Diciembre 2024

Diario de un Savonarola

Desapego

Lo peor de la edad es ese sentimiento de estatismo que termina haciéndote un conservador constante de todo lo que has adquirido, lo que lleva después a pensar de forma conservadora y, por tanto, a un mundo cerrado y hostil donde cualquier novedad termina siendo distorsión y, por tanto, objeto vivo de descarte.

Siempre odié ese cambio en los hombres y aún me parece un pecado mortal contra uno mismo. Quizás, para que eso no suceda, haya que aprender a desprenderse de cada cosa en el justo momento en que la tomas, pero no para tener buena conciencia, sino para mantenerse vital y alarmado y evitar acabar siendo un mero personaje de tu historia, un personaje falsificado por artificial y absurdo por apegado a las cosas.

‘Desapego’. Este quizás sea el término a perseguir desde ahora con vehemencia, desapego por las cosas, por los espacios, por la gente… Justo hasta lograr acercarme a esa individualidad que quiero.

No me gustaría terminar siendo una caricatura de mí mismo… pero de lo que hablo no es de filantropía, ¿eh?, hablo de desprendimiento básico, que consiste en dejar tirado y olvidad todo, no en dar, puesto que quien da, espera, y esa circunstancia lo malogra todo.

El placer de esperar

Esperar como una novia a que algo suceda termina siendo el arte y la literatura para mí. Que algo suceda sin que yo lo motive ni tenga la necesidad de hacerlo, sin que me forme y me vista de campaña para la búsqueda, sin que sistematice mis horas de percepción, sin que le ponga plazos a la palabra ‘entender’ ni límites al sentimiento ‘gozar’. Esperar en cordialidad con el tiempo, aceptándolo. Esperar al estupor en la esquina, junto al portal de siempre, para besarlo en la boca al anochecer. Esperar con pasión, conformando una pequeña mística de la espera. Esperar a que todo se organice y se desorganice ante mis ojos quietos y ávidos. Esperar sin fatiga, sin estar alerta, presintiendo lo abstracto en lo más común. Esperar a que los sucesos se acoplen a mi modelo estético o lo hagan estallar en mil pedazos. Esperar sin que la espera sea profesión…, que sea solo actitud. Esperar sin buscar exclusividad en lo que llegue [esperar para compartir]. Esperar sin violencia de gestos y sin actitud de resultados. Esperar, en definitiva, a que todo se modifique solo, porque todo es capaz de vivir al margen y por su cuenta y hemos de tomarlo a sorbos y, siempre, para nuestra satisfacción.

Esperar a que la muerte llegue cuando le dé la gana y no me pille por sorpresa, sin haber sabido esperar lo justo y necesario.

El placer de esperar sin que exista insatisfacción es algo que se debe aprender si se quiere tener la sensación de una vida completa [y es que quien espera no es indiferente].

Pensamientos de café con hielo

Es suficiente aprender que la verdad casi nunca es racional, ya que su concepto trabaja con lo absoluto, y lo absoluto no existe en tanto que en nuestra búsqueda siempre partimos de una ‘elección’. Sí que puede darse el caso de que exista una ‘voluntad de verdad’, pero solo eso. También puedo aceptar que exista una verdad moral, aunque el calificativo ya le quita el valor de ‘verdad’.

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¿Las pasiones nublan o destapan? No quiero hacer este análisis porque sé que me sentiría vacío y defraudado. Por un lado consiento con gusto cada una de mis pasiones y, por otro lado, presiento que mientras camino las trochas de la pasión no soy capaz de controlar lo que la razón me ofrece.

Vivir sin pasiones me resulta poco menos que imposible. Vivir sin pasiones quizás me llevase a escribir en serio.

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¿Cómo conseguir que lo que me rodea termine siendo indiferente? De este logro extraería serenidad y, sobre todo, alcanzaría libertad expresiva, ya que podría expresarme sin ningún pretexto. No deberle nada a lo que me rodea y no sentirme acreedor de otra cosa que no fuera mi propia expresión.

Quizás terminaría convirtiéndome en un jodido atormentado.

No me interesa.

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Lo que aprendimos por obligación es materia para olvidar a pies juntillas, pues nos hace convencionales y anodinos, nos lleva a la aceptación sumisa y nos aleja del hombre mítico por el que debemos luchar.

Debemos empeñarnos en negar todo lo aprendido, y a hacerlo con argumentos hasta llegar al maravilloso desorden que nos empuje a otros parámetros de pensamiento. La vida es un préstamo si solo la procesas en lo que te inculcaron. Hay que luchar por una vida propia.

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A veces me encanta ser lo que otros odian, y lo soy… Luego me siento mal, vulgar, estúpido… Otras veces me gusta que me quieran y me hago querer… Luego me siento mal, vulgar, estúpido.

Solo cuando soy yo y estoy ante mí mismo es cuando siento de verdad que soy vulgar y estúpido… Entonces me siento mal.

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Toda mi verdad es lo que soy capaz de recordar, por eso me engaño a menudo con recuerdos inventados… Así conservo la mentira de mi vida.

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Un buen impedimento es capaz de conseguir que una obra mediocre sea tenida por magnífica.

Todo creador con ínfulas quisiera haber creado en una guerra o en una hambruna… Y es que los hay que aún piensan que el fin justifica los medios [¿o era que el fin justifica los miedos? No sé].

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Lo que me sucede [seduce] lo hace siempre por el camino de la ingenuidad… Mi ingenuidad y la de las cosas.

El desinterés me ha traído los mejores momentos de mi vida, pero es tan difícil ser desinteresado.

Existir…desistir

¿Existe solo lo que seguirá existiendo sin mí? 

Las palabras contienen la tristeza de lo no completado: con ellas se resume, se hace el esquema, se interpreta, pero siempre de forma burda, sin esa finura que necesita la idea. Esto es lo que se puede enseñar, lo que yo puedo enseñar, pero necesito que haya algo más que lo complete, que lo lleve a la extensión precisa de la idea que se verbaliza.

También es cierto que esa falta de la palabra me hace feliz, porque me hace perseverar en la calidad y en la precisión de su uso… Y es que todo lo incompleto contiene la calidad de felicidad.

¿Existo yo en la palabra, soy capaz de ser en ella?

Existir es tomar una actitud ante cada suceso que se cruza en nuestro camino, y también tomar una actitud sobre todo como conjunto unitario. Recordar, por tanto, no es existir, ya que en el recuerdo solo pace cierta aptitud… Recordar es, como mucho, desexistir… y desexistir suele traer anudada una rémora de cobardía.

¿Llegaré alguna vez a tener una relación adulta con algo o con alguien?

Ojalá eso no suceda jamás.

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