El ataque a los Tesla, el yo extendido y la moral

En este artículo Will Storr explica los actos de vandalismo contra los vehículos Tesla . Describe los ataques que están sufriendo coches y concesionarios Tesla y luego propone como explicación de lo que está ocurriendo la teoría del Yo Extendido. Dice cosas muy interesantes. Extraigo algunos párrafos:

“Podría parecer superficialmente como si estos actos fueran intentos de erosionar la riqueza del propietario de Tesla, Elon Musk. Pero los daños a un puñado de coches sin vender y a las instalaciones de Tesla, todos presumiblemente asegurados, obviamente no le afectarán. De hecho, no se trataba de ataques contra la riqueza de Musk, sino contra su persona. Este extraño hecho es una manifestación del pensamiento mágico en el que nuestros cerebros narradores se involucran rutinariamente. Para el atacante, la lógica subconsciente es algo así: Elon Musk es una fuerza vanidosa, desquiciada, destructiva y odiosa a la que hay que detener. Elon Musk es el dueño de Tesla. Elon Musk es Tesla. Por lo tanto, al atacar los vehículos, fábricas y salas de exposición de Tesla, estoy atacando a Elon Musk.

Puedes imaginarte lo que se siente al asaltar uno de esos CiberTrucks o rociar de balas una tienda Tesla: como si estuvieras atacando al mismísimo multimillonario Sieg Heil. Se siente así porque es así, al menos para tu cerebro narrador. Cuando me imagino a mí mismo disparando una ametralladora automática en una sala de exposición de Tesla, grito «que te jodan», como si Musk estuviera delante de mí y las balas entraran por su cabeza.”

Hay que decir en esta línea que, recientemente, el NCRI llevó a cabo una encuesta nacional representativa de más de 1.200 adultos estadounidenses, ponderada para reflejar la demografía del censo nacional y encontraron que un 38% de los encuestados dijo que estaría al menos «algo justificado» asesinar a Trump, y un 31% dijo lo mismo de Musk. Si solo se tienen en cuenta los encuestados de izquierdas, la justificación para matar a Trump se eleva al 55% y la de Musk al 48%.

Will Stor

Para explicar estos actos Storr utiliza la Teoría del Yo Extendido:

“Aunque apenas sean conscientes de ello, las personas que cometen estos delitos actúan de acuerdo con un concepto psicológico denominado «yo ampliado». Esta idea fue descrita por el psicólogo pionero William James, quien en 1890 escribió: “El yo de un hombre es la suma de todo lo que puede llamar suyo, no sólo su cuerpo y sus poderes psíquicos, sino también su ropa y su casa, su mujer y sus hijos, sus antepasados y sus amigos, su reputación y sus obras, sus tierras, su yate y su cuenta bancaria. Todas estas cosas le producen las mismas emociones. Si crecen y prosperan, se siente triunfante; si menguan y mueren, se siente abatido, no necesariamente en el mismo grado para cada cosa, pero sí de forma muy parecida para todas”. En nuestra mente, Elon Musk es las empresas que posee y los productos que crea. Por eso, para sus enemigos, atacar los productos inanimados asociados a él puede resultar tan catártico y justo.”…

“Los humanos no somos la única especie que tiene «posesiones», hasta el punto de que la comida, el territorio, las parejas o las herramientas pueden considerarse «posesiones» de un simio o una hormiga. Pero fuimos «los primeros animales materialistas [en] valorar las posesiones por derecho propio», escribe el psicólogo del desarrollo Bruce Hood. «Estas posesiones eran simbólicas, estéticas, valoradas como extensiones de nuestra identidad…». Esta comprensión parece innata en los humanos y surge en la primera infancia. Los niños pequeños suelen señalar objetos que asocian con una persona y decir el nombre de esa persona, como si la cosa y el ser humano fueran componentes del mismo concepto. «A medida que los niños aprenden a resolver quién es dueño de qué, ven cada vez más las posesiones como parte de la identidad», escribe Hood. Los vándalos que atacan coches y lugares de trabajo de Tesla recuerdan a esos niños y también a nuestros antepasados animistas, señalando vehículos y edificios y diciendo «Musk».

