Vacaciones con pena

Fotografía de Jacques-Henri Lartigue

Me voy de vacaciones. He invitado a una erinia a que venga conmigo. Se llama Pena y la pobre está agotada de tanto trabajar sin descanso. Dice que, si pudiera, se jubilaría, pero tal como está el mundo, con tanto daño y tanto duelo, tiene tanto currelo que su jefe no le da ni un finde, cuanto más el retiro. 

Pena nació en Roma, pero su hermana melliza, que se llama Poiné, nació en Grecia. Así son de antojadizos los misterios olímpicos. A ésta no le gustan las vacaciones, prefiere quedarse a dar caña, a imponer castigos y reparaciones a las personas que obran con maligna iniquidad. Para qué invitarla, mejor que se quede. 

Pero la pobre Pena me da “pena”, por lo triste y pesado que es instalarse en el corazón de las víctimas de desdichas y azares. Voy a hablar con los dioses que moran alto, para ver si con mis dotes de mentalista les convenzo y se avienen a que se venga conmigo un mes de vacaciones.

Supongo que estás de acuerdo, pero, para que no pienses que son tontunas de un poeta despistado, te voy a exponer mis argumentos. 

Fotografía de Jacques-Henri Lartigue

Es sabido que pena, en español, se refiere tanto al sentimiento de tristeza como al castigo impuesto por la ley, y su origen es muy curioso. En latín se decía “poena”, y significaba dolor, tristeza y también peña. En griego se decía “poiné” y significaba castigo, tormento y también multa o compensación. De hecho, en la mitología griega Poine era la personificación de la venganza que merecen los que cometen homicidio. 

Por estos solo son mitos. Lo cierto es que cuando Pena se instala en el corazón de las personas inocentes ella sufre, pues su espíritu es apenado, pero no vengativo. Está agotada de visitar a tantas personas dolientes y por eso desea jubilarse, para dejar de ser pena y ser júbilo, y repartir alegrías en vez de tristezas. Pero, tal como está el mundo, va a ser difícil, por eso estaría bien que se viniera de vacaciones, para que las personas apenadas pudieran disfrutar de unos días soleados, aliviados de la penalidad que los doblega.

Pero Poiné, la erinia del castigo y la venganza, esa que no coja vacaciones ni se jubile nunca, que se mantenga presta a impartir justicia contra los seres malignos y que con su feroz antorcha descubra a los que subyacen ocultos para que acaben pagando su merecido castigo.

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