Sarrión un novísimo fronterizo. Eduardo Chamorro. Triunfo, 16 de Enero de 1971
ECH: Antonio Martínez Sarrión nació en Albacete hace treinta y un años. Licenciado en Derecho por la Universidad de Murcia, se instaló en Madrid ejerciendo de funcionario. En 1967 publicó su primer libro Teatro de operaciones. Castellet le incluyó en sus Nueve novísimos, antología promotora de disparatada controversia entre el personal, que mayoritariamente leyó con poco detenimiento el prólogo.
MS.”La coherencia de los que en la antología de Castellet aparecíamos era bastante aleatoria, y, por ende, nuestra desvinculación, bastante lógica. Por otra parte, la crítica cejijunta no quiso advertir las enormes diferencias entre cada uno de nosotros. Los elementos que nos aglutinaban eran extraliterarios, en cuanto constituidos alrededor de una mitología cinematográfica, particularmente la del cine americano de los años cuarenta. Posteriormente, las estampidas de algunos cuando la casa se hundía –si es que alguna vez tuvo techo– se debieron a una denominémosla vanidad adolescente en absoluto justificada. Hay gente que ha jugado al Rimbaud, cuando por ahora, no pasan de Asunción Silva.”
E.CH. Acaba de aparecer su último libro Pautas para conjurados (El Bardo). Una obra de cálida sinceridad con ribetes de cinismo, en la que un lúcido surrealismo apoya un sarcástico intento de penetrar la realidad, de racionalizarla patéticamente, y en la que la historia e convierte en un delirio de datos lacerantes.
MS. Frente a la realidad que siempre es resistente, al tratar de recrearla por escrito, se pueden adoptar diferentes talantes, desde ‘el España aparta de mi este cáliz’, desde nuestra poesía civil más conocida, hasta un tono sarcástico y en sordina como el de las baladas de Archie Shepp, deformación agraria y paródica de un material previo.
ECH. En uno de tus poemas Fuegos artificiales, hay algo así como una declaración de principios: “De esta manera optó por ser caníbal/…/ se está quemando toda la cultura”.
MS. Bueno eso está muy claro. Hay una inflación terrible. El intelectual en Europa suele estar desligado de toda forma vital, vive en un mundo fantasmal. A mi me ha preocupado mucho cuestionar la propia tarea de escribir del último Sartre o el semisuicidio del ultimo Godard.
ECH. Tus planteamiento poéticos conexionan de una manera digamos previamente reflexiva con el surrealismo, actitud que en la poesía española se ha asumido, por lo general, de una forma mal entendida…
MS. Aquí se ha entendido la faceta más mezquina, exterior y menos válida del surrealismo. Casi estaba centrada por completo en Dalí. Sin embargo, poetas como Ory o Carriedo, muy francotiradores, han conseguido una obra que tienen muchos puntos de contacto con el surrealismo más radical, en cuanto suponía una total concepción del mundo.
ECH. Hablabas antes de la deformación agria y paródica de un material previo. Yo diría que existe una tendencia poética de culturalismo de aluvión, tras el que pudiera darse un cierto enmascaramiento del poeta, una búsqueda de apoyaturas.
MS. Se utiliza interesadamente toda una imaginería cultural para dinamitarla, sin perjuicio de la esencial ambigüedad de la operación, pues esa imaginería forma parte de la historia propia, con una entidad casi visceral. Te es tan querida como tu propio cuerpo.
ECH. Esa imaginería responde, creo yo, a unas motivaciones estrictamente generacionales.
MS. Hay que tener en cuenta que sus elementos fueron nuestro primer y autentico ‘alimento terrestre’.
ECH. ¿Qué poetas son los que te interesan?
MS. Muy importantes los americanos, desde Wallace Stevens a W. Carlos Williams para acá. La gente francesa Char, Michaux. Y, por supuesto, en castellano Octavio Paz.
ECH. Es este, al parecer, momento de polémicas, de confusión, y la gente desde parapetos extraliterarios, pretende discernir cosas que son las más de las veces indiscernibles.
MS. No sé de qué país me hablas (No es nada grave disuélvanse ya vamos/ ¡DE PERROS ¡).
Sarrión en la playa. Declaraciones en Altea, 28 agosto 2020.
Transcurrido medio siglo de la aparición de una antología, entonces muy famosa, “Nueve novísimos poetas españoles” de José María Castellet, quizás no esté de más hacer una valoración sobre que sucedió, muy sintéticamente con aquellos poetas y cuáles son las trayectorias de unos u otros, tanto vital como poéticamente.
En el momento de producirse la aparición de ese libro, Castellet con buen tino, distinguió entre aquellos que todavía participaban de un cierto tono civil, que en último término era político, y en realidad comunista o comunistoide, del transcurrir entre una herencia y una supervivencia entre los más viejos de los Nueve novísimos, y una superación de la poesía llamada civil o social. Y el segundo grupo de los Nueve novísimos, seis de ellos, que rompían con los formatos de la lírica anterior.
¿Qué ha pasado a través de estos cincuenta años? No se puede concretar en pocas palabras todo lo que ha sucedido.
Pero si me gustaría contar la siguiente experiencia que viví. El año 2017 en Bilbao participé con Pedro (o Pere) Gimferrer, gran poeta en castellano y en catalán, perteneciente al grupo más joven de la Antología, del homenaje tributado a Blas de Otero en su centenario, rindiéndole Pedro el más encendido homenaje de admiración. Cosa inimaginable en 1970.