“Un ser humano no es sólo un saco de carne y huesos, es un conjunto de ideas. ¿Quién es usted? Responde a esta pregunta y te saldrán una serie de roles, rasgos, creencias, preferencias estéticas, aficiones, pertenencias a grupos, recuerdos, responsabilidades, miedos, esperanzas de futuro y mucho más. No hay forma de describir quién eres si no es describiendo un conjunto de ideas, porque un conjunto de ideas es lo que eres. Y esto incluye las cosas que posees. Elegimos comprar los artículos que añaden el conjunto de ideas adecuado al conjunto de ideas que es «yo». Gracias a su excelente marketing, un ordenador Apple representa un conjunto de ideas (definido casi en su totalidad durante la era de Steve Jobs), mientras que un PC representa otro. Lo mismo ocurre con un café de Starbucks frente a un café de McDonalds frente a un café de un local artesano de paredes negras en una esquina de la ciudad. ¿Qué café elegirá? ¿Qué historia quieres que cuente tu café sobre quién eres? Gran parte de lo que obtenemos, cuando decidimos pagar una prima significativa por un café o un dispositivo Apple o un vuelo en primera clase o un par de zapatos de alta gama, es la historia que cuenta de «mí».

Estoy de acuerdo en líneas generales con este análisis pero creo que está incompleto y que Storr se olvida de la moral. Para empezar, creo que el ataque a Elon es una condena moral y se ve claramente en la frase que he puesto en negrita más arriba. Un grupo de gente considera que Elon Musk es “malo”, está haciendo cosas malas desde el punto de vista moral y merece ser castigado. Creo que esta condena moral es lo que está en el inicio de la cadena que lleva a estos ataques. El castigo moral consiste en hacer daño a alguien que ha cometido una transgresión moral y es vivido como justificado moralmente: a los malos hay que castigarlos. Y aunque nuestra acción vandálica genera un daño, como está justificada moralmente pues es moralmente buena.

Willians James

La naturaleza moral de estos actos se aprecia en otros ejemplos que cita Storr en el artículo:

“Esta es la razón por la que vincular una historia política divisiva a un producto de gran consumo puede ser tan peligroso, como descubrió Gillette cuando adoptó el concepto de «masculinidad tóxica» en su anuncio de 2019 «The Best Men Can Be», que describía a los hombres blancos heterosexuales como matones y abusadores que requerían reeducación. Es por eso que las ventas de Bud Light aún no se han recuperado de su decisión, en 2023, de que su marca era «fratty y fuera de onda» y podría volverse más “inclusiva” contratando al influencer transgénero Dylan Mulvaney para beber cerveza en un baño de burbujas, una campaña que condujo a un boicot masivo que incluyó memorablemente al cantante Kid Rock disparando a tres cajas de Bud Light con una metralleta MP5, gritando: «A la mierda Bud Light y a la mierda Anheuser-Busch.» Es la razón por la que tantas películas de Hollywood y franquicias televisivas, la más reciente el remake de acción real de Blancanieves de Disney, han sido rechazadas por millones de personas tras convertirse en vehículos para promover la política de identidad hiperliberal que está de moda entre las élites culturales, pero que no gusta a la mayoría. Y es sobre todo por lo que, en el momento de escribir estas líneas, las ventas de Tesla han bajado casi un 45% en Europa, y los propietarios han empezado a camuflar las insignias de sus coches y a colocar pegatinas en la carrocería que dicen: «¡Compré esto antes de que supiéramos que Elon estaba loco!».

Es mala idea mezclar los negocios con la política pero en estas políticas y en las respuestas a las mismas hay un trasfondo moral. Gillette está juzgando moralmente a los hombres blancos como malos por ser matones abusadores y ejemplos de masculinidad tóxica. Y la respuesta de muchos hombres contra Gillette es de agravio moral, de indignación moral y de castigo moral a sus productos.

