Searching for Sugar Man

Comprometido, auténtico y misterioso. Tres palabras… y una canción. Mejor no hacer más concesiones al dato para hablar de “Searching for Sugar Man”, el documental sobre la historia de un músico norteamericano desconocido, Sixto Rodríguez, que grabó dos únicos discos en la década de los 70. Y es que el regalo idóneo para cualquiera que desee ver el filme, dirigido por el cineasta sueco Malik Bendjelloul y ganador de un Óscar, es no contarle nada acerca de las imágenes que empezarán a llegar a su retina desde la pantalla del cine.

No es una misión sencilla caminar hasta nuestra butaca con los ojos vendados y los oídos tapados, que empiece la proyección sin saber nada de ella, en estos tiempos en los que tener toda la información se ha convertido en la única manera en la que nos permitimos avanzar, como si asumir ciertos riesgos, incluso los mínimos, fuese una empresa inabordable. Pero, a veces ocurre, y es posible disfrutar sin expectativas de una película. Y ésa es la mejor opción para escuchar esta historia que habla de una de esas existencias con las que parece que juega el viento, mientras la vida sube, baja, traza círculos concéntricos, pero sin que cambie la mirada, el objetivo que alguien se ha marcado, sin desviarse de lo que cree genuino, de lo auténtico, teniendo claro, como decía Dylan, coetáneo de Rodríguez, que “todo lo que puedo hacer es ser yo, quienquiera que sea” .

No hay mayor placer que observar cómo va dibujándose la historia ante nosotros, el mimo con el que se componen sus márgenes, el color de los detalles de cada personaje, la manera en la que las sorpresas aparecen y los misterios se resuelven, como si fuésemos abriendo viejas cajas apiladas en algún rincón olvidado. Y podemos descubrir en “Searching…” que hay magia tras lo cotidiano, que la normalidad está hecha de muchas capas en las que siempre es posible penetrar. Ante ella, apetece dejar libre el músculo de la sorpresa, aceptar que hoy, todavía, es posible contar historias felices, sin trampas, con una verdad que traspasa la pantalla.

La mejor recomendación para hoy, pues, para esta misma noche, es revisar la cartelera más cercana y comprobar si aparece este título. Si es así, y más allá de los gustos, no hay ningún riesgo, sólo ventajas. Sí, tal vez haya que aguantar estoicamente los tráiler de todas las superproducciones apocalípticas que caerán en tromba sobre la cartelera en las próximas semanas, ésas que buscan colocarnos anestesia antes de convencernos de que el fin de la humanidad, tal y como la conocemos, está cerca. Pero bastará escuchar los primeros acordes de cada una de las canciones que sonarán a lo largo de la filmación para darnos cuenta de que ha merecido la pena. Que es imposible que no las hayamos escuchado antes, que no formen parte de nuestros pensamientos, como también decía Dylan: “Las canciones son justamente pensamientos. Por un momento paran el tiempo. Escuchar una canción, pues, es escuchar detenidamente algunos de ellos”. Simplemente.

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3 Comentarios

  1. says: Alicia Galán

    Me encanta que “la normalidad esté hecha de muchas capas”. No puedo estar más de acuerdo. Mi recomendación personal de Rodríguez es “Heikki´s suburbia bus tour”, del álbum Coming from reality.

    1. says: Conchi Sánchez

      Gracias Alicia!!!! Me gusta mucho ‘Heikki’s…’. En realidad, no he escuchado ninguna canción que no me guste 😉 No paro de oír sus discos en bucle estos días. Vi el documental el sábado y sigo sin creer, como escribía anoche, que esas canciones no formen parte de mis clásicos. Ahora ya sí!!!!! Una maravillosa sorpresa de la cartelera.

  2. says: Ramón González Correales

    Mucha gente camina amargada por la vida y todos tienen sus razones pero, de vez en cuando, hay algunos que tienen las mismas razones para estarlo, o  quizá más,  pero que sin embargo vislumbran una luz o saben encontrarla en actividades donde otros solo encuentran oscuridad. No se aburren, tienen los ojos abiertos, tocan la guitarra o hablan con amigos que habitan en los museos o en las bibliotecas y son capaces de elevar cada cosa que hacen, aunque las hagan literalmente con las manos o con un pico y una pala. Incluso son capaces de tener hijos y educarlos muy bien. Son como un mensaje dentro de una botella perdido en el océano. Podría no haberlos conocido nadie, podría pensarse que no existen o que son leyendas urbanas. 

    Pero Sixto Rodríguez llegó desde un barrio derruido de Detroit a una playa de Sudáfrica y sus canciones sirvieron para inspirar a gente que buscaba la libertad y no encontraba el camino, aunque eran muchos más de los que pensaban. Y luego comenzó a operar el azar y algunos lo buscaron y terminaron encontrándolo y así pasó de ser un desconocido a ser el cantante famoso que siempre había estado preparado para ser, como sí hubiera vivido en dos vidas paralelas. 

    Ahora tras ver “Searching for sugar man” su música me parece familiar desde siempre, aunque no la había  oído nunca antes, y es como sí su vida hubiera estado predestinada a terminar bien, porque las historias felices también existen y no sólo porque las necesitemos. Forman también parte de la vida con tanta fuerza como las tristes y comienzan cuando decidimos abrir los ojos y perseguir nuestra mirada con un mínimo de autenticidad. Luego comienza la historia de la botella en el océano y todo eso. Pero la de Sixto Rodríguez llega a Barcelona. Actuará en el “Primavera Sound”. Y si puedo iré a verle.  

    Muchas gracias por descubrirme esta película con tu artículo. 

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