¿Movimiento por una nueva economía?

Criterios de utilidad social en las empresas prevaleciendo sobre el beneficio económico como único fin, economía basada en el bien común, redistribución de los ingresos y del empleo, sociedades que produzcan mejor y consuman menos…   Éstas son algunas de las premisas promulgadas por algunos expertos en los últimos años y que parten de la idea básica de que el dinero no debe de ser un fin, sino un medio. Con ello buscan un nuevo modelo social, económico y político que facilite el bienestar de los ciudadanos sin tener que practicar un consumismo desbocado y un crecimiento económico obligado.

Algunos economistas (Serge Latouche), intelectuales (Tim Jackson) y activistas políticos (Christian Felber) ya defienden desde hace tiempo un sistema alternativo basado en el fomento de los valores éticos de empresas y personas. Jackson, por ejemplo, profesor de Desarrollo Sostenible en la Universidad de Surrey (Inglaterra), propone primar la salud, la felicidad, las buenas relaciones y la confianza en el futuro por encima de otros objetivos. En su libro “Prosperidad sin crecimiento” da las pautas para conseguirlo. Las principales pasan por aumentar las inversiones ambientales, desplazar el énfasis del gasto privado al gasto público, redistribuir tanto los ingresos (menos diferencias salariales) como el empleo (redistribución de las horas de trabajo), regulación de los bancos, aumento de impuestos sobre los recursos naturales y la contaminación, y medidas para desalentar el consumo feroz.

 

En esa línea, Latouche, como precursor de la Teoría del Decrecimiento, recomienda una sociedad que produzca y consuma menos. Así, critica la nueva cultura del usar y tirar, los créditos desbocados y los atentados ecologistas fruto del consumo de recursos naturales. Por estas razones, en su libro “La sociedad de la abundancia frugal” destaca la necesidad de reclamar una mejor calidad de vida basada en otras prioridades entre las que no se encuentra el dinero y para conseguirlo propone impuestos sobre el consumo excesivo, menos horas de trabajo y limitación regulada de los créditos bancarios.

Felber, que centra su discurso en la responsabilidad de las empresas, explica cómo y por qué éstas deben regirse por criterios de utilidad social y no de competitividad, rendimiento, crecimiento y beneficio. En su libro “50 propuestas para un mundo más justo” ya diferenció los valores y objetivos del sistema capitalista y en “La economía del bien común” ofrece medidas concretas para conseguirlo: limitar las desigualdad salarial entre empleados, respeto al medioambiente tanto en la producción como en el consumo, paridad en la remuneración de hombres y mujeres, fomento de la democracia directa a través de consultas al ciudadano…El objetivo es aumentar el índice de vida municipal (participación ciudadana en el proceso de mejora) y la creación de asambleas económicas y democráticas para que la ciudadanía defina el orden económico imperante en base a sus necesidades y valores.

En España, el movimiento ciudadano +Democracia ya propone alternativas y reformas profundas. En este caso, buscando el cambio del contexto político desde la pluralidad ideológica y la diversidad social. Su primer objetivo, la reforma de la Ley de Partidos Políticos, está en marcha. Al igual que este manifiesto por la nueva economía como alternativa. Ciudadanos, políticos y empresarios tienen una línea a seguir que escapa al pensamiento único oficial. Quizá sí sea factible un bienestar social alejado de nuevos colapsos financieros y ecológicos. Al menos, para los que no están contentos con la situación actual, que son muchos…

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