En este contexto, merece la pena recordar las “leyes de la magia simpática”, según la antropología y el estudio de las creencias mágicas se resumen principalmente en dos principios:

-Ley de la Semejanza (Similitud): Lo semejante produce lo semejante. Un objeto o acción que se asemeja a otro puede influir en él. Por ejemplo, dañar una imagen o figura que representa a una persona podría afectar a esa persona.

-Ley del Contacto (Contagio): Las cosas que han estado en contacto siguen influyéndose mutuamente incluso después de separarse. Por ejemplo, un objeto personal (como cabello o ropa) puede usarse para afectar mágicamente a su dueño.

Es por estas leyes supersticiosas que queremos usar la misma guitarra que usa Eric Clapton o la gente se compra el piano de John Lennon por millones de dólares y por lo que no nos pondríamos un jersey que usó Hitler. Estas leyes son la base de muchos rituales mágicos en diversas culturas, donde se cree que las conexiones simbólicas o físicas permiten manipular la realidad. Y también hay algo de este pensamiento supersticioso en la utilización de los coches Tesla como muñecos vudú contra el dueño de la empresa que los crea.

Todo esto, a mi modo de ver, nos indica la tremenda fuerza social que es la moral, una fuerza que es más potente incluso que el dinero y el poder político y económico. Cuando poderosas compañías como Amazon, Google y otras han cometido actos que la gente ha juzgado como malos moralmente los anunciantes han dejado de invertir, las redes se han indignado y esas compañías han tenido que pedir perdón o rectificar sus posturas. Los poderosos tienen que doblegarse ante los juicios morales y tener mucho cuidado con ellos. Estamos viendo cómo el hombre más rico del mundo no está mas allá del bien y del mal y está resultando fuertemente perjudicado, así como sus empresas, por esta campaña que tiene un fuerte componente de condena moral.

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2 Comentarios

  1. says: Óscar Sanchez

    Hace unos meses el diario Público contaba que la pandemia había reportado el mayor incremento de riqueza de los milmillonarios desde que se tenían registros, y que si se aplicara un impuesto excepcional del 99% sobre la variación de la riqueza generada desde el principio de la pandemia por los diez hombres más ricos del mundo lo recaudado serviría para producir suficientes vacunas para todo el globo así como para financiar sistemas de salud y protección universales, dotar de recursos a la necesarias medidas de atención climática y reducir la violencia de género en más de 80 países, pues bien, esos diez hombres esquilmados por el fisco seguirían habiendo ganado, aún con todo, 8.000 mil millones más que antes de la pandemia.

  2. says: Óscar Sanchez

    Tiempo más tarde, Paco Fuentes en El País, en un artículo titulado Yates y coches de lujo en Puerto Banús, nos descubría que “ese 1% que controla gran parte de los 418,3 billones de dólares de la riqueza del planeta (…) poseen ingresos en diversas localizaciónes y que “su principal preocupación es cómo traspasar su patrimonio a sus hijos; nunca cómo repartir el dinero a la sociedad”, según apunta el director de un family office que pide el anonimato. Sin embargo, Fuentes remata su estremecedor informe puntualizando que “hace contados años, pocos conocían a MacKenzie Scott. Pero se casó con Bezos y se divorció de él. Le ayudó a construir Amazon y le correspondía una cuarta parte de la empresa. Unos 57.000 millones de dólares. Y pensó: “¿Cómo puedo donar millones?” De una forma inusual. Directamente. Acorde con el trabajo Giving USA 2021 escogió 116 organizaciones que trabajasen en nueve causas, incluido racismo, LGTBTQ+, cambio climático, salud pública… Y regaló 5.700 millones. Hoy la cifra es más alta (8.600). Sin que hubiera ninguna petición. Sobre todo, a pequeñas organizaciones que quedan lejos de las grandes fundaciones. “Las donaciones” —sostuvo MacKenzie Scott en varias ocasiones— “se dan con total confianza y sin ningún tipo de condición”. En 2025, el 60% de los multimillonarios serán mujeres. La última esperanza.”

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