Lautner, Casa Sheats- Goldstein, Los Ángeles 1962.

 

John Lautner (Michigan 1911-Los Ángeles 1994) es un arquitecto tan personal, que escapa a muchas consideraciones habituales de los hombres de su generación. Desde su relativo desconocimiento como arquitecto falto de ‘éxito’, hasta la dificultad de proceder a su ubicación formal. Ubicación y clasificación, que él mismo rehuía, cuando se le señalaba como ‘arquitecto orgánico’ o como ‘seguidor de Frank Lloyd Wright’, con quien se había formado durante los años treinta. Por eso sostenía que “Soy consciente de no querer ser clasificado, sino seguir creciendo y cambiar sin interrupción, desarrollar ideas reales básicas que suponen un enriquecimiento de la vida misma, y además un  disfrute intemporal de los espacios. Eso es lo que yo llamo arquitectura real. Sin principio ni fin, siempre”.

 

 

No es, propiamente, Lautner un arquitecto estilísticamente ubicable en el Movimiento Moderno, pese a la radical modernidad de las soluciones de sus viviendas. Baste cotejar cualquiera de las propuestas de Lautner, en casos como  la casa Schaffer, la casa Foster o la Arango y compararlas con piezas coetáneas emblemáticas del Estilo Internacional o del Estilo Moderno (como lo llamaban en Estados Unidos). Piezas que van desde la Glass House de Philip Johnson, a la casa Farnsworth de Mies Van der Rohse, vistas ya en estas páginas. Casas emblemáticas de cierta idea moderna, de elementalidad, transparencia, esquematismo geométrico y constructivo, incluso, minimalismo conceptual, y que por ello fueron definidas como Glass boxes o Cajas de cristal.

 

 

Por el contrario la serie de soluciones de las casas de Lautner se alojan en otros principios diferentes y sobre todo en lo que él denominaba ‘disolución del espacio’. Una idea escasamente desarrollada a nivel teórico por Lautner, pero visible en sus diseños. Una idea de espacio fluido o de espacio disuelto, que contrasta con el espacio confinado y compartimentado de Van de Rohe. Mantenía Lautner que: “La disolución del espacio me parece la cualidad mas vivificante de la arquitectura, la más duradera y soportable”. Viviendas que componen, en exclusiva, el grueso de su producción y que, quizás deberían ser leídas en secuencia conjunta, en la media en que se autorrelacionan entre sí y se interconectan.

 

 

Formado en la Taliesin East School de Frank Lloyd Wright, allí adquiere la idea primera de “la arquitectura absoluta como elemento integral de la vida”. Idea integral que, probablemente, retomara de sus años juveniles, junto a su padre, construyendo con sus propias manos su cabaña de madera en el Lago Superior. Y de aquí nace “una innata confianza en los materiales y en sus posibilidades técnicas”. Junto a esa confianza en los materiales primarios (madera, piedra, acero y hormigón), adquiere un sentido de integración de la construcción en la naturaleza. Permanece allí, en Taliesin, los años en que Wright diseña la casa Kauffman, conocida como Fallingwater (1936), colaborando más tarde en diversos proyectos menores del maestro. En 1940, trasladado a Los Ángeles, para supervisar la casa Oboler, decide instalarse allí e independizarse de Lloyd Wright.

 

 

De todas las casas que propone Barbara-Ann Campbell-Lange en su libro sobre el arquitecto John Lautner, la casa Sheats-Goldstein cierra la serie cronológica de piezas inventariadas, por razón de su traspaso de los Sheats a los Goldstein, y remodelada en parte, en 1989. Recientemente ha sido donada por su propietario, al Museo de Arte de la Ciudad de los Ángeles. Además de ello  cuenta con un imaginario cinematográfico de relieve. Como fuera el de haber sido set de rodaje de diversos capítulos de Los ángeles de Charlie y de la película El gran Lebowski (Joel y Ethan Cohen, 1998)  Esta es una de las características más destacada de las casas de Lautner, su posibilidad de alimentar el imaginario cinematográfico. Así, en la casa Elrod se rodo Diamantes para la eternidad; en la casa Malin, Doble cuerpo (Brian de Palma, 1984); Arma letal 2 (Richard Donner, 1989) en la casa García y Golpe al sueño americano en la casa Reiner. Y es que todas las casas proyectadas por John Lautner tienen ese extraño aire de lo visto cinematográfico y de lo sorprendente.

 

 

Como ocurre con la casa Sheats que hoy traemos a Hypérbole. La solución participa de un esquema de planta con dos formas triangulares, que la hacen ver como un doble embudo, o incluso como un reloj de arena, que comparte con su antecesora de 1940, la casa Schaffer. Y en la encrucijada de los dos triángulos se produce la articulación de los espacios domésticos, mediante la chimenea y la escalera que desciende al dormitorio principal. Pieza oculta y abierta al mismo tiempo, que ya se nos presenta como un Sancta-sanctorum, misterioso, y abierto en su totalidad a la profundidad de la noche angelina.

 

 

Además de esa forma articulada de la planta, la casa Sheats se caracteriza por la potencia simbólica de la cubierta que, avanzando desde el salón principal cubre parte de la piscina exterior, con un cuerpo de casetones triangulares; mostrando la maestría constructiva desplegada por Lautner. Algo habitual, por otra parte, en los proyectos de Lautner: reforzar una idea del proyecto a través de la potencia de una imagen que actúa como una metáfora de la habitación misma y de su solución construida. Soluciones construida en la que se integran los elementos del mobiliario, diseñados detalladamente y construidos con primor.

 

 

Así ocurre con la cubierta en unos casos, con la terraza en otros y con la localización en casi todos los casos. Y así advierte Barbara-Ann Campbell: “La geometría angulosa de la cubierta de la casa Sheats representa un espacio natural propio de un bosque o de un bosquecillos selvático. Este es el espacio descubierto por Lautner cuando era niño, el que desde entonces añoraba y siempre quiso redescubrir mediante las técnicas de la arquitectura”.

 

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