durará hasta 1929. En 1915 trabaja con Lewerentz para el concurso del cementerio Sur de Estocolmo que ganan. Con Lewerentz, temprano especialista en arquitectura funeraria, entró Asplund en este tipo de programas, otro de sus temas recurrentes.
1917 fue un año de consolidación para el arquitecto: se casó con Gerda Sellman con la que tuvo luego dos hijos, Hans e Ingemar. Durante 1917 y 1918 dio clases de decoración en el Real Instituto y entre 1917 y 1920 dirigió la revista Arkitektur. En 1918 comenzó a trabajar para la recién creada Junta Nacional de la Construcción Pública adquiriendo una credencial que le hacía arquitecto elegible para encargos del Gobierno.
En 1918 viajó a través de Dinamarca donde le impresionan los paisajes y la arquitectura nórdicas. De los primeros años de este período son obras maestras: la casa Snellman (1917-1918) y el Tribunal de Lister (1918-1921), así como la capilla del Bosque (1918-1920) en colaboración con Lewerentz. En estas obras se va produciendo la elaboración personal de lo visto en Italia y la obra de Asplund tiene rasgos personales y nuevos que antes no tenía.
Una de las obras más importantes de Asplund es la biblioteca de Estocolmo que proyectó en 1920. Este trabajo marca una inflexión en su interpretación clasista que se hace más áulica y más densa. Una densidad que en los panteones de mediados de la década va haciéndose obsesiva y que, sin embargo, en el Cine Skandia (1922-1923) otra de sus obras maestras, se hace fiesta y ensoñación. En la biblioteca que se termina de construir en 1928, Asplund, y esta es otra de las características de su trabajo, diseña todos los elementos. Tanto en estos, el cilindro y el paralelepípedo, como en las sobrias salas de lectura, se manifiesta un purismo, que puede interpretarse como una primera aproximación de Asplund hacia temas comunes a la arquitectura internacional, que antes no existía.
Entre estas dos fechas, en 1929, se produjo en la Obra de Asplund un cambio de rumbo radical: la Exposición de Estocolmo. Comienza con ella el último período de la obra del arquitecto. Si en la biblioteca mostraba sutilmente su interés por lo contemporáneo, en la Exposición da la mejor muestra de arquitectura festiva que el movimiento moderno haya conocido. En 1930, cuando la feria se termina, Asplund está sin trabajo. Son años de crisis. La catástrofe económica del año veintinueve exige cambios, el triunfo en Suecia de la social-democracia en 1932 impone una economía ajustada y con ella una arquitectura estricta. En 1931 Asplund llega a ser profesor de Arquitectura en el Real Instituto de Tecnología.
En 1934 se casa por segunda vez con Ingrid Khing un año antes, en 1933, había comenzado para el arquitecto un tercer y último período con múltiples trabajos. En 1938 viajó de nuevo a Estados Unidos, en 1939 a Alemania, Suiza, Francia y Gran Bretaña. El 20 de octubre de 1940 murió en Estocolmo.
La casa Stennäs es una vivienda de fin de semana que se sitúa en la isla de Lisön, no muy lejos de la capital. Se asienta en una pradera orientada a sur-oeste, para situarla entre montañas altas y escarpadas. La edificación surge a los pies de una floración granítica en un paraje natural de gran belleza, donde la arquitectura aparece sin afán protagonista. La Casa Stennäs la construida en 1937 como casa de verano para él y su familia, justo tres años antes de su inesperado fallecimiento, se emplaza en una enorme parcela en la península de Lisön, junto a la bahía de Hästnäsviken. Un lugar despoblado y remoto a tan sólo 60 kilómetros de la capital. Frente a la orilla del mar, sobre la cota más baja de un terreno en pendiente protegido del norte por grandes peñascos de unos siete metros de altura, se localizó el lugar perfecto para el emplazamiento.
Todo el programa se desarrolla en una sola planta que se va adaptando a la topografía para quedar conformada en cuatro niveles, así mismo, la casa se fragmenta en dos volúmenes uno de ellos girado algo más de 90 grados con respecto al otro. El acceso se produce por la intersección de ambas piezas. El volumen más cercano a la roca y de mayor tamaño alberga la cocina, los dormitorios y la sala de estar, mientras que el otro volumen de menor tamaño acoge el espacio de salón (zona de día) que se orienta hacia el sur y termina encuadrando las vistas al lago gracias a ese giro en el que la chimenea actúa como bisagra, jugando un papel fundamental convirtiéndose en el punto neurálgico del proyecto. La casa además cuenta con otra chimenea exterior que da a ese patio de carácter más privado, apropiándose de éste como si fuese una extensión de la vivienda. Ésta surge a los pies de una gran roca que la protege de los vientos del norte, abriéndose hacia el mar Báltico, al este se encuentra un pequeño prado donde el arquitecto sembró unos frutales y un pequeño huerto y al oeste la casa domina el entorno para crear un jardín de carácter más privado dejando atrás una zona boscosa.
Gracias a esta dislocación, se permite que la zona de día termine encuadrando a las vistas sobre el archipiélago de Estocolmo, mientras el otro volumen queda horadado por un generoso porche que resuelve la transición entre exterior e interior. Como comenta Bruno Zevi“la casa de Asplund es un organismo arraigado al suelo y sumergido en la naturaleza”.
La vivienda se entiende desde el sueño nórdico de vivir en comunión con la naturaleza, donde reine el silencio y la tranquilidad. Así Asplund plantea este retiro con una humildad encomiable. La casa rehúye de cualquier ornamento y no claudica ante ningún estilo o moda. De hecho tiene más que ver con la arquitectura anónima (arquitectura sin arquitectos) y tradicional que con la vanguardia del momento. Estamos hablando de 1937, año en el que su más ferviente seguidor y amigo Alvar Aalto estaba construyendo Villa Mairea, donde en cierta forma gran parte de las actitudes a la hora de proyectar son muy parecidas.
La estructura de la casa también es de madera y tiene una cubierta a dos aguas que mantiene la individualidad de cada zona que cobija. Estos faldones se realizan con pendientes ligeramente distintas y con diferentes dimensiones de los aleros. Las bajantes desalojan el agua en cuatro barriles que ya salían dibujados en la planta de la casa en el lugar exacto donde luego terminarían ubicándose. El proyecto además de la casa incluye seis módulos que se encuentran esparcidos a lo largo de la parcela, como si fuesen satélites de la misma. Cada uno de éstos cumple una función diferente, tres de ellos son almacenes, uno cumple función de baño, otro es una sauna, y el último una leñera. Además de un embarcadero en la laguna.