Paco Badía y la desaparición

Prefacio

El texto que continua a estas líneas, es fruto de las notas recuperadas del pasado archivado, una vez que Francisco Badía Yébenes (1940-2023) –Paco para los amigos y para casi todos– ha desaparecido de entre nosotros. Notas conservadas que acompañaban a mi intervención –sólo como presentación breve– del ciclo organizado en 2016 por la Asociación Amigos del Museo de Ciudad Real, denominado Pasiones y un protagonista. Ésta trataba de Pasión por el Cine y el titular apasionado era el referido Paco Badía. Acepté el reto, una vez que Félix Pillet me lo propuso, no dude en aceptarlo como testimonio de los largos años compartidos en torno al cine y a las cervezas verificadas a la salida de las sesiones del salón del colegio de los Salesianos, en los llamados Hogares Provinciales. Recuerdo, como excepción que, en verano algunas sesiones se verificaban al aire libre –cinema all aperto, a la muy italiana definición–, usando como pantalla una medianería con el dibujo trazado de la pantalla blanca con el reborde negro y algo fúnebre. Todo ello en las sesiones del Juman Club –al que llegue como a otras cosas de esos años–, a través de Miguel Ángel León Badía, que ejercía de ‘falso primo’ de Paco, por la sola coincidencia de sus apellidos. Una experiencia de cinefilia persistente y memorable, en donde pudimos recorrer múltiples películas y abrir reflexiones diversas. Seleccionadas las piezas que se iban a proyectar del catálogo de la Federación Española de Cine Clubs, por Antonio Pascal y por el mismo Paco, que se transportaban en sacas de lona pesadísimas, fruto del empleo de bobinas de celuloide. Los altibajos del cine club –que los hubo– son narrados en parte en el volumen de 2017, publicado por Almud ediciones, con motivo del cincuentenario de su fundación por algunos de los firmantes de la obra Juman Club. Un grito de libertad. La parte cinematográfica se fue deslizando en diferentes situaciones complejas –similar al lento proceso de extinción de salas convencionales y de cambio de hábitos visuales con la llegada de la televisión–se fueron alternando con los ciclos del Cine Castillo, llamadas Selecciones Cinematográficas y las complementarias Jornadas de Formación Cinematográficas.

Paco Badía y el cine

Creo que hay diversas formas de acercarse a este binomio, que es incompleto y que debería ser un terceto: PB y el Cine en Ciudad Real. Desde la panorámica global y desde el plano corto de la amistad sostenida durante años de diversas andanzas sobre el cine, por el cine y desde el cine. Y obviamente no es lo mismo la profundidad de campo de Orson Welles que el travelling como cuestión moral de Godard, la standycam de Kubrick que los campos abiertos de Ford, el montaje de Eisenstein que los trucos de Hichtcock.

El cine de los sábados

maravillas del cine galería


de luz parpadeante entre silbidos


niños con su mamá que iban abajo


entre panteras un indio se esfuerza


por alcanzar los frutos más dorados


ivonne de carlo baila en scherezade


no sé si danza musulmana o tango


amor de mis quince años marilyn


ríos de la memoria tan amargos


luego la cena desabrida y fría


y los ojos ardiendo como faros


Martínez Sarrión Antonio, Teatro de operaciones


El cine de las sábanas blancas

¿Ha vuelto usted a sentir
la magia del cine?
Haga la prueba
de ir con su hijo,
con su primo
o con su hermano pequeño,
de cuatro o cinco años.
Las luces se van apagando
la música
que propicia e introduce
la ceremonia,
el lento descorrerse
de las cortinas.
Y luego
la blancura de la pantalla.

Augusto Martínez Torres. Anotaciones


“El cine español es: Políticamente ineficaz.
Socialmente falso.
Intelectualmente ínfimo.
Estéticamente nulo.
Industrialmente raquítico”.


Juan Antonio Bardem 1955, Conversaciones de Cine de Salamanca.


“Iluminación a partir de arco voltaico que está situado en la linterna metálica. (Este arco consiste en una lámpara de carbones, la cual está formada por dos barras de grafito que funcionan como electrodos por los que se hace pasar una corriente eléctrica muy intensa, unos 10 amperios. Cuando se separan los electrodos, se produce una luz muy fuerte y blanca, con mucho calor y humo que tienen que ser extraídos del proyector por una chimenea).


Antón Capitel. Luz fija la fotografía, luz móvil el cinematógrafo.


“Para Capitel la tipología del Cine, no deriva de la Teatral, sino del Tipo Eclesial, del Templo. Sobre todo por la disposición y centralidad de la Luz. Natural en el Templo, Ausente y Proyectada en el Cine”. Es decir, de la barraca ferial indeterminada de los orígenes se había pasado a un tipo muy sofisticado, donde las plateas y entresuelos se componía en capas, casi en el sentido superpuesto de la luz proyectada.


Me gustaría decir que durante treinta y tantos años, Paco Badía (PB) ha sido el cine en Ciudad Real. Pura metonimia, la parte por el todo. Aunque “de todo hace ya 20 años”.

