El inconfundible estilo Mancini

Todos tenemos alguna de estas canciones en la cabeza. Aún sin conocer el nombre de su autor, hemos tarareado este Gunn mientras jugábamos a detectives, o acariciado Moon river con el sonido impelido desde la nariz, sabiendo que es imposible imitar la voz de Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes. Por supuesto, también hemos golpeado alguna caja al tiempo que intentábamos reproducir la banda sonora de La Pantera Rosa y, con su sensual Lujon o Candlelight on Crystal, podemos imaginarnos, sin dificultad, en plena Riviera, aparcando nuestro descapotable frente al Casino de Montecarlo, justo antes de subir sus escaleras, coger al vuelo una copa de champán y comenzar a disfrutar de una de esas fiestas que, en los 50 y 60, duraban hasta el amanecer, sin parar de bailar. Y con muchas posibilidades de terminar la escena, varias horas después, descalzos, en la playa con una compañía más que agradable.

Decir Henry Mancini es hablar de estilo, de elegancia intemporal. Sus canciones forman parte de las bandas sonoras de algunas de las mejores películas de la Historia del Cine. Tras unos años trabajando en filmes de serie B, Orson Welles descubrió su toque jazzístico singular con un punto latino para Sed de Mal y, desde ese momento, en 1958, Blake Edwards le hizo músico de cabecera en varias de sus películas. El apellido Mancini hizo más grandes filmes como Hatari!, Días de vino y rosas, Charada, Dos en la carretera, Sola en la oscuridad  o ya, más próximas en el tiempo, la serie Remington Steele o El gran Lebowski de los hermanos Coen.

Merece la pena recorrer su web, www.henrymancini.com, para escuchar algunas de esas canciones con orquestación perfecta, curiosear las decenas de imágenes en las que está acompañado del gran Hollywood -justo ése que le premió con cuatro Oscar-, y ponernos nostálgicos con todo ese cine que ha educado nuestra retina y que nos hace tan exigentes con cada nueva propuesta de la cartelera. Y es que Mancini, sin duda, forma parte de la banda sonora de nuestras vidas.

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