Francoise Hardy: aquella melodía de la vida posible

Aquella chicas que nacieron el año del desembarco de Normandía  y tuvieron su primera juventud al principio de los sesenta, como si fueran la hierba fresca de un nuevo mundo que quisiera olvidar la guerra para siempre y simbolizaran el retorno de la alegría de vivir. Las preciosas chicas ye-ye, con vestidos “paper dresses”, botas blancas y el pelo en la cara, que parecían simbolizar el triunfo de la inmortalidad de la juventud, cuando las cosas malas parecen tan lejos pero dan tanta angustia, cuando se tiene todo sin saberlo pero el cuerpo se pierde en los turbulentos torbellinos del deseo siempre insatisfecho. El francés que no sabíamos aunque hubiéramos estudiado francés, esas canciones de Françoise Hardy que parecían burbujeantes y que, sin embargo, tenían en sus letras el eco de la soledad de la infancia, la melancolía de todo lo que se sueña y se cree no poseer, la nostalgia de lo que parece imposible aunque lo tengamos en las manos, de lo que siempre se escapa inevitablemente aunque parezca que vaya a durar para siempre. Todo eso que cada generación siente y tiene que expresar de alguna manera.

Quizá la oí alguna vez en la adolescencia pero, sobre todo, recuerdo sus canciones sonando en aquellas tardes de “Flor de Pasión” y te de jazmín en la habitación de estudiante universitario; en medio de la brutalidad del cuartel cuando se convertían en una estela luminosa para escaparse a la libertad y la belleza; en los pueblos de la Mancha donde diluían el cansancio y el miedo después de ver la cara oscura de la luna; en el mar de todos los veranos donde siempre hacian juego con la espuma de los cuerpos gloriosos. Llevo toda la vida escuchándola pero no sabía (lo leo estos días) que nació durante una alerta de bomba y que su infancia fue triste porque su padre se desentendió de ella, lo que significo penurias económicas y fines de semana en casa de su abuela materna que, al parecer, no la trataba bien. No sabía que descubrió el pop y el rock en el dial de Radio Luxemburgo donde escuchó a Elvis Presley, The Everly Broders, Cliff Richard y Brenda Lee de la que le encantaba I´m sorry, ni tampoco que fue exactamente la noche del domingo 28 de Octubre de 1962 mientras se esperaba el resultado del referéndum sobre la elección por sufragio universal del presidente de la República cuando cantó en televisión por primera vez Tous les Garçons et les filles que de inmediato se convirtió en un éxito del que se vendieron 500.000 copias en tres meses.

Con Jacques Dutronc

En Enero de 1963 fue portada de Paris Match y ya su carrera fue imparable: no solo canciones de éxito en toda Europa escritas por ella sino también una imagen de mujer mimada por modistos como André Courreges, Yves Saint Laurent, Paco Rabanne o Marc Bohan que le creó un vestido inspirado en los dibujos de Sonia Delaunay. Tampoco sabía de sus relaciones con el fotógrafo Jean-Marie Perier ni que conoció a Jacques Dutronc, su futuro marido, a la vez que a Patrick Modiano, que escribió canciones para ella (Etonnez-moi, Benoît!, Je Fais Des Puzzles, A cloche-pied sur la grande muraille de Chine o San Salvador) y fue amigo suyo toda la vida; ni que representó a Mónaco en el Festival de Eurovisión en 1963 con la canción L´amour s´en va”. Tampoco sus dificultades personales para vivir en el mundo artístico y sentimental de aquel París donde se cuestionaba la monogamia pero no era fácil superar la tensión entre sexualidad y afectividad; ni su deriva hacia la astrología que, ahora que lo pienso pasado el tiempo, quizá fue más benigna como búsqueda de una religión alternativa en medio del existencialismo, que la de muchos de sus compañeros del 68 que terminaron adorando a Mao mientras buscaban la playa bajo los adoquines. Tampoco que fue amiga de Dominique Aury y que le interesó mucho “Historia de O” .

Con Patrick Modiano

Si me había enterado de que en 2004 le diagnosticaron un linfoma MALT y en 2019 un cáncer de faringe que la dejó muda y la hizo sufrir tanto que en 2023 envió una carta al presidente Macron para que legalizara la eutanasia en Francia (ley que al parecer se estaba tramitando en el momento de las elecciones europeas). Curiosamente Alain Delon, otro mito de esos años está pidiendo lo mismo lo que produce la melancolía de las fantasías rotas. Lo que no termina de resolverse en nuestras sociedades supuestamente modernas: la posibilidad para quien lo reclame de dejar de vivir cuando no se quiere seguir viviendo con una enfermedad insoportable.

Creíamos que esas chicas no iban a morir nunca, que serían siempre bellas, jóvenes, llenas de vida y de deseo azul. Indemnes al tiempo y a todas sus calamidades que, con solo mirarlas o escuchar sus canciones, parecían diluirse y desaparecer. Lo que seguiremos haciendo mientras cabalgamos el tiempo que todavía nos queda …

Françoise Hardy “Le deséspoir des singes …et autres bagatelles”

“Aún puedo ver el Boulevard de Strasbourg a la salida del Théatre Antoine donde se representaba La pochaine fois, de pie entre los dos hombres igualmente guapos y gigantescos que había arrastrado para verla. El rubio aspirante a cantante y actor Michel Ducrocq tenía un talento único, pero era desestructurado e incapaz de terminar nunca nada. Su mentora Mireille me había confiado que no comía lo suficiente y que si salía con él debía asegurarme de darle de comer. Me había dado la misma recomendación para el moreno Patrick Modiano, que visitaba regularmente a Emmanuel Berl. Había conocido a Patrick gracias a uno de sus amigos, que había venido a enseñarme algunas canciones, de las cuales la única que me llamó la atención fue la que Patrick había escrito, “Etonnez-moi Benoît”. Cuando apuñalaron por la espalda a Michel Ducrocq (sobre lo que no dio explicaciones), le llevé a Córcega a pasar unos días y se hizo evidente que era drogadicto. Poco después puso fin a sus tormentos arrojándose debajo de un vagón de metro. Patrick, que probablemente tenía otras tantas razones para poner fin a sus días, acababa de publicar su primera novela, La Place de l’étoile, y demostraría ser el mejor escritor de su generación.”

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1 Comentarios

  1. says: Jesus J de la Gándara Martín

    Precioso. Gracias por recordarnos tantas emociones. Y…
    Bailar agarrados.
    Aprender francés.

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