Además, en ese intervalo el cine ha pasado de proyectarse en Grandes Salas y Teatros Especiales, a hacerlo en Multicines compartimentados, que asemejan a una granja reproductora, donde alimentan a los espectadores/reproductores de palomitas como pienso nacional. Cuando Rosellini fijaba la muerte del cine, ya sabíamos a que se refería: al tránsito de Salas a Ponedoras y de la Visualidad pura a los Efectos Mágicos con gafas 3D. Esa visualidad ha ido evolucionando del Cinemascope, al Tecnicolor, pasando por el Cinerama. Siempre ha existido un empeño por lo Extraordinario cuando aquello había empezado con lo mas ordinario de un tren y de un jardinero.

Decir por demás, que el cine entendido como Diversión, como Cultura y como conjunto de edificios desaparecidos, concebidos formalmente para ese uso.

Más allá de las barracas de feria, que PB atisba en su texto de 1996 Pequeña visión histórica, en el seno del trabajo colectivo ‘Cien años de cine español en CLM’. Donde asistimos al desplazamiento y desaparición de toda una nómina de locales: Cervantes, Olimpia, Proyecciones, Castillo, Avenida, Calatrava, Savoy, todos los cines de Verano y todas las salas colegiales.

No sólo visual sería la experiencia del cine, más bien multisensorial. Para entender la experiencia del cine pasado hay que situarlo en su excepcionalidad. No como ahora que podemos llevar el cine en los bolsillos con los nuevos dispositivos.

P.B. ha sido testigo de esas transformaciones: de la excepcionalidad a la cotidianeidad; de la maravilla del trucaje a los efectos digitales. Por ello es parte de la historia del cine en Ciudad Real. Antes eran los críticos Duramo, Arjona y la gente del TPC.

Cine Castillo de Ciudad Real poco antes de desaparecer del todo

El Juman y los cines de verano en el Colegio de los Salesianos, proyectando películas sobre paredes blanqueadas.

Los cines de verano, al aire libre. Romasol, Odón Alonso dirigiendo con protestas, Festivales de España y los ruidos nocturnos.

El Curso de Iniciación al Cine de diciembre de 1980. Juan Diego, José Luís García Sánchez y Antonio Gamero. Allí estaba ya un jovencisimo José Luís Vázquez, no sé si Dani Chamorro.

Pepe Rivero y Paco Badía
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Para seguir disfrutando de José Rivero Serrano
Richard Meier, Rachofsky house, Dallas, 1991
Considerado uno de los arquitectos estrella del siglo XX en activo –aunque...
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1 Comentarios

  1. says: Ramón González Correales

    Una ciudad, sobre todo una ciudad pequeña, siempre tiene sus personajes. Gente reconocible, entrañable, que persiste en el recuerdo por algún oficio o actividad que ejercieron con especial pasión o pericia, lo que les llevó a ser influyentes en la vida de mucha gente, sobre todo porque crearon sueños y expectativas o porque abrieron puertas que quizá hubieran permanecido cerradas, de alguna manera, si ellos no hubieran existido. Paco Badía era para varias generaciones un personaje benigno de esta ciudad. Todos lo recordamos paseando por el centro, inmediatamente identificable, rodeado de amigos, con su gabardina, su bastón y el andar basculante que le dejó una poliomielitis. Recordamos su voz, un poco quebrada, en la radio, en aquellos programas inflamados de amor al cine, por ejemplo sobre los hermanos Marx o Woody Allen. Lo recordamos subiendo al escenario del cine Castillo a presentar cualquier película a la que siempre convertía en significativa porque sabía contextos o anécdotas y tenía en la cabeza toda la obra de su director o de los actores y sabía relacionar muchos conceptos de una manera muy cordial, nada enfática o empalagosa. Antes de irme a Madrid, a los diecisiete años, sus sesiones de cine club, en diversos sitios, ya me habían convertido en un aprendiz de cinéfilo o más bien en alguien que sigue disfrutando mucho con el cine, de todo el buen cine, el de antes y el de ahora, el europeo y el americano. Y creo que esto le ha ocurrido a mucha otra gente de esta ciudad que, además, en estos tiempos de Filmin, tiene la suerte de que es muy fácil ver una buena película todas las noches elegida según el estado de ánimo o cualquier otro motivo. Lo cual es algo maravilloso y reparador para terminar cualquier día.

    Cuando creamos Hypérbole, en 2012, tuvimos claro que queríamos que escribiera para nosotros. Fuimos a verle una tarde y se pasaron rápidamente las horas hablando de cine y de las muchas anécdotas que conocía o avatares en los que había intervenido, como su paso por la “Samuel Bronston Productions” o las relaciones de Anthony Mann y Sarita Montiel. Pero a esas alturas de su vida ya no le apetecía escribir, no se había subido al caballo de los ordenadores y tampoco deseaba revisar artículos antiguos que decía tener perdidos entre los muchos papeles y libros de su casa. Solo aceptó escribir, al final, uno solo: cuales habían sido sus películas preferidas después de toda una vida viendo cine. El resultado puede leerse a continuación y es emocionante hacerlo porque quizá fue el último artículo que escribió y en él habita indemne su voz, su talante y su pasión de toda una vida: el cine.

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