Concierto, esa palabra tan armoniosa que asociamos con el disfrute de veladas musicales en directo, representa en su acepción como forma compositiva la máxima aspiración de cualquier intérprete. Ya desde su concepción barroca, pero especialmente tras las pautas establecidas por los compositores clásicos del S. XVIII, el concierto tiene como función primordial el lucimiento absoluto del instrumento (o instrumentos) solista(s) que lo protagoniza(n), siendo para quien ha de tocarlo a la vez un desafío y una satisfacción. Un desafío porque en ellos suelen aparecer reunidas todas las dificultades técnicas del instrumento, exprimidas sin pudor en pasajes ora brillantes y exaltados, ora líricos y refinados. Todos los intérpretes del mundo temen y respetan las famosas cadencias, esos momentos aglutinantes, generalmente introducidos a poco de concluir el primer movimiento, donde sin el soporte orquestal han de sacarse a relucir todos los recursos interpretativos de los que se disponga. La satisfacción viene después, cuando la sala aplaude el resultado. Los conciertos nacieron por y para las salas, para el público.
En un principio pensados como piezas orquestales divididas en movimientos breves (por regla general rápido-lento-rápido), no tardaron en quedar consagradas a los solistas. Miles de variados ejemplos se pueden encontrar en los miles de conciertos escritos por Vivaldi, desde propuestas con molti istromenti a otras con 2 violoncellos o guitarra, sin olvidar, cómo no, sus archiconocidas y fundamentales 4 estaciones. Acabado el periodo barroco adquirieron la forma que mantendrían hasta el S. XX, en tres partes. Los grandes nombres escribieron partituras para cualquier clase de instrumento (ahí está Mozart, capaz de brillar por igual en un concierto para piano que en uno para flauta y arpa), mientras que otros aprovecharon para demostrar su pericia en aquellos que dominaban (como el concierto para viola de Stamitz). Los románticos se decantaron por el piano y el violín, manteniendo la estructura clásica pero ampliando notablemente la longitud de los movimientos y concediendo mayor espacio a las introducciones y réplicas de la orquesta. Éstos son casi siempre los conciertos predilectos de todos. No es para menos, es imposible resistirse a la belleza de exponentes como los de Beethoven, Mendelssohn, Brahms, Chopin o Rachmaninov. El S. XX, por su parte, desplegó su generoso abanico de estilos y preferencias, y mientras Bela Bartok volvía a la concepción del concierto como pieza orquestal, si bien totalmente renovada, Shostakovich o Richard Strauss daban tintes nuevos a las formas clásicas, y Aaron Copland o Alfred Schnittke concentraban toda la obra en movimientos únicos.
Esta lista, al igual que la que ya publicamos sobre música de cámara, pretende dar muestra de toda la diversidad del mundo del concierto, con pequeñas muestras intercaladas, de todos los tiempos e instrumentos varios, esperando que sea para sus oyentes una puerta de entrada a tantísimos otros conciertos magníficos que esperan a ser descubiertos. Para que no haya lugar a confusiones con Spotify, se adjunta debajo el listado completo.
Ludwig van Beethoven- Concierto para violín (primer movimiento)
Antonio Vivaldi- Concierto para guitarra (segundo movimiento)
Franz Krommer- Concierto para clarinete (primer movimiento)
Johann Sebastian Bach- Concierto de Brandemburgo nº3 (primer movimiento)
Wolfgang Amadeus Mozart- Concierto para piano nº21 (segundo movimiento)
Felix Mendelssohn- Concierto para violin (primer movimiento)
Antonio Vivaldi- Concierto para 2 cellos (primer movimiento)
Joseph Haydn- Concierto para trompeta (tercer movimiento)
Richard Strauss- Concierto para oboe (tercer movimiento)
Johannes Brahms- Concierto para violín (tercer movimiento)
Salvador Bacarisse- Concertino para guitarra (primer movimiento)
Wolfgang Amadeus Mozart- Concierto para flauta y arpa (tercer movimiento)
Antonio Vivaldi- Concierto en Do M R.558, ‘con molti instrumenti’ (primer movimiento)
Robert Schumann- Concierto para piano (primer movimiento)
William Walton- Concierto para viola (segundo movimiento)
Bela Bartok- Concierto para orquesta (quinto movimiento)
Edward Elgar- Concierto para violoncello (tercer movimiento)
Johann Sebastian Bach- Concierto para 2 violines (segundo movimiento)
Frederic Chopin- Concierto para piano nº2 (tercer movimiento)
Antonio Vivaldi- Concierto ‘alla rustica’ (completo)
Eduard Tubin- Concierto para contrabajo
Aaron Copland- Concierto para clarinete
Serguei Rachmaninov- Concierto para piano nº3 (primer movimiento)
Ludwig van Beethoven- Triple concierto (segundo movimiento)
Georg Philipp Telemann- Concierto para 2 flautas y fagot (segundo movimiento)
Carl Stamitz- Concierto para viola (primer movimiento)
Ludwig van Beethoven- Concierto para piano nº5, ‘Emperador’ (tercer movimiento)
Dimitri Shostakovich- Concierto para cello nº2 (segundo movimiento)
Alban Berg- Concierto para violín (primer movimiento)
Alfred Schnittke- Concierto para piano
Antonio Vivaldi- El invierno
Frederic Chopin- Gran polonesa brillante para piano y orquesta
*Fotografías de Nikolaj Lund
Genial! Acabo de llegar aquí de rebote y estoy entusiasmada, voy corriendo a echarles un ojo tanto a esta como a la lista de cámara! 😀