Vacuna contra la distancia

Fotografía Burt Glin

Estoy investigando.
Hay una nueva enfermedad.
Podríamos llamarla Neurosis de Distancia.
Busco una vacuna contra ella.
Pero necesito ayuda.

Primera parte: Causas y síntomas.

Hace mucho, mucho tiempo, en eones que ya están fosilizados, cuando la naturaleza se encrespaba o las virulencias nos diezmaban, los seres humanos nos aterrorizábamos. Así desarrollamos nuestros miedos primigenios, y los albergamos en el cerebro, en las redes neuronales de la angustia.

Pero como no sabíamos nada de psicología culpábamos de ellos a las aguas, los cielos y la tierra, dónde habitan dioses terribles, a los que dirigíamos nuestras plegarias y ofrendas para librarnos de todo mal. Y no nos iba tan mal.

Mucho tiempo después, cuando los dioses nos nombraron señores de la naturaleza, y gozábamos de nuestros vicios y virtudes con indolente imaginación, empezamos a percibir las dificultades de la convivencia, los peligros de la propiedad, la desconfianza de lo ajeno, y desarrollamos el miedo a otros seres humanos, a lo extranjero, a lo desconocido, y lo guardamos en los mecanismos cerebrales de la agresividad y la violencia,

Fotografía Burt Glin

Al tiempo que eso sucedía, también descubrimos que podíamos morir por causas misteriosas, no accidentales, y las llamamos morbos o enfermedades.

Poco a poco, observamos que algunas afectaban a muchos a la vez y de forma parecida, y las denominamos enfermedades contagiosas. Al principio las asociamos a nuestros vicios y pecados, sobre todo a los de concupiscencia, pero pronto las achacamos a pecados ajenos, de los extraños, de los bárbaros.

Y así llegamos a las enfermedades venéreas y las atribuimos a vicios extranjeros -el mal napolitano, el morbo español, el mal francés-, y más tarde al SIDA – morbo de negros y homosexuales- y nos enseñaron a tenerle miedo al sexo, temor al cuerpo a cuerpo, y tuvimos que aprender a poner a raya a la carne y aplicar preservaciones contra el amor.

Fotografía Burt Glin

@hora, cuando los humanos ya nos sentíamos seguros en cualquier lugar del mundo, unívocamente humanos, en ningún sitio extranjeros…
@hora, cuando sin pecar contra los dioses, ni violar códigos de convivencia, podíamos transgredir sin mesura tiempos y distancias…
@hora, cuando sesteábamos en manos de la ciencia y la técnica, ajenos a todos los árcanos y prevenciones…
@hora, un bichito de mierda, nacido en ese útero inmenso en el que los malos augurios ubicaban la tronera del Apocalipsis…
@hora… nos ha enseñado a tenerle miedo, no ya a los dioses inmisericordes, ni a los humanos lobos, sino a las simples rutinas del abrazo y el beso, de la convivencia y la cordialidad. Y esta vez, ni oraciones ni ofrendas, ni abstinencias ni preservativos, solo barreras y distancias.

Ha surgido una nueva neurosis convivencial, un síndrome de las distancias cortas, un trastorno de la humana intimidad. Es una nueva expresión del miedo primigenio, de la angustia original, que, como no es ajena a los conflictos humanos, se irá cargando de corazas y blindajes, y, potencialmente, de hostilidad y violencia. Como además está lastrada por tantas dudas científicas como carencias socio-políticas, miel sobre hojuelas, para qué queremos más, tod@s neurotic@s.

Fotografía Burt Glin

Cómo vacunarnos contra la neurosis de distancia.

Las cuestiones que se nos plantean son nuevas: cómo vencer a esa nueva enfermedad de la convivencia, cómo acercarnos más allá del metro y medio de seguridad, cómo medir esos centímetros que separan el temor de la temeridad, cómo rozarnos sin la mediación del antiséptico, cómo atajar el miedo al beso y el abrazo sin la salvaguarda de guantes ni mascarillas.

Como de momento no tengo ni idea de la respuesta, y no se me ocurren más qué lugares comunes, más propios de la consejoterapia blandengue que de la sabiduría parda, me lo voy a pensar.

Mientras lo medito, os pido ayuda a todas las personas que lo habéis leído. Se admiten ideas. Sed generosas. Podéis enviarlas como queráis, redes, correos, comentarios… El autor las agradecerá, y si entre todas consigue sintetizar alguna fórmula ingeniosa, promete compartirla.

Mientras tanto, para que os vayáis inspirando, os dejo esta canción de Alberto Cortez titulada DISTANCIA.

Viento, campos y caminos… distancia,
Qué cantidad de recuerdos
De infancia, amores y amigos… distancia,
Que se han quedado tan lejos.
Entre las calles amigas… distancia
(…)
Donde se abrieron mis ojos… distancia,
Donde jugué de pequeño.
(…)
Allí viví la alegría… distancia
De aquel primer sentimiento
(…)
Un corazón de guitarra quisiera
Para cantar lo que siento
(…)
Un corazón sin distancia…

Continuará.

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1 Comment

  1. says: Oscar S.

    Yo propongo que, como en ciertas playas singulares, este permitido ir desnudo al que así lo desee este verano, ya que el tiempo sin duda acompañará. Ya verás como de nos quitan inhibiciones y neurosis de un plumazo, además de enriquecer el mercado del fitness y empobrecer el del porno